Como cada 3 de febrero, la devoción de los hondureños se desborda este día al celebrar un aniversario más del hallazgo de la Virgen de Suyapa, Patrona de Honduras.
Y es que después de 267 años del milagroso encuentro, sigue afianzada en el corazón de los hondureños, dentro y fuera del país, que profesan la religión católica.
La imagen se ha convertido en un tesoro para el pueblo católico y un referente de fe, amor y paz que tanto añoran los hondureños.
Virgen de Suyapa
La diminuta imagen de Nuestra Señora de la Concepción de
Suyapa es una obra antigua, tallada en cedro por la manos y la fe de un artista anónimo.
La imagen de 6.5 centímetros es morena, con facciones de una mujer indígena, de rostro ovalado, ojos grandes, mejillas redondeadas, boca diminuta, nariz respingada y una lacia cabellera negra que le llega hasta los hombros.
Además viste una camisa de color rosa pálido y tiene sus diminutas manos unidas en actitud de oración.
Una historia milagrosa
Para rastrear los orígenes de la Virgen es necesario recurrir al historiador Juan B. Valladares R., quien luego de mucha investigación, escribió el libro 'Virgen de Suyapa' en 1946, sin olvidar a Jacobo Galindo, quien con 70 años, en 1909 narró en la 'Noticia histórica' los acontecimientos.
De acuerdo a lo investigado por Valladares, la imagen fue encontrada en una despejada noche de un sábado del mes de febrero de 1747 en un sitio boscoso de pinos de la montaña El Piligüín, por el joven Alejandro
Colindres y el niño Lorenzo Martínez.
Los dos campesinos regresaban de las faenas diarias en las milpas, Alejandro y Lorenzo fueron sorprendidos por la noche en medio del camino a la aldea de Suyapa, por lo que decidieron pernoctar en la montaña.
'Al
recostarse uno de ellos en pleno suelo, un cuerpo extraño y sólido le hincó el seno, lo tomó entonces y sin
examinarlo por la obscuridad de la noche, lo depositó en su equipo de viaje, sin tener conciencia del objeto'.
En otros relatos, se menciona que el joven tiró el objeto y volvió a acostarse, pero nuevamente sintió que algo le molestaba, pero esta vez, en lugar de tirarlo, lo guardó en su alforja.
Sin embargo, coinciden en el hecho que al llegar a su casa en Suyapa, en los albores del día, lo entregó a su madre Ana Caraballo, quien lo guardó cuidadosamente.
'Cuando ella después de sus ocupaciones ordinarias se acordó del depósito advirtió, previo prolijo examen, que era una imagen de la Virgen', de acuerdo al escritor.
En su libro, Valladares explica que la hermana de Alejandro, Isabel María Colindres, quien al momento del hallazgo tenía 12 años, ya en su vejez corroboró estos hechos.
Milagros y promesas
Son muchos los milagros que se atribuyen a la Virgen, entre ellos su propio hallazgo, argumentado en el hecho de que el humilde labriego que la encontró conocía perfectamente el camino y la distancia entre El
Piligüín y la aldea Suyapa.
Al tener que dormir en el bosque, fue la providencia de Dios la que intervino para
acercarse al pueblo hondureño al parecer de una manera casual.
Sin embargo, el primer milagro que llama la atención es cuando el capitán Joseph de Celaya, mayordomo de la hacienda San José de El Trapiche, fue sanado del 'mal de piedras' o cálculos en la vejiga.
Valladares explica que Celaya le prometió a la Virgen de
Suyapa que si lo curaba le construiría una pequeña iglesia en la que harían misas en su honor todo el año. Al siguiente día, Celaya expulsó las piedras que lo martirizaban y el milagro se divulgó por todos lados.
Desaparición de la imagen
La historia registra que en dos ocasiones la Virgen fue robada del templo, causando gran conmoción entre los devotos, que gracias a la intervención de las autoridades ha vuelto al santuario.
El primer hecho ocurrió el 12 de abril de 1936, cuando una enferma mental llamada Dolores Chávez
Corpeño logró
quedarse la noche anterior en el santuario, rompió el vidrio del dorado camarín, sustrajo la imagen y se la llevó a su casa.
Los vecinos avisaron que Chávez
Corpeño la tenía en su vivienda del barrio
Sipile de Comayagüela, que fue devuelta al cura párroco de la Catedral mediante una procesión al Santuario de la aldea
Suyapa el 19 de abril.
En 1982 se produjo otro robo, cuando delincuentes se introdujeron a la iglesia, se llevaron a la Virgen y la despojaron de sus ricas vestimentas y su corona de oro.
En esta ocasión, al
sentirse temerosos de la indignación popular, la fueron a depositar en horas de la noche envuelta en periódico en un sanitario del merendero Don Pepe, en el centro de la capital hondureña.
Su propietario, José Barroso, al
darse cuenta del hallazgo, la entregó en el Palacio Arzobispal a Monseñor Héctor Enrique Santos, titular de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, quien días después la llevó nuevamente a su santuario.