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Tres años del Festival de Los Confines

El fundador y actual director del Festival Internacional de Poesía Los Confines (FIPLC) hace una retrospectiva sobre el recorrido que ha emprendido junto a su más grande y querido proyecto

22.07.2019

GRACIAS, LEMPIRA.- Mientras escribo esta madrugada en Gracias, Lempira, sueño un país diferente. Digo que sí es posible. Por eso le tengo fe a esta terquedad mía de insistir en las utopías.

Amo aquello que parece imposible, me gusta hacer el trabajo donde no hay esperanza, me uno a todo aquello que intenta elevar la dignidad humana, aunque se encuentre en total desventaja.

En la poesía yo encontré mi voz, mi conciencia y los puntos cardinales que guían hacia ese rumbo del bien común. Yo creo que la poesía puede cambiar al mundo. Yo he visto lo que pueden hacer la lectura y el arte en la vida de las personas.

Hemos realizado un gran esfuerzo al fundar el Festival Internacional de Poesía Los Confines, que desarrollará su tercera edición del 24 al 28 de julio en las ciudades de Gracias, Copán Ruinas, Santa Rosa de Copán, Siguatepeque y Tegucigalpa.

El festival es prueba, no solo de gestión cultural independiente y voluntariado, sino de esperanza y de esfuerzo comunitario. Por eso agradezco a quienes lo apoyan y también a quienes nos niegan su ayuda, y les digo que regresaré a su puerta a pedir para el país, no para mí, sino para la comunidad y para estas ciudades que he aprendido a amar.

“¿Qué gana usted, Salvador Madrid, haciendo un festival?, ¿se va a morir de tanto esfuerzo?” Me preguntó una persona. Y no dudé en mi respuesta: gano un país... Quienes trabajan en el Festival Internacional de Poesía Los Confines también lo creen de ese modo.

Los poetas y artistas de más de 25 países que llegarán a Gracias, Copán Ruinas, Santa Rosa de Copán, Siguatepeque y Tegucigalpa, vienen a dar lo mejor de su oficio. Saben que estarán en un país pobre, pero amoroso, y que serán recibidos con humildad, con todo el candor posible.

Asistan al festival. Un poco de locura es buena en estos días donde hay demasiada gente cuerda que todo lo destruye. Es seguro que regresarán a casa con algo más de fuerza para llevar en hombros ese oficio bárbaro que nos corresponde a los hombres y mujeres de bien: el oficio de creer.