Tegucigalpa, Honduras.-Maratón del Saber esta vez llegó a niños cuyo salón de clases es el cielo abierto, bajo un árbol de roble que los protege del sol, evitando que la luz dificulte aún más el aprendizaje de sus primeras letras, sin pizarra ni computadoras.
Los 41 niños de la Escuela Francisco Morazán, ubicada en el barrio El Trigal de Lepaterique, Francisco Morazán, aprenden números e historias en estas condiciones, pero con mochilas llenas de sueños y sonrisas que iluminan sus rostros de esperanza al recibir un cuaderno nuevo.
“Gracias a EL HERALDO por regalarnos cuadernos y lápices”, dijo con emoción Angie Garay, de cuarto grado, mientras recibía su cuaderno y lápices en sus pequeñas manos llenas de ilusiones.
Gracias a la campaña Maratón del Saber, los estudiantes de este sector recibieron donaciones que servirán como herramientas para continuar aprendiendo entre la grama verde y la sombra del árbol.
La jornada llenó de alegría a los pequeños de El Trigal, donde cada página escrita es como una semilla que germinará en oportunidades.
“Agradezco a Dios por poner gracia en el corazón de las personas dadivosas, ya que traen alegría y esperanza a mí y a mis compañeros”, expresó Teresa de Jesús López Martínez, mientras acariciaba los cuadernos y lápices que recibió.
“Nosotros estamos muy agradecidos porque somos niños de escasos recursos y nuestra meta es poder ser grandes profesionales”, manifestó Teresa de Jesús a EL HERALDO.
Los bolsos de los chiquitines no guardan tablets ni computadoras, pero sí un tesoro: cuadernos nuevos donde escribirán sus sueños, aunque a veces la lluvia interrumpe sus clases y los obliga a correr a refugiarse en casas cercanas, sin perder el horizonte de seguir aprendiendo.
“Gracias a EL HERALDO y a los patrocinadores por darnos esta alegría y permitirnos tener cuadernos nuevos. La emoción nos hace llorar, porque, a pesar de estas circunstancias —de no tener un espacio digno para impartir clases— los pequeños, y personas como ustedes, nos animan a seguir adelante”, expresó Miriam Belinda Servellón, maestra de los 41 niños de la escuela Francisco Morazán.
Tres horas de camino
Pero la jornada del Maratón del Saber no terminó en El Trigal. Tres horas de camino, entre veredas empinadas y barrancos cubiertos de pino, la campaña solidaria llegó a la comunidad de Ulasala, donde otros 55 niños esperaban con la misma ilusión.
Para llevar los cuadernos fue necesario un viaje a lomo de mula. El camino es áspero, y los pasos del animal parecen marcar el pulso de una promesa con la educación donde las carreteras no llegan.
Los niños de la Escuela Celestina Servellón ya estaban formados. Sus caritas se iluminaron al ver las cajas llenas de sueños. La emoción fue tan grande que las palabras sobraron; el lenguaje de la gratitud se expresó en abrazos, sonrisas y en ese brillo especial en los ojos de los pequeños que parecían decir: “Hoy creemos más en el mañana”.
“Esto es una bendición para los niños, donde cada cuaderno será bien utilizado”, mencionó Jalix Enamorado, director del centro educativo.
El maestro de esta escuela debe caminar tres horas para llegar, especialmente en invierno, cuando solo es posible el ingreso a lomo de mula.
Los pequeños recibieron los materiales como si fueran regalos navideños, porque, en medio de la carencia, un cuaderno significa mucho más que papel: es la oportunidad de aprender, de crear e imaginar.
Cabe mencionar que en Ulasala no hay electricidad, y la señal de celular es un lujo poco posible. Sin embargo, las ganas de aprender brillan más que cualquier pantalla. Los niños sueñan con ser maestros, enfermeras, ingenieros, quizá doctores. Son sueños que nacen en medio de montañas, donde cada niño camina con esperanza para recibir clases.
“Gracias por regalarnos cuadernos”, dice tímidamente Yimi Daniel Servellón, de sexto grado, mientras abraza su regalo. Esa frase, simple y profunda, resume el verdadero impacto de esta jornada que inspira a que la rueda de la educación nunca se detenga.
La campaña Maratón del Saber es posible gracias al respaldo invaluable de empresas como Cuadernos Quick y Editorial Santillana, que por varios años se han comprometido con la educación hondureña, iluminando los rostros de miles de niños de escasos recursos.
Esta vigésima segunda edición llenó mochilas de sueños a cientos de niños, porque el Maratón del Saber no solo reparte cuadernos: reparte dignidad, esperanza y oportunidades. Es una acción solidaria que abre las puertas a un futuro mejor, incluso para quienes nacieron lejos del bullicio de las ciudades.