Cincuenta años de feliz matrimonio los convirtieron en el vivo ejemplo de la fidelidad y su historia de amor podría ser la base de un excelente guión de cine. Nos referimos a Paul Newman y Joanne Woodward, quienes juntos formaron parte de la historia del cine no solo por sus intachables carreras cinematográficas avaladas con varios premios, sino por ser una de las parejas más estables y duraderas en el inestable universo sentimental de Hollywood.
Newman y Woodward se conocieron en 1953, aunque no fue en ese momento cuando surgió la chispa del amor, Newman -casado entonces con Jackie Witte-, quedó impactado por la belleza de Woodward. Cuatro años más tarde, durante el rodaje de la película “El largo y cálido verano” en 1957, Paul y Joanne llevaron más allá la química que proyectaban en pantalla y se enamoraron.
La pareja se unió en matrimonio el 29 de enero de 1958 en Las Vegas, apenas una semana después de que el actor obtuviera el divorcio de su primera esposa, Paul y Joanne tuvieron tres hijas: Elinor Teresa, Melissa Steward y Claire Olivia.
Antes de la muerte de Paul en 2008, el matrimonio de actores vivió alejado del bullicio de Hollywood en un rancho en Westport, Connecticut, alejados de escándalos o infidelidades y mostrando con ello que la fama y el amor son dos cosas que pueden ir de la mano.
Paul dijo: “Joanne siempre me ha dado apoyo incondicional en todas mis decisiones y esfuerzos, eso incluye mis carreras de coches, que ella deplora. Para mí eso es amor”.
Paul Newman escribió su nombre en la historia del cine con letras de oro
Hollywood. El cáncer pudo finalmente con Paul Newman, leyenda indiscutible del cine estadounidense cuyos ojos azules, posiblemente los más famosos de Hollywood y los que más suspiros provocaron, serán tan recordados como su brillante carrera.
Eterno aspirante al Oscar, obtuvo uno honorífico por toda su carrera en 1986 y al año siguiente finalmente lo consiguió por su papel de viejo zorro del billar en The Color of Money, cuando tenía 61 años y una larga carrera a sus espaldas. Dos premios seguidos tras siete candidaturas por Cat on a Hot Tin Roof, The Hustler, Hud, Cool Hand Luke, Rachel, Rachel, Absence of Malice y The Verdict.
“Es como perseguir a una mujer preciosa durante 80 años”, dijo el actor al recibir el premio, al que siguieron otras dos nominaciones, por Nobody’s Fool (1994) y Road to Perdition (2002), su despedida del cine por la puerta grande en un duelo interpretativo de altura junto a Tom Hanks. No obstante, en 2005 ganó un Emmy y un Globo de Oro por su aparición en la miniserie para televisión Empire Falls.
Joanne Woodward, actriz que desde pequeña supo lo que deseaba
Joanne Woodward nació en un pequeño pueblo del sur de Georgia llamado Thomasville en 1930, es decir, en los albores de la Gran Depresión. La pequeña Joanne compartió con su madre su temprano amor por el cine.
Ambas se habían enamorado de Laurence Olivier tras verlo en “Cumbres borrascosas” y decidieron presentarse en el estreno de “Lo que el viento se llevó” (1939). Al final de la película, Joanne se coló en la limusina del actor y se sentó en su regazo sin dudarlo. Una anécdota que dejaba bien a las claras lo lejos que pensaba llegar esta chiquilla.
Joanne ganó varios concursos de belleza en Georgia y estudió interpretación en Louisana y Nueva York. Obtuvo pequeños trabajos en televisión a principios de los 50. A diferencia de otras mujeres de su edad, Joanne no dejó de trabajar por el matrimonio y siempre tuvo un constante ritmo profesional que la mantuvo muy ocupada.
En 1957, Joanne ganó el único Oscar de su carrera por la interpretación de una mujer que padecía de personalidad múltiple en “Las tres caras de Eva”.