Tegucigalpa, Honduras.- Los Galos, en medio de la actual vorágine musical, se conciben como un remanso de romanticismo, baladas y canciones que escarban en el rock pop latino de los 70.
Juan Suazo, José Antonio, Jorge Deij, Roberto Zúñiga, Eladio “Tato” Farías y Leonardo Guzmán rememoran la cúspide de la banda chilena, cuya inconfundible voz, la de Carlos Peña, ha dado —desde 1977— identidad al sonido de Los Galos y, quizá, también a la música latinoamericana.
El estilo musical de esta agrupación sudamericana combinaba elementos del bolero con estructuras de balada pop y arreglos orquestales, integrando guitarra eléctrica con matices de brit rock, secciones de metales y líneas melódicas de teclado que se convirtieron en su sello inconfundible.
Este enfoque híbrido generó un sonido distintivo, sentimental y comercialmente muy accesible, que atrajo a un público amplio en todos los países de habla hispana. Su música conservaba el romanticismo tradicional, al tiempo que se adaptaba a los gustos de una audiencia en proceso de modernización.
Su regreso a los escenarios hondureños
Su regreso a Tegucigalpa fue clamoroso. Precedidos por el intérprete hondureño César Reyes, irrumpieron en Radiohouse Casa Campo en Tegucigalpa. Al filo de las 10:00 p. m. del viernes 9 de mayo, y ante un público enfervorizado, maduro y en su mayoría femenino, el concierto dio inicio con “Él o yo”.
A partir de ahí, el íntimo recital transcurrió entre interpretaciones cargadas de melismas cálidos y sutiles, que tocaron las fibras del amor, el desamor y lo prohibido, conmoviendo profundamente al público capitalino.
Vocalmente, Los Galos se han caracterizado por interpretaciones emotivas y técnicamente muy bien controladas, con énfasis en la claridad de la dicción y el fraseo expresivo sentimental.
Los cantantes principales, utilizaron un estilo de canto melódico y muy íntimo, pero con potencia, equilibrando calidez vocal con un uso preciso del vibrato y el control dinámico en un rango vocal impresionante. Las armonías y voces de acompañamiento del grupo también aportaban una textura suave y cohesionada que complementaba la voz principal.
Entre los éxitos interpretados que tocaron la fibra del público capitalino destacan verdaderos clásicos de su repertorio como “Cómo deseo ser tu amor” (1970), “Lloré”, “Entrega total”, “Por temor”, “Qué esperas de mí” y su sentida versión de “Sabor a mí”. Cada tema fue recibido con entusiasmo, confirmando el arraigo que Los Galos aún conservan en el corazón de sus seguidores hondureños.
Sin perder la energía, el recinto vibró con interpretaciones de temas "Olvidarte nunca", "Un minuto de amor", "Historias de un amor", "Sabrás que te quiero".
Su concierto, titulado “Nuestro tiempo”, fue un tributo entrañable tanto para los admiradores que han acompañado al grupo desde sus inicios como para las nuevas generaciones que han heredado su legado musical. La velada transcurrió como un suspiro, marcada por un sonido potente, impecable y majestuoso. El espectáculo culminó entre ovaciones y un emotivo “¡Gracias, Honduras!”, pronunciado con gratitud por los integrantes de la agrupación.
Legado romántico y cultural de Los Galos en América Latina
La importancia de Los Galos radica en su capacidad para unir la música romántica tradicional latinoamericana con las estéticas del pop contemporáneo, abriendo camino a futuras agrupaciones de balada.
Fueron fundamentales en establecer un estándar de producción musical romántica en la región, y su influencia en artistas de diversas generaciones permea hasta nuestros días.
Su éxito comercial fuera de Chile, especialmente en México y otros países latinoamericanos como Honduras, refleja su papel como embajadores culturales e innovadores dentro de su género.
Los Galos contribuyeron a internacionalizar la música popular chilena en tiempos de mucha revolución social y política en su natal Chile, dejando un legado que sigue siendo relevante en la historia musical y social de América Latina.
