Siempre

Con la jaula abierta: Los poemas de Leonardo Montes de Oca

Viene de una familia de artistas. Actualmente es considerado el mimo más importante de la región centroamericana

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10.11.2018

Nacido el 12 de mayo de 1955. A sus sesenta y tres años, Leonardo Montes de Oca es la referencia centroamericana por antonomasia del arte dramático, y es, además, considerado el mimo más importante de la región.

Forma parte de una familia de artistas. Su tío, Confucio Montes de Oca (1896-1925), es uno de los pintores hondureños más representativos del siglo XX, y su abuelo Zoroastro Montes de Oca, es uno de los pioneros de las libertades en Honduras, cuyo papel en las huelgas bananeras de los años 50 ayudó a mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los “campeños” e impulsó la Reforma Agraria que sigue luchando por poner la tierra en manos de quien la trabaja: los campesinos.

Pero Leonardo no solo es actor, guionista, escritor, dramaturgo y pintor; es, también, un poeta excelso cuya poesía nace del “infierno que todos llevamos dentro” y de donde nacen “nuestras ansias de redención”. Es una poesía libre, libertaria y, sin embargo, opresa en las verdades que canta. Una poesía valiente.

EL HERALDO pone en manos de sus lectores la poesía de este hondureño tan valioso como Juan Ramón Molina o Roberto Sosa, para que su creación forme parte integral de la nacionalidad de los “catrachos” y de la historia del arte de nuestro país.

Porque, al igual que Darío, Leonardo siente que “cuando la Patria es pequeña, uno grande la sueña”, y en casi cincuenta años de carrera artística Leonardo se ha esforzado por engrandecer a Honduras, porque, como bien dice: “el Arte libera, forma y engrandece”. Y yo deseo que su poesía se quede con nosotros para siempre.

Poemas

UNO

Jamás las huellas

Del pasado Presente

Se arrodillan

Ante el altar

De la vida

Tanta causa perdida

En la nada filosofía

Seres mortales

Sin visión de futuro

Aún miro

El dolor en los ojos

De las madres

De los niños

De los hombres

Jamás las huellas

Del futuro Presente

Se arrodillan

Ante el altar

De la vida.

DOS

Los dardos del odio

Hieren

La piel de la tierra

Un canto desconocido

Suena en mi memoria

Como utopía

De tiempos mejores

En la larga espera

De las civilizaciones

Los heraldos de la muerte

Han llegado de mañana

Yo solo repito sus voces

TRES

Hoy

No me pidas nada

No tengo nada que dar

Solo abunda la nada

Y es para mí

He muerto tantas veces

Que una muerte más

No hace mella

Ojalá que no sea la última

CUATRO

El canto venía de la partícula más pequeña del fuego

Era para darse en un universo de sensaciones.

Era un sueño de piel

De gotas de rocío sobre la boca

De vestidos hecho de caricias

En su mente se dejó amar

Las huellas del ayer

Sobre el tapiz de la calle

Adoquines de sangre

Tienen un viejo jamás

En su vieja camisapiel

CINCO

Las sombras

Habitan la oscuridad del día

Lunaminan la noche

Sombras

Lluvias que traen cantos lejanos

Voces que lloran en silencio

Sombras

Existencias ignoradas

Sujetas a la piel

Las sombras

Cruzan los cuerpos oscuros

En fugaces luces

En el sidéreo eterno

Me gustan las calles

Sus sombras

Eres una de ellas

Las sombras

Mueren con los sueños

Los sueños

Mueren con sus sombras

Oscuridad

Sombra colectiva

Las sombras

Se deslizan torpes

Sobre la piel de la ciudad

La sombra

Que sobra

Es mi sombra

Tú sombra

SEIS

En los ojos de tu alma

Puedo sentir tu Deseo

En lo oculto

De tu orgullo carcelario

Ya no tengo para fingir

Un pedazo de tiempo

Ni un pañuelo

Ni un papel

Ni un verso robado a la madrugada

Ni una lágrima en el temblar de la boca

Ni una noche solitaria

Ni una luna sádica

Ni un canto melancólico

Ya no tengo para fingir

Miradas que se confunden

Entre la multitud

Deseos reprimidos

Besos clandestinos

Noches de entrega

Amor oculto

Oscuridad en silencio

Tu piel

Su piel

Conozco lo que existe

No temo a la noche

A la gente infeliz

A jugar a las estaciones

A vagabundear

A las lágrimas clandestinas

A la canción ignorada

Aprender a morir

A compartir espacio

al corazón ensombrecido

a la superficie del martiriotiempo

Suprimir el dolor

La mueca

La risa fingida

La verdad oculta

El saber amar

Los olores y las caricias

Que no vienen de tu piel

El saber ser único

Ni último.