Dinero & Negocios

El secreto del café más caro de Honduras

Marysabel Caballero García, productora de Chinacla, logró vender a 120 dólares la libra del aromático

28.06.2016

Tegucigalpa, Honduras

Pagar 2,749 lempiras (120 dólares) por una libra de café no parece una compra fácil. Pero si lo piensa con calma y se imagina un café con sabores a melocotón y frutas cítricas, panela y miel, así como una acidez brillante, cítrica y persistente, con un cuerpo cremoso y jugoso. Es el café que produce la hondureña Marysabel Caballero García, de la finca El Puente en Chinacla, departamento de La Paz, y con su aromático
se hizo ganadora del récord centroamericano de Taza de Excelencia 2016.

El precio de 120 dólares casi cuatriplica el mejor precio subastado en Honduras (35.10 dólares), pero tiene un secreto. Su semilla original viene desde Panamá, donde se vendió, hace unos años, a 170 dólares la libra y se llama Geisha.

Esta variedad también se cultiva con éxito en Colombia donde lograron un precio de 130 dólares la libra. Es en este país sudamericano donde se produce el café más caro del globo, con un valor de 182 dólares la libra.

Geisha hondureña
Marysabel Caballero lleva casi diez años trabajando con esta variedad, pero el proceso implica muchos riesgos.

“Vino un amigo que había viajado por tierra desde Panamá con un poco de semillas del Geisha ganador de ese entonces”, relata.

En Honduras, sembrar esa especie exótica implicó sacrificar las plantaciones de bourbon, una variedad que calificaban como el niño consentido de la finca de Caballero García, donde trabaja junto a su esposo Moisés Herrera.

En 2005, Caballero García logró el mejor precio de la subasta anual al lograr 7.95 dólares la libra, pero este año la variedad Geisha la catapultó a una calificación de 91.70 de 100%.

“Tenía la convicción que si nuestro café llegaba a $30, sería un éxito, considerando los problemas económicos en el mundo y la devaluación de las monedas de los mayores compradores. Pero la subasta empezó y no lo podía creer”, comenta.

Aunque reconoce que una buena parte del logro alcanzado es por la variedad utilizada (Geisha), señala que hay otros aspectos que se sumaron, como ser la altura, el manejo de tejidos, la fertilización, el proceso que se le dé al café. La suma de todos ellos da como consecuencia que encontraran estos sabores.

A 1,550 metros sobre el nivel del mar se generan suelos específicos y se crea un microclima especial para el cultivo de café, destaca. Su dedicación a preparar muestras y lotes del grano le han permitido participar en cinco de las 13 ediciones de la Taza de Excelencia. Anteriormente ya había obtenido un segundo lugar.

El precio alcanzado está entre los primeros cinco a nivel mundial. Para hacerse una idea, el valor promedio de las exportaciones de café de este año ha sido de casi 1.25 dólares por libra, según el último boletín estadístico del Instituto Hondureño del Café.

Marysabel destaca que “Dios nos ha dado un valioso recurso y los que producimos algo, aspiramos a que el mundo vea que en Honduras se pueden hacer las cosas bien”.

Emprendedora
El café de Marysabel se remonta a su tatarabuelo Felipe García, uno de los pioneros en el cultivo y la exportación de café. Desde temprana edad, recuerda que hacía pequeñas tareas en el cafetal familiar y en las noches jugaba con su familia juegos de mesa a la luz de las velas.

Siempre supo que su vida estaría vinculada a los olores y sabores emanados del grano de oro que crece en las montañas de La Paz.

Cafetalera de generaciones y una perseverante productora, dicen sus homólogos del agro, Marysabel es propietaria de la granja Pantanal en la comunidad de La Piedrona, municipio de Chinacla. Participa en las subastas desde creación en 2004.

En la finca se producen variedades de Catuaí y árboles de sombra como manzano, ciprés y liquidámbar entre otras especies. Es una amante del medio ambiente y promueve la plantación de árboles para proteger las fuentes de agua y la biodiversidad de su granja y otros campos de las comunidades de La Piedrona.

Es la segunda productora en ganar la Taza de Excelencia, la primera fue Lucinda Velázquez en 2014.

¿Quién es?
Nació en Tegucigalpa, su madre es originaria de Marcala, La Paz, y su padre de Olanchito, Yoro. “Siendo yo una niña nos trasladamos a vivir a Marcala, porque mi padre, que trabajaba en un banco, pidió traslado para que mi madre estuviese cerca de su familia, y porque tenían su finca de café y querían cuidarla personalmente”, recuerda .

Se tituló en mercadeo y ventas, luego dejó finalmente la capital para radicarse en Marcala, donde volvió a ayudarle a su padre en las tareas su cafetal. Al contraer matrimonio con Moisés Herrera -a quien califica como “un hombre extraordinario y muy trabajador”-, fundaron la finca de café “El Puente”, en la aldea La Piedrona, municipio de Chinacla, La Paz.

Desde entonces, ambos han ido sumando conocimientos y experiencias para -junto a sus hijos Ezri Moisés y Fabio Moisés- ir alimentando la tierra para producir los mejores granos del aromático. “Nuestros hijos tienen la obligación de dedicar tiempo durante sus vacaciones al café. Ahora que mi hijo mayor está en la universidad ha despertado un interés por desarrollar diferentes métodos”, destaca.

La cafetalera opina que cuando hay un caso de éxito en el país, las personas deben adoptarlo como suyo. “Quizá lo que esa persona gane no le llegue a usted, pero lo sacude e inspira a buscar su éxito”. Precisamente esa forma de pensar y su dedicación en el cuidado de la tierra son determinantes para que los jueces le dieran el primer lugar, tras calificar sus muestras y obtener un precio récord.