La historia de los parques públicos de la capital data de hace más de un centenario.
Estos espacios en el siglo XIX fueron denominados jardines públicos, pero en el gobierno de Marco Aurelio Soto se transformaron en parques para honrar la memoria de ilustres hondureños.
¿Cuándo inició?
El primer sitio público fue la plaza Central en 1883, y se colocó la estatua ecuestre del general Francisco Morazán.
En este centenario se construyó también el parque Valle, donde se erigió la estatua en mármol del sabio José Cecilio del Valle. A la lista se une la plaza La Merced, con los bustos del general José Trinidad Cabañas y José Trinidad Reyes.
La plaza de Los Dolores data de finales del mismo siglo , cuando se construyó el primer mercado con estructura de madera, y en los años 30 se cambió por una edificación que se demolió en los 70 y recién se remozó en este 2012.
En el parque la Libertad se instaló una estatua en honor a Juan Ramón Molina.
Mientras que en el barrio Abajo se construyó el parque Bográn, que en los años 30 se transformó en el jardín maya La Concordia.
Asimismo, en 1914 con la edificación del teatro Manuel Bonilla se levantó el parque Herrera en honor al primer jefe de Estado, Dionisio de Herrera.
En 1921 un jardín público de Comayagüela se convirtió en un monumento al primer centenario de independencia nacional, El Obelisco.
En el mandato del general Manuel Bonilla, en un barrio conocido como Berlín, comenzó a construirse un mirador que se bautizó como parque La Leona.
Después de 1930, más de una veintena de plazas se han levantado para rendir tributo a excelsas figuras nacionales y extranjeras.
Sin embargo, hoy en día este legado y patrimonio cultural e histórico de las ciudades gemelas luce abandonado, destruido y apto para la ola de inseguridad que azota sin piedad.
El parque La Concordia pasó de ser uno de los centros recreativos más bellos de Latinoamérica a convertirse en un nido de peligrosidad.
“Todavía no creo en qué condiciones dejaron morir este lugar”, lamentó don Jorge Medina, un vecino del sector.
Recordó que en su época de joven, hace 50 años, aprovechaba cada tarde para pasear con su pareja y disfrutar de la sinfonía que producía la corriente del lago artificial mezclada con los sonidos de los animales.
“Era un verdadero paseo campestre”, recordó.
Asimismo, el parque La Leona dejó atrás su fama de extraordinario mirador para tomar la de un sitio inseguro, donde los saqueos de lámparas, cables y piezas metálicas son cada vez más constantes.
Las causas
A criterio del arquitecto, urbanista y exalcalde Henry Merriam, la tragedia en la que hoy se encuentran los espacios públicos se debe a la pésima planificación que hay en las corporaciones municipales.
Ejemplificó que en los últimos 20 años no ha habido decisiones para ejecutar y habilitar nuevos espacios públicos.
Tal es así que aseveró que Tegucigalpa está lejos del cumplimiento de los estándares internacionales establecidos por Naciones Unidas.
Estos lineamientos indican que a un ciudadano le corresponden al menos 16 metros cuadrados de recreación y parque.
“Todo administrador municipal debe conocer los estándares internacionales para hacer una buena planificación”, cuestionó.
Merriam recordó que en los años 80 los ciudadanos contaban con 10 metros de espacios por cada ciudadano.
Sin embargo, hoy no se cuenta ni con dos metros por cada persona, gracias al crecimiento desordenado de la capital.
Merriam afirmó que la inseguridad en el centro histórico se alimenta del abandono en el que están sumergidos los espacios públicos.
En ese sentido, instó a las autoridades a que si por falta de presupuesto no se construyen nuevos parques, entonces que se reconstruyan los ya existentes.
No obstante, consideró que uno de los objetivos de una remodelación debe de ser el regreso de las personas a estas áreas recreativas.
El exedil lamentó que ya no exista la gerencia de Metroplan, ya que por eso no hay nuevos proyectos. “Tegucigalpa se puede rescatar, pero falta más trabajo, dedicación y amor por la capital”, apuntó.