Ciudad del Vaticano, Roma.- Antes de que las puertas de la Capilla Sixtina se cierren con el solemne “Extra omnes!” ("¡Todos fuera!"), y comience el proceso para elegir a un nuevo papa, los cardenales electores realizan uno de los gestos más significativos y comprometidos del cónclave: el juramento de secreto.
Esta fórmula no solo marca el inicio del aislamiento, sino que también garantiza que todo lo que ocurra durante la elección papal permanezca en el más estricto sigilo.
El momento se vive en un profundo silencio. Uno a uno, los cardenales se acercan al altar donde se encuentra un Evangelio abierto.
Colocan su mano derecha sobre sus páginas y pronuncian en voz alta la fórmula establecida por la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por San Juan Pablo II en 1996 y aún vigente.
La fórmula en latín comienza con la declaración: “Et ego N. Cardinalis N. promitto, voveo ac iuro...” que en español quiere decir:“Y yo, cardenal (su nombre)., prometo, voto y juro...”
En ese juramento, el cardenal se compromete a mantener en absoluto secreto todo lo relacionado con las deliberaciones y votaciones del cónclave, tanto si la elección concluye exitosamente como si no. También jura no revelar ningún detalle del proceso, salvo que el nuevo papa lo autorice expresamente.
“Sic me Deus adiuvet et haec sancta Evangelia quae manu mea tango.”que en español se traduce como:“Así me ayude Dios y estos santos Evangelios que toco con mi mano.”
¿Qué dice el lado donde colocan la mano para jurar?
Et ego N. Cardinalis N. promitto, voveo ac iuro tecum simul et singuli vestrum observare secreti legem a Summis Pontificibus statutam, nec unquam violare hanc legem, sive post electionem novi Summi Pontificis, sive non fuerit perfecta electio, nisi peculiaria mandata data sint a novo Pontifice. Item, me obligo, sub gravi poena excommunicationis, ne aliquem suffragiorum actum quibuslibet modis pervulgem, quoadusque ab Apostolica Sede fuerit decretum ac iussum.
Traducción al español:Y yo, N. cardenal N., prometo, voto y juro junto con todos ustedes observar la ley del secreto establecida por los Sumos Pontífices, y no violarla en ningún momento, ya sea después de la elección del nuevo sumo pontífice, o si la elección no resultase perfecta, a menos que haya un mandato especial dado por el nuevo Pontífice. Asimismo, me comprometo, bajo pena de excomunión, a no divulgar de ninguna manera lo referente al acto de votación, hasta que la Sede Apostólica lo haya decidido y ordenado.
Fidelidad
Este juramento es una de las tradiciones más firmes del cónclave. Su objetivo es proteger la libertad del proceso electoral papal, asegurando que no haya influencias externas, presiones políticas o filtraciones que puedan alterar el discernimiento espiritual que requiere la elección del nuevo sucesor de Pedro.
Aunque poco conocida fuera del ámbito eclesiástico, esta fórmula es una de las garantías más importantes del cónclave moderno, asegurando que, en tiempos de hiperconectividad, la elección papal sigue resguardada por el sigilo, la fe y la conciencia de quienes la protagonizan.