Haciendo tareas del hogar, doña María López desplaza a la fuerza, y por tan solo unos segundos, la idea y el dolor de haber enterrado a su hijo hace cuatro días.
Ella es la madre de Denis Armando Valeriano (25), quien el pasado viernes murió junto a su pequeño hijo Diego, de apenas 19 meses, luego de chocar aparatosamente contra un camión distribuidor de oxígeno a la altura del kilómetro 36, carretera a Zambrano, y en donde resultó gravemente herida la madre del menor.
Nadie se imaginó que la tragedia se aprovechó de un ataque de desesperación cuando la madre del pequeño, Leticia Valladares, creyó que el niño había ingerido gas.
Por ese motivo, en medio de la noche, ambos padres tomaron al menor y sin protección alguna emprendieron el camino en su motocicleta para llevarlo a un médico.
No se imaginaron que la muerte les esperaba hambrienta más adelante.
“Mi hijo amaba a mi nieto, él era especial, cuando la esposa de él le dijo que el niño había tomado gas, se desesperaron y salieron buscando una ambulancia, pero después nos dijeron que no, que el niño no tomó nada, andaba jugando con una botella, pero ni siquiera la destapó”, dijo la acongojada madre. Su rostro luce cansado, lleva tres días llorando y recordando a ese pequeño travieso que un día le dijo “Mamá, yo voy a ser alguien en la vida, me voy a meter al batallón y voy a ser militar”, sueño que más adelante vería cumplido.
Ella sonríe al hablar de él, pero las lágrimas insisten y se encaprichan con salir a montones, nunca más lo volverá a ver y el llanto se aprovecha de esa realidad.
“Yo no sé cómo voy a poder seguir adelante, solo le pido a Dios que me dé la fortaleza, mi hijo se quedará siempre en mi corazón y no lo voy a olvidar jamás, pero es duro, por eso me entretengo en la casa para distraerme”, dice mientras llora a su amado hijo.
Relata que cada vez que escucha que una motocicleta pasa por la calle, su corazón se detiene al creer que es su vástago, pero a medida que el sonido se aleja, la realidad apuñala su corazón. “él vivió siempre conmigo y con la esposa, pero hace dos meses se mudó y siempre venía en su moto a verme, yo sé que se murió, pero todas las tardes me siento a esperarlo, me parece que lo voy a ver llegar, todavía me parece mentira”, comentó.
En cuanto a su nieto, no puede más que expresar una sonrisa para luego volver a llorar. “Me hace falta mi niño, aquí se crio en la casa, cómo vino a fracasar”, dijo.
Si doña María pudiese ver a su hijo de nuevo, un abrazo le bastaría para demostrarle su amor, pero no le queda más que llevarle flores a su hijo.
Cada tarde se sentará en la puerta a esperar a su hijo, pero no llegará, sin embargo, sus recuerdos le permitirán ver el atardecer con una sonrisa, sabiendo que su hijo, el militar, y su pequeño nieto le cuidan desde arriba.