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Interactivo: Por descuido se seca río de La Concepción

Los incendios forestales, gorgojo y deforestación están provocando pérdidas en la subcuenca, que junto a Guacerique es de las más vulnerables al cambio climático
09.05.2022

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Esos son los sedimentos”, mencionó con preocupación Carlos Hernández, exgerente de la División Metropolitana del SANAA. “Antes el río cubría todo esto, ahora solo en invierno”, comentó, mientras señalaba un cúmulo de tierra endurecida por el clima árido.

Para que la sedimentación ocurriera pasaron años, pero en cada crecida el agua empujó la tierra, luego -cuando el caudal bajó- la tierra se endureció; creció pasto y ahora es un atractivo para el ganado que vive a la orilla del río Grande, a algunos kilómetros del embalse La Concepción. Ese fenómeno y la erosión del suelo son la realidad en gran parte de la subcuenca donde está la represa de la que beben agua la mitad de los capitalinos.

El río está dentro de la subcuenca La Concepción, un área declarada Zona Forestal Protegida, aunque sus bosques reflejan todo lo contrario.

A diferencia de Guacerique y Río del Hombre, la subcuenca La Concepción todavía mantiene parte de sus bosques alejados de viviendas, constató en un recorrido el equipo de EL HERALDO Plus.

La parte baja del área protegida, cerca de la represa, es como un paraíso en ruinas. Hay bastante vegetación, pero los árboles están tan secos que parecen chiribiscas; un solo fósforo podría ocasionar un incendio en segundos. Incluso, cuando hay siniestros, el fuego se propaga de forma rápida, al punto que daña hectáreas enteras. El último incendio ocurrió en la zona conocida como El Cimarrón, donde las llamas quemaron árboles por casi una semana.

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Informes advierten que el embalse se verá afectado por el caudal del río debido al cambio climático.

¿Zona protegida?

Ubicada al suroeste de Tegucigalpa, la subcuenca La Concepción mide aproximadamente 14,113.75 hectáreas (imaginen 20,679 estadios del tamaño del Chelato Uclés).

Esta zona, dispersa por los municipios del Distrito Central, Lepaterique y Ojojona, está protegida por al menos cinco leyes, incluyendo la Ley de Protección y Manejo de las Subcuencas de Río Grande y Guacerique. Sin embargo, sus bosques están condenados al deterioro y, sin exagerar, a la extinción de la biodiversidad.

El golpe más fuerte se observa en las partes altas, donde están las montañas. Los bosques todavía no se reponen del gorgojo descortezador, que entre 2014 y 2019 arrasó con 2,285.65 hectáreas. Estamos hablando de que el 16% de su zona boscosa fue consumida por esta plaga.

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Aunque parece una cifra mínima, el impacto es catastrófico, ya que en algunas partes el terreno luce desértico y si plasmamos el efecto en un mapa se observa que regiones que cinco años atrás tenían bastante vegetación ahora parecen zona de guerra.

Lamentablemente, en esta subcuenca también ocurre mucha deforestación, ya que “en la parte alta, donde hay accesos, la gente va a cortar árboles para leña o para otras cosas... Hasta camionadas sacan de madera”, denunció el exgerente de la División Metropolitana del SANAA.

Reportes del Instituto de Conservación Forestal (ICF) indican que entre 2000 y 2018 (los últimos 18 años) la subcuenca perdió 54.02 hectáreas de bosque debido a la deforestación. Para entender la magnitud de pérdidas imaginemos 79 veces el tamaño del estadio capitalino.

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Los bajos niveles del río han provocado que la tierra comience a agrietarse.

Impacto

El río Grande, que abastece La Concepción, en verano parece una quebrada. El agua apenas corre de forma lenta hasta llegar al embalse.

Por varios kilómetros, caminando hacia donde nace el río, se observan metros y metros de sedimentos que en algunas partes se hunden, como si la tierra tuviera partes huecas. Los sedimentos están por encima de donde corre el raquítico río. En la parte superior, al menos 100 cabezas de ganado caminan y corren como si fuera un potrero. Nadie sabe de quién son los animales, pero tienen pasto, agua y terreno, aunque la subcuenca es un área forestal protegida.

“Antes todo esto era río. Ahora solo se cubre cuando el agua sube, en invierno”, dijo apesarado Carlos Hernández.“¿Entonces el río sufre el impacto de lo que ocurre en la subcuenca?”, preguntó el equipo de EL HERALDO Plus.

“Claro que sí”, respondió. El experto ha denunciado una y otra vez las condiciones de las subcuencas de la capital.Esta situación también se ha plasmado en evaluaciones ambientales, como una realizada en 2018 por la AMDC denominada “Variabilidad climática, cambios observados que afectan los embalses en el Distrito Central”.

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El documento menciona de forma preocupante que “los embalses de Los Laureles y La Concepción se ven afectados por la variabilidad climática determinada por cambios en los valores climáticos promedios”, lo que ocasiona sequías, olas de calor y tormentas tropicales, que a su vez provocan deslaves. También habla de sedimentación, contaminación en los embalses y daños en la infraestructura.

El informe es bastante alarmante, especialmente cuando cita proyecciones de Cenaos que dicen que para la zona central de Honduras (incluidas las subcuencas Los Laureles y La Concepción) se espera un escenario pesimista para 2030.

“Se espera un aumento en la temperatura promedio mensual de 1.2 °C. En el caso de la precipitación promedio, se espera una reducción de hasta de 39%”, menciona. Además, advierte que esta situación traerá “disminución de la escorrentía, caudales de ríos y quebradas afluentes a los embalses, por reducción de la humedad superficial del suelo”; mayor evaporación del agua en los ríos afluentes a los embalses; proliferación de algas en las represas y disminución en la calidad del agua.

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Los bosques de la subcuenca lucen completamente secos. Incluso, han sido víctimas de incendios forestales.

El documento enlista una decena de problemas que se resumen en incendios, plagas y áreas forestales que se convierten en bosque seco o pastizales. Ninguno de estos fenómenos está alejado de lo que ya se vive en la subcuenca La Concepción.

OptimismoPese a estos problemas, el alcalde capitalino, Jorge Aldana, consideró que esta subcuenca “tiene un gran potencial”. Incluso, afirmó que la planta de este embalse tratará el agua de la represa Jiniguare, que captará el líquido del río con el mismo nombre.

La obra, que será construida a la par del embalse La Concepción, representará 21 millones de metros cúbicos más para la represa más grande del Distrito Central, que actualmente tiene una capacidad de 36 millones de metros cúbicos.

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La noticia trae esperanza a los capitalinos, aunque hay quienes consideran que si la Municipalidad no atiende los problemas en las subcuencas de nada servirá tener más capacidad en los embalses o construir nuevas represas.

Nabil Kawas, decano de la Facultad de Ciencias de la UNAH, opinó que los racionamientos de agua son parte del impacto, especialmente cuando La Concepción necesita dos años para poder llenarse.

El experto le apuesta a los pronósticos del Centro Nacional de Estudios Atmosféricos, Oceanográficos y Sísmicos (Cenaos), que dicen que a mediados de mayo comenzará a llover en la capital, lo que contribuirá para que La Concepción al fin pueda llenarse en octubre de 2022.

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La represa se mantiene al 37% de su capacidad.