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Pedro Pablo Del Cid Portillo, el retratista hondureño que pinta con café

Es difícil de creer, pero parece ser que el café es una bebida con superpoderes, pues según el abnegado retratista no solo satisface las necesidades estomacales, sino también el deseo artístico de la humanidad

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05.05.2018

Tegucigalpa, Honduras
San Juan es una aldea del municipio de Magdalena, en el departamento de Intibucá, completamente acogedora y colmada de campesinos muy trabajadores, soñadores y emprendedores que hacen todo con dedicación. A este lugar pertenece Pedro Pablo Del Cid Portillo, de 20 años de edad, quien es maestro de Artes Plásticas, egresado de La Escuela Nacional de Bellas Artes.

Sin duda alguna, Pedro Pablo le hace honor a su gente, pues con su entusiasmo por el arte ha demostrado que ese es el sitio que delicadamente Dios había preparado para él, pues posee paisajes desérticos y montañosos muy inspiradores, tanto así que aparecen sutilmente en las pinturas del talentoso joven.

El inmenso amor de Portillo por la pintura, ha ido mucho más allá de lo que quizá él mismo pudo llegar a imaginar, hablamos entonces de un amante por el café que ha plasmado esa pasión en sus pinturas, “si me dieran a elegir entre pintar o tomar café, elegiría pintar”, expresó con orgullo el inigualable autor.

Normalmente pensamos en cómo una taza de café puede relajarnos, hacernos vivir algún recuerdo o ayudarnos a crear buen ambiente entre amigos. Para este artista el café es su fuente de creatividad y le inspira a realizar obras sensacionales.

En entrevista con EL HERALDO, Pedro Pablo hizo notar a simple luz el impresionante ingenio que posee al pintar con café una diversidad de rostros que expresan algo inquietante, ya sea por sus formas o rasgos particulares, “el amor es el ingrediente principal que el café debe fusionar para poder transformarse en una obra artística; de lo contrario siempre seguirá existiendo como café”, detalló.

Al parecer, para el artista, pintar con café es dejar volar la imaginación y lograr que los espectadores se inspiren con una gran variedad de retratos.

Al parecer, para el artista, pintar con café es dejar volar la imaginación y lograr que los espectadores se inspiren con una gran variedad de retratos.
¿Cómo lo hace?
El proceso que el perspicaz catracho sigue para obtener sus cuadros consiste en combinar el café con agua hervida, con el propósito de conseguir la esencia pura del café, que al ser mezclado con diferentes cantidades de agua -a tiempo- proporciona diversidad de tonos que luego se aplican de manera ordenada sobre una cartulina logrando resultados artísticos.

Es difícil de creer, pero parece ser que el aromático es una bebida con superpoderes, pues según el abnegado retratista, no solo satisface las necesidades estomacales, sino también el deseo artístico de la humanidad.

“Pinto con café porque me parece un material interesante que no está creado para pintar, al intervenir cambiándole el destino al café, se genera esa especie de ironía interesante que provoca que se disfrute con más intensidad la expresión artística”, explicó.

De esta manera el creador de diversas obras –que tarda entre una o tres horas en realizarlas- deja en claro lo que intenta transmitir con sus lienzos; que los espectadores a través de estos entren en intimidad espiritual con el estado interno de los personajes o elementos representados en las pinturas.

Una caja de sorpresas…
El también estudiante del Profesorado en Educación Artística en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM), contó cómo fue su acercamiento al encantador universo del arte, “toda la motivación nació gracias a la influencia de mi tío Marco Tulio Portillo Díaz, quien también es maestro de Artes Plásticas”.

Bien dicen por ahí que el talento es parte del ADN, pero indudablemente, este debe ir acompañado de la valentía, pues Pedro Pablo confesó que empezó a pintar perdiendo el miedo y tomando con seguridad los pinceles y óleos en 2014 cuando se lo exigían en la clase de pintura, estando en su segundo año en La Escuela Nacional de Bellas Artes.

En entrevista con el enamorado del arte, EL HERALDO profundizó sobre los inicios del hondureño Pedro Pablo en el mundo de la pintura.

¿De niño, soñaba con ser pintor?
De hecho, siendo niño soñaba con ser guitarrista, pero mi alma se sintió completamente llena una vez que conocí las artes plásticas.

¿Recuerda su primera obra, qué era, qué expresaba?
Fue un retrato de Lempira a cuerpo completo que hice con temperas; la hice en II Ciclo Común cuando tenia 12 años. En ese entonces me parecía curioso lo bastante proporcionada que había logrado la figura humana, pero después de esa obra no volví a tomar los pinceles sino hasta ser estudiante de Bellas Artes.

¿Cuál ha sido la obra que más ha marcado su vida?
Un retrato que hice de mi mamá mientras me cargaba siendo un bebé. Fue el momento donde mis sentidos se transportaron a esa época llevando consigo mucha sensibilidad nunca antes experimentada.

¿Dónde nace la inspiración de Pedro Pablo?
Actualmente nace de presenciar hechos melancólicos y trágicos que tienen consigo muchos discursos trascendentales que pasan desapercibidos ante la deshumana percepción de la sociedad.

¿Si sus obras pudieran hablar, qué dirían del artista?
Por lo general mi esencia siempre está sutilmente en los colores que empleo, que armónicamente expresan una metáfora de mi estado emocional en muchas de mis obras.

¿Qué es lo que usted quiere transmitir con sus pinturas?
Quiero que mis obras sean un medio de provocación para los sentidos inquietos y poder generar conciencia sublime en la población en general. También transportarlos a la cumbre de la sensibilidad, con la cual podrán ver al mundo desde diferentes perspectivas.

¿Qué opina del arte en Honduras?
El arte hondureño es de muchísima calidad y no lo digo solo por mí, sino también por el enorme talento artístico que observo en amigos y colegas. Lo que impide que el arte hondureño ascienda es la limitada educación artística que otorga el Estado, las escasas puertas que se le presentan a un artista una vez siendo egresado y la desvalorización artística que predomina en la población.

¿Qué aconsejaría a los que empiezan en el mundo de la pintura?
Que, si el arte es lo que les llena el alma, nunca hay que desistir a sus convicciones y aunque no se coma unos días, la meta siempre debe estar enfocada en el horizonte.

Actualmente, Pedro Pablo Del Cid Portillo, está creando una serie de pinturas lúgubres –piezas elaboradas con colores tristes o grises, que muestran escenas de dolor pero al mismo tiempo transmiten mucha sensibilidad-, bajo un concepto totalmente autobiográfico.

Si usted desea apoyar el talento de este emprendedor, puede hacerlo adquiriendo una de sus obras a precios que pueden variar entre $50 y $300 dólares.