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La múltiple posibilidad del cuento

El cuento, eso sí, tradicional o no, 'es tan antiguo como el hombre' y ficciona la realidad a través de metáforas y fábulas para completarla...

28.04.2018

Tegucigalpa, Honduras
El cuento es una historia súbita. No tiene segundas oportunidades. Cuando menos eso hemos creído. A diferencia del relato —una historia fragmentaria con un final abierto—, el cuento es una historia circular cuyo final suele ser definitivo.

Hablamos aquí del cuento latinoamericano, esencialmente. García Márquez escribió que “el cuento es como el amor: sirve o no sirve”. Desde esta visión, compartida por muchos autores, el cuento es una historia unitaria sin continuidad, acaba cuando acaba.

Existen, por fortuna, notables experiencias del cuento como infinita posibilidad narrativa. Así lo muestran, por ejemplo, “Las ruinas circulares” de Jorge Luis Borges y “Mephisto-Waltzer” de Sergio Pitol.

En ambas historias, el que cuenta no parece estar interesado en “llevar al lector de la mano por la historia de principio a fin” como lo sugirió Quiroga en su “Decálogo del perfecto cuentista”.

Para contar su historia, cada uno (Borges y Pitol) ha elegido una estructura más abierta y menos preconcebida, donde la estructura tradicional de inicio-trama-desenlace ha desaparecido.

El autor no busca culminar en un final perfecto, sino descubrir, a medida que la historia avanza, las múltiples posibilidades que esa historia podría tener al momento de ser contada.

En “Las ruinas circulares”, un cuento de 1940, Borges nunca concluye. La historia es sobre un hombre que está teniendo un sueño, hasta que se da cuenta que está soñando. Hasta ahí el sueño es onírico. Luego, ese mismo hombre está soñando que sueña, hasta que se da cuenta que él mismo está siendo soñado por alguien más. Entonces, el cuento es sobre un hombre que está teniendo un sueño, que sabe que está soñando, que sueña que sueña y que está siendo soñado por otro ser. De ese modo, la historia es una vasta espiral.

“Mephisto-Waltzer”, por su parte, es una historia sobre una mujer que lee un cuento en una revista mientras viaja en un tren. El cuento trata sobre un escritor que presencia un concierto donde se ejecuta el Mephisto-Waltzer de Franz Liszt, y donde ese escritor imagina distintas hipótesis sobre lo que sucede a su alrededor en la sala del concierto.

Como lo ha dicho Juan Villoro, “es un cuento sobre una persona que lee un cuento sobre un escritor que escribe un cuento”. Así, el narrador va construyendo una escena tras otra —a través de la figura de la puesta en abismo—, haciendo que la historia que cuenta sea muchas historias a la vez.

El cuento, eso sí, tradicional o no, “es tan antiguo como el hombre” y ficciona la realidad a través de metáforas y fábulas para completarla. El cuento es como la vida y tiene posibilidades infinitas. Es ficción de lo real y realidad de la ficción.

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