Tegucigalpa, Honduras.- Cada mañana caminaba lentamente, como si quisiera dejar su huella en cada paso, por los pasillos de su tienda Mega Larach. Saludaba a un cliente, revisaba los estantes, bromeaba con sus empleados y hasta firmaba uno que otro documento.
No era un gerente común, era un hombre que daba cada paso con la convicción de la misión cumplida en un país donde la reserva moral escasea y la honestidad es una palabra que hay que buscar con una lupa como si se tratara de un tesoro perdido.
El empresario Emilio Salomón Larach Chehade, don Emilio como cariñosamente le llamaban quienes lo conocían, falleció este día a los 96 años de edad, dejando un vacío inmenso en un país cada vez más necesitado de buenos hondureños que luchen contra la injusticia y generen empleos dignos.
Don Emilio deja un legado de honestidad, trabajo y amor por su país al que sirvió desde varias trincheras. Pero, el más importante es sin duda su incansable labor social enfocada en salud, educación, techos dignos y un enorme compromiso con el cuidado del ambiente que lo llevó a desarrollar diversas campañas y proyectos
Labor social de la mano de don Castor
Desde 1987 desde que el publicista Carlos Calderón ideó el personaje más representativo de Larach y Cia: Don Castor Constructor, este se ha convertido en la imagen de la empresa. "Es el personaje más conocido de Honduras”, contó en una entrevista don Emilio.
De la mano de este personaje, sin mucha pompa y publicidad, don Emilio realizó durante décadas una extraordinaria labor social en zonas en vías de desarrollo de la capital y zonas inhóspitas del país.
Desde un proyecto de viviendas para beneficiar a los indígenas de la etnia tolupán en la Montaña de la Flor, que fue posible gracias a una alianza de Larach & Cía. con Hábitat para la Humanidad que incluyó acondicionamiento de techos nuevos, paredes, letrinas, agua potable, energía eléctrica y ecofogones.
La ampliación de un centro de salud de la comunidad para que las mujeres embarazadas pudiesen recibir atención médica.
La construcción del moderno Centro Básico Jorge J. Larach, bautizado así en honor a su suegro y por petición de su esposa Vilma Larach, y que hasta su partida siguió siendo su benefactor.
Además, fue un permanente patrocinador del deporte, que incluyó desde la construcción y remodelación del Estadio Emilio Larach, en la populosa colonia Kennedy, hasta el apoyo en torneos, entre otros.
También impulsó proyectos educativos y culturales a nivel nacional a través de campañas como “Métele un gol a las drogas”, “Sí al fútbol, no a las drogas”.
Hasta su permanente lucha en defensa del medio ambiente, plasmada en campañas como “Honduras verde en un 2X3”, “Escuelas verdes y cada gota cuenta” con el fin de proteger el bosque y fomentar el ahorro del agua. Y el patrocinio de proyectos como Escuelas Amigables con el Ambiente de EL HERALDO.
Esta labor social y ambiental, sumado a su amabilidad y cercanía con todos aquellos que lo conocieron, resumen sin duda la calidad humana de un ciudadano ejemplar que le cumplió a su familia, a sus empleados y a Honduras.