Tegucigalpa, Honduras.- Con sus manos temblorosas, Ramón Hernández apenas logra ajustar su gorra negra mientras observa su reloj, que lleva en la mano izquierda. Son las 10:42 de la mañana.
En el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), mueve sus piernas con desesperación. El tiempo, para él, no es solo un indicador; es una cuenta regresiva, ya que le diagnosticaron cáncer.
Ya pasaron dos meses desde que comenzó a esperar su medicamento, más de 60 días sintiendo cómo el dolor se intensifica y cómo la enfermedad avanza sin freno.
La espera no es solo angustia, sino una condena.
A su alrededor, decenas de pacientes comparten la misma incertidumbre. Algunos intentan mantenerse firmes, mientras otros lloran en silencio, aferrados a las manos de sus seres queridos.
Nadie sabe cuándo llegarán los fármacos que podrían brindarles una oportunidad de seguir luchando por un poco más de vida. Lo triste es que no son pacientes desprotegidos.
Cada mes, más de un millón de hondureños cotizan 595.16 lempiras al IHSS, sin contar el aporte de la empresa privada. Sin embargo, los medicamentos no están.
La ayuda no llega y la vida se les escapa entre los dedos.
Medicamentos como el ácido zoledrónico, capecitabina, eritropoyetina, trastuzumab y pazopanib desaparecieron de las estanterías.
Algunos nunca volverán, ya que la casa farmacéutica que los proveía cerró; otros están “en trámite” y, con suerte, llegarán en abril. Esperando que para muchos no sea demasiado tarde.
A pesar de su derecho a la salud, Ramón, junto a otros 1,200 pacientes del IHSS, se ve obligado a buscar alternativas privadas que los llevan a la ruina.
El costo de un tratamiento mensual contra el cáncer varía entre los 15,000 y los 200,000 lempiras, una cifra inalcanzable para la mayoría de los hondureños que tienen un salario de 15,395.21 lempiras.
Para aquellos que intentan cubrirlo, la vida se convierte en una ecuación de sacrificios imposibles. Se venden casas, se hipotecan tierras, se liquidan ahorros de toda una vida.
El gasto mensual en quimioterapias, radioterapias, medicamentos paliativos y pruebas de laboratorio puede ascender a 172,000 lempiras.
Una sola sesión de radioterapia cuesta 3,000 lempiras, mientras que una quimioterapia varía entre 15,000 y 60,000 lempiras. Un catéter para evitar recibir la quimioterapia por la vena tiene un costo de 60,000 lempiras, y la compra de una máscara protectora para las radioterapias asciende a 10,000 lempiras.
Los costos continúan acumulándose, convirtiéndose en una carga cada vez más pesada para quienes solo desean seguir viviendo.
Mientras tanto, las autoridades del IHSS minimizan las denuncias de los pacientes, asegurando que la farmacia oncológica es la más costosa del sistema, con una inversión anual de 28 millones de lempiras.
Henry Andino, director del Hospital de Especialidades del Seguro Social, señaló: “A mí me da pena confrontar lo que dicen los pacientes, pero es necesario. El medicamento puede costar un ciclo de una semana 285,000 lempiras y tenemos entre 9 y 12 pacientes con terapias millonarias”.
El galeno explicó que sus farmacias están abastecidas en un 70%, ya que hubo más de nueve meses en los que no pudieron alcanzar estas cifras.
“Si hay pacientes que no pueden quejarse de ser abandonados, es el oncológico. Aquí, en nuestro hospital, el inventario es de 28 millones de lempiras. No son dos centavos, son 28 millones para los 1,200 pacientes activos con cáncer”, afirmó.
Aunque se espera un aumento en la cantidad de medicamentos, el funcionario atribuyó la escasez a las limitaciones económicas del IHSS, lo que justifica la falta de productos en las farmacias.
“Los productos oncológicos no son de uso masivo, es decir, los proveedores no siempre los tienen disponibles, porque no se compran en grandes cantidades”, añadió Andino.
Sin embargo, las estanterías vacías de la farmacia cuentan otra historia.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se diagnostican 19.9 millones de nuevos casos de cáncer en el mundo. En Honduras, la cifra asciende a 10,815 casos anuales, con más de 7,000 muertes registradas.
Y en contraste, los datos de la Secretaría de Salud son contundentes: de los 15,461 pacientes con oncológicos diagnosticados entre 2022 y 2023, apenas 94 pacientes lograron recuperarse.
Mientras que 1,283 murieron, el resto continúa luchando contra la enfermedad sin garantías de acceso a su tratamiento.
El cáncer de mama, cérvico-uterino y de tiroides son los más comunes en mujeres, mientras que en hombres predominan los de próstata, estómago y leucemia.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) instó a los gobiernos de América Latina a garantizar el acceso a medicamentos y suministros esenciales para tratar el cáncer.
“Debemos trabajar para un futuro en el que nadie se quede sin la atención que necesita para sobrevivir”, declaró Jarbas Barbosa, director de la OPS.
El oncólogo Genaro Aguilar enfatiza que la prevención y el acceso oportuno al tratamiento son claves para combatir esta enfermedad.
“El cáncer se puede curar, pero el acceso tardío a los medicamentos condena a los pacientes a un desenlace fatal”, advirtió.
En tanto algunos gozan de buena salud, don Ramón sigue allí, esperando, mientras el reloj avanza sin compasión. No sabe si, cuando lleguen sus medicamentos, él aún estará vivo para recibirlos.