Tegucigalpa

Gestionan terreno para un nuevo cementerio público en Tegucigalpa

Menos de 50 mil espacios quedan en los dos camposantos municipales, por eso urge la creación de uno nuevo para dar cristiana sepultura a los capitalinos que parten hacia su última morada.

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01.11.2012

Como un jardín de flores lucen desde ya los cementerios de la capital de Honduras, previo a la celebración del Día de Difuntos.

Las autoridades municipales concluyeron los operativos de limpieza y los deudos ya llevaron a sus seres queridos que partieron de este mundo ofendas florales, placas y adornos conmemorativos.

Entre sollozos y recuerdos los dolientes vuelven el tiempo atrás para revivir los mejores momentos junto a sus familiares, amigos, hijos, padres y conocidos ausentes.

Como muestra del amor eterno que juró ante un altar hacia su esposa Margarita Silva, Teófilo Aguilar remozaba la tumba de su amada.

“Siempre vengo en fechas especiales como el Día de la Madre, nuestros aniversarios de novios y casados y cada vez que tengo un tiempo para conversar con ella en silencio”, relata con los ojos húmedos.

Para él, la mujer con la compartió casi 30 años de su vida permanece en su corazón como en su primera cita.

“Lleva 12 años enterrada y no la olvido y nuestros siete hijos me la recuerdan aún más por su espíritu libre y trabajador”.

Como don Teófilo, miles de ciudadanos se congregarán en esta fecha en los cementerios para recordar a lo que partieron de esta vida a la otra.

Francisco Urmeneta, administrador del Cementerio General, informó que las labores de limpieza ya se concluyeron gracias al respaldo de las cuadrillas de bacheo y barrido de la Alcaldía, para garantizar un fácil acceso a los dolientes.

Sin más espacio

Este panteón, considerado como patrimonio cultural en el que descansan más de un millón de personas, ciudadanos ilustres como Juan Ramón Molina y 11 expresidentes, comprende 38 manzanas.

Los cementerios públicos de la capital son el General, Sipile, Divino Paraíso, El Durazno y el San Miguel, ubicado en la colonia del mismo nombre.

De ellos solo en el Divino Paraíso y el Durazno quedan menos de 50 mil fosas disponibles.

En estos predios el costo por enterrar a una persona es de 900 a 1,300 lempiras, un precio módico comparado con los 120,000 que se invierten en una necrópolis privada.

El Divino Paraíso está lleno en un 70 por ciento de su capacidad y el Durazno en un 80 por ciento.

Una de las mayores quejas de los dolientes es el deterioro al que están sometidos los cementerios públicos.

Para el caso, en el General hasta el cableado del tendido eléctrico fue robado y en Sipile las tumbas flotan sobre la tierra y se desmoronan poco a poco.

A la vez, las lápidas son sustraídas y las familias han perdido el derecho de identificar la última morada de sus muertos.

Proyecto

Para dar una oportunidad a los pobres de tener un lugar digno para enterrar a sus muertos, la Gerencia de Orden Público de la municipalidad gestiona los recursos económicos para comprar un nuevo predio.

Alejandro Agurcia, titular de la dependencia, informó que se realiza un estudio para determinar cuál de los predios que han visitado es el más acto para destinarlo a este fin.

“Queremos que al momento que se adquiera el predio esté lotificado. Ya hemos visto alternativas en la salida al norte, en una aldea ubicada al final de residencial Las Uvas y en la salida al sur”, detalló.

Los predios en estudio tienen una medida aproximada de cuatro manzanas cada uno para poder albergar al menos 250 mil tumbas.

Se espera que para el próximo año ya se tenga una respuesta concreta sobre el proyecto.

Mientras tanto, para este Día de Difuntos se programa la entrega de agua en cada uno de las necrópolis públicas.

Asimismo, se hará desplazamiento de dispositivos de seguridad por parte de la Policía Preventiva y la Municipal y un servicio de guías que ayudarán a ubicar las tumbas a las personas que no las encuentren.

En el día de difuntos

“Es un trabajo noble limpiar tumbas”

Su centro de trabajo no es una oficina ni muchos menos una unidad de atención al público.

José Martínez, de 22 años trabaja como limpiador de tumbas desde la edad de seis años y, aunque su centro de labores no sea el mejor lugar, este capitalino cataloga su servicios como un oficio digno, que heredó de su abuela materna.

“Irónicamente el cementerio es parte de mi vida. Yo limpio las tumbas desde hace 16 años. Los familiares de los difuntos siempre me buscan para que remoce el lugar donde descansan sus muertos”, comentó.

En plena faena, en la que preparaba la fosa donde descansará un capitalino, Martínez aseguró que su oficio es noble y “me gusta saber que mi trabajo satisface la necesidad de alguien más”.

Para este capitalino los trabajos de limpieza no solo se mantienen activos durante la conmemoración del Día de Difuntos, ya que todo el año tiene trabajo.

Para este humilde trabajador las jornadas de limpieza son de lunes a domingo.

“Mis familiares siempre están en mi corazón”

El recuerdo de su madre, hijo y hermana, es el motor que impulsa cada año a Carlos Ordóñez a visitar religiosamente las moradas santas de sus familiares.

“Junto a mi familia no preparáramos para hacer una paseo por dos cementerios y, aunque, para muchos estos lugares no son bonitos, para nosotros son especiales porque aquí están enterradas las personas que amo”, comentó con tristeza.

Recordar a sus seres queridos, le llena el corazón y el espíritu de fe, pues se está seguro que están sirviendo de ángeles a Dios.

“Toda mi vida he vendido flores”

Una flor es un detalle y para muchos deudos, es la manera de agradar y recordar la memoria de los que ya no están.

Carlos Armador, es un comerciante de flores que ha dedicado su vida a hacer que los familiares no se olviden de sus seres queridos.

Aunque su labor no le genera mayores ganancias, esta capitalino asegura que su mayor satisfacción es ver cómo la gente recuerda y comparte con sus muertos.

“Siempre busco brindarle a mis clientes las mejores flores a precios razonables y aun esta actividad es propia de familia, mi intención está en darle al cliente lo que se meceré”, explicó el vendedor.

La venta de flores es una actividad propia de pequeños productores, quienes las cultivan con meses de anticipación.

Nosotros acostumbramos a realizar como una peregrinación al cementerio cada domingo de por medio, no solo el Día de Difuntos, explicó. “Yo les traigo la comidita que más les gustaba porque siento que ellos nunca se fueron”.

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