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Tegucigalpa, Honduras.- Honduras ha experimentado una notable disminución en el flujo migratorio en comparación con años anteriores, según datos del Instituto Nacional de Migración (INM).
En 2023 se reportaron más de 545,000 personas en tránsito; sin embargo, en lo que va de 2025 (de enero a junio), solo se han registrado 19,074 migrantes. Esta cifra representa un drástico descenso, el más bajo en los últimos cuatro años.
De acuerdo con el director del INM, Wilson Paz, “el flujo ha decrecido sustancialmente”.
En 2022, el país recibió 188,858 migrantes; en 2023, ese número se disparó a 545,043, convirtiendo a Honduras en uno de los principales corredores migratorios del continente, incluso por encima de Panamá, que ese mismo año reportó el tránsito de 520,000 personas.
La tendencia comenzó a revertirse en 2024, cuando el flujo cayó a 374,959 migrantes. Ahora, con poco más de 19,000 personas transitando por el país en el primer semestre de 2025, las autoridades consideran que se está ante un nuevo comportamiento migratorio, influenciado tanto por factores externos como por acciones internas.
El principal factor detrás de este cambio son las estrictas políticas migratorias aplicadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Un punto clave que destaca Paz es la transformación en las nacionalidades predominantes. Mientras que en 2023 los venezolanos lideraban el flujo con 187,000 personas, en 2025 apenas se han contabilizado unos 1,300 ciudadanos de ese país.
En contraste, los cubanos se han posicionado como el grupo más numeroso del año, con alrededor de 10,000 de los 19,000 migrantes reportados hasta la fecha.
“El mapa de movilidad humana ha cambiado radicalmente. Ahora estamos viendo el paso de personas provenientes de lugares que antes eran impensables: India, Nepal, Camerún, Angola e incluso China. Hemos contabilizado casi 100 nacionalidades diferentes en tránsito por el país”, detalló el funcionario.
Este cambio también ha supuesto un reto para el personal en puntos fronterizos como Las Manos, en la frontera con Nicaragua, donde se requiere preparación especial para atender a migrantes que no hablan español ni inglés en muchos casos.
Además del descenso en volumen, otro fenómeno que ha captado la atención de las autoridades hondureñas es el aumento de la migración inversa.
Es decir, personas que retornan desde el norte, incluidos migrantes frustrados por no lograr cruzar a Estados Unidos, y que ahora transitan desde Guatemala hacia Nicaragua, usando a Honduras como corredor de retorno.
“Eso lo hablamos con la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos. El reto es enorme porque, a diferencia del flujo tradicional que viene del sur al norte, este nuevo movimiento es difícil de rastrear. No sabemos con exactitud por dónde ingresan quienes vienen del norte hacia el sur”, dijo Paz.
Algunos de estos migrantes incluso optan por quedarse temporalmente en Honduras para gestionar su retorno voluntario a sus países de origen. En estos casos, el Instituto Nacional de Migración les brinda hospedaje, alimentación y asistencia para su documentación.
“Muchos eligen a Honduras como país de tránsito final para su regreso porque aquí se les trata con dignidad. Hemos sido reconocidos por los propios migrantes por ese trato humanitario, algo que destaca en la región”, aseguró el director del INM.
La existencia de consulados activos, como el de Venezuela, también ha facilitado la repatriación de ciudadanos que optan por el retorno.
“No se trata solo de cifras, sino de vidas humanas en tránsito, que requieren atención digna”, enfatizó.
Las autoridades se han comprometido a seguir fortaleciendo la capacidad de respuesta institucional en las fronteras, con personal capacitado, multilingüe y sensible a la diversidad cultural.