Tegucigalpa, Honduras.- Varios municipios como Sanagrande, Francisco Morazán, se están quedando sin gente para trabajar en el campo debido a la migración de familias que buscan un futuro mejor en el extranjero.
Hermanos, primos, padres e incluso los menores de edad se ven obligados a buscar mejores horizontes, principalmente en Estados Unidos y España.
El fenómeno no solo afecta la estructura familiar, sino que también está dejando un vacío preocupante en varias comunidades del país.
En los municipios cercanos a la capital, como Sabanagrande y Talanga, se encuentran muy pocos trabajadores.
“Aquí ya no hay más albañiles, carpinteros y sastres. En el casco urbano de Sabanagrande solo tenemos a un señor de avanzada edad con un taller de sastrería”, expresó con preocupación el alcalde Germán Díaz.
Según el entrevistado, antes era común encontrar personas dedicadas a estos oficios; ahora son escasos debido a la migración a otros países.
La migración no solo afecta la escasez de mano de obra. Las comunidades se quedan solas y las viviendas, deshabitadas. “Primero se van unos, después otros, hasta que las casas quedan vacías”, lamentó el edil.
“En algunas viviendas solo permanecen ancianos; en otras, no queda nadie. Ya no hay gente en edad de trabajar”, añadió Díaz, alcalde de la localidad.
Según los expertos, este fenómeno no solo refleja la escasez de trabajadores, sino también la desintegración familiar en las comunidades que, por tradición, mantienen lazos fuertes en su convivencia y amor en los hogares.
La comunidad de La Ermita, Talanga, sufre la misma situación, donde las casas están quedando sin sus dueños y no hay trabajadores para el campo en actividades como la agricultura.
Según las autoridades locales, un 60% de los habitantes han migrado, principalmente a Estados Unidos y España.
En consecuencia, hay escasez de trabajadores y casas deshabitadas, debido a que los dueños están fuera de su tierra natal.