Tegucigalpa

Su estadía en los EE UU lo separó de su retoño

Rigoberto Urbina trabajó durante siete años en el país del norte obrero, pero no hubo hora en que no recordara a su vástago

FOTOGALERÍA
17.03.2017

Tegucigalpa, Honduras
Dejó a su único hijo a 45 días de haber nacido.

Su partida no fue producto de un acto irresponsable, sino del anhelo de buscar los medios para brindarle una vida mejor. Así es como Rigoberto Urbina, de 37 años, en 2002 se encaminó hacia los Estados Unidos de manera ilegal para trabajar y agenciarse unos cuantos dólares con que mantener a su familia.

“Cuando me fui sentí un nudo en mi corazón, porque mi hijo estaba pequeño, pero me fui porque no tenía ni trabajo ni dinero para mantenerlo”, comentó mientras limpiaba el sudor que le corría por la frente al tratar de cortar un pedazo de metal.

Urbina trabajó durante siete años en el país del norte como jardinero y obrero, pero según el padre de familia, no hubo hora en que no recordara a su vástago.
“En todo momento, mientras cortaba la grama o cuando me sentía agotado por el trabajo se lo ofrecía a mi hijo, sabía que esa lucha era para él”, comentó mientras limpiaba una lágrima que caía por su mejilla de tez trigueña.

Lo que más lamenta de haber permanecido tanto tiempo lejos de su hogar en Honduras fue el de “perder la oportunidad de disfrutar la infancia de su hijo”.

Urbina recordó que mientras trabajaba en una construcción llegaron unos policías de migración, quienes le capturaron durante esta redada y fue así como retorna al país.

+Además lea: La mitad de su vida al servicio de la discapacidad

“Mientras venía de vuelta, mi sueño, mi fuerza en ese momento era volverme a encontrar con mi hijo”, aseguró este hombre luchador.

Y es que mientras permanecía en los EE UU, su retoño le consultaba en qué momento retornaría, “yo solo le contestaba pronto hijo, pronto”.

Cuando regresó deportado a territorio hondureño, su hijo ya no se encontraba en cuna ni ocupaba de quien lo cargara, pues tenía siete años.

“Fue como volver a nacer, porque a pesar de que platicábamos por teléfono, nunca lo pude abrazar hasta ese día”, recordó Urbina. Ahora su hijo Jhonatan tiene 16 años, se encuentra a dos años de finalizar sus estudios secundarios. Su vástago aspira a convertirse en un maestro universitario, lo cual es un orgullo para el padre capitalino