Tegucigalpa

En riesgo negocios establecidos en el centro histórico de Tegucigalpa

La falta de acceso para sus clientes, las constantes revueltas y la creciente ola de criminalidad, que se alojó en el centro histórico junto a los buhoneros, son los detonantes de la caída en sus ventas.

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25.04.2012

El mercado persa en el que vendedores ambulantes han convertido el ala sur del casco histórico está pasando una millonaria factura a los 150 empresarios legalmente establecidos.

La falta de acceso para sus clientes, las constantes revueltas y la creciente ola de criminalidad, que se alojó en el centro histórico junto a los buhoneros, son los detonantes de la caída en sus ventas.

Según datos de las autoridades municipales, los empresarios de la zona reportan una estrepitosa caída en sus ingresos de hasta el 40 por ciento.

La competencia desleal que generan los ambulantes surtiendo a precios bajísimos los mismos productos que distribuyen las tiendas mantienen en la cuerda floja la inversión de pequeños y medianos empresarios.

Ni las grandes sucursales de supermercados y de ropa han sobrevivido al golpe económico generado por la ilegal toma de calles, avenidas y aceras.

“Ángel”, gerente de un supermercado aledaño a la zona de conflicto, afirmó que los vendedores han minado el desarrollo del negocio que el lidera.

“Es un abuso total el que cometen los vendedores. Cercan la entrada al negocio con productos de la canasta básica y legumbres, no dejan entrar a los clientes y esto parece tierra de nadie”, indicó.

De acuerdo a “Ángel”, si no existe una protección por parte de las autoridades edilicias su empresa cerrará operaciones en ese sector y dejará sin empleo a casi 100 personas.

Como él, “Mercedes”, propietaria de una distribuidora de muebles, aseguró que sus ventas han caído de una manera alarmante.

“Los relajos que arman los vendedores cuando la Policía quiere aprehenderlos nos obligan a cerrar más temprano y ahuyentan la clientela”, manifestó.

Los empresarios se quejan por la falta de protección a su inversión que reciben de parte de las autoridades.

“Nosotros pagamos puntualmente los impuestos, si no nos cierran los negocios y en ese pago nos incluyen un cobro de seguridad ciudadana y mire la seguridad que nos dan”, condenó doña “Mercedes”.

Generación de ingresos

Los 150 emprendedores que tienen establecimientos comerciales o de cualquier otro rubro en el centro histórico generan el 15 por ciento de la recaudación del impuesto de Industria, Comercio y Servicio.

La municipalidad recauda un promedio de 480 millones anuales por este tributo y de no asegurar estos contribuyentes, podría traducirse en una pérdida de 72 millones de lempiras de estos recursos.

Arturo Suárez, gerente del Casco Histórico, aseguró que hasta finales del año pasado los inversores del centro empezaban a ver resurgir sus negocios luego de enfrentar la crisis económica del país.

“El repunte de las ventas de los empresarios era significativo, estaban a gusto con sus ganancias, pero ahora sienten que están retrocediendo”, aseveró.

El funcionario manifestó que la Asociación de Vendedores del Centro Histórico está en total desacuerdo a la toma por la fuerza de las calles y están solicitando un cese a este flagelo que amenaza con llevarlos a la quiebra.

Sin respaldo de la CCIT

Las autoridades de la Cámara de Comercio e Industrias de Tegucigalpa (CCIT) condenan también la acción de los buhoneros.

Obdulio Hernández, secretario de la junta directiva de la CCIT, comentó que la posición del ente es no permitir que el centro se convierta en un mercado, y menos persa.

“Es una zona que ha costado mucho recuperar, donde se ha invertido una gran cantidad de dinero y forma parte del patrimonio que pertenece a toda la ciudadanía”, aseveró.

Hernández detalló que la directiva de la CCIT ya giró instrucciones para que no se brinde ningún tipo de respaldo a los vendedores que estén ligados a la toma ilegal de las calles del centro.

El ejecutivo recordó que el Frente Ciudadano en Defensa del Centro Histórico ya envió una carta al Presidente de la República, Porfirio Lobo, solicitando su respaldo al rescate de los dos kilómetros lineales invadidos por los comerciantes.

“Sabemos que hay camiones que descargan las carretillas y mercadería que es desplazada al centro a inmediaciones del mercado La Isla, necesitamos el respaldo del gobierno para proceder legalmente contra ellos”, dijo.

Desmedida invasión

Las autoridades de Orden Público de la comuna reconocen que el problema se ha salido de control.

“Las ventas ya no solo se limitan a frutas y verduras, tienen cualquier cantidad de productos, hay zapatos, ropa chicleras y hasta plataformas móviles instalan algunos carretilleros”, informó Alejandro Agurcia, gerente de la entidad.

Son unos 2,000 ambulantes y 100 carretilleros los que están causando el caos en la zona peatonal y vehicular, la falta de una contundencia a la hora de replegarlos solo ha abonado en la multiplicación de los invasores, diariamente.

En horas de la tarde-noche los bajos del Congreso Nacional, la acera frente al Banco Central, el puente Mallol, la plaza Los Dolores y la calle hacia la Dirección Ejecutiva de Ingresos (DEI), entre otros sectores, son tierra de nadie.

La aglomeración de puestos impide la libre circulación de vehículos y ante el desorden en las calles lo propietarios de negocios cierran sus ventanales con impotencia.

Buhoneros estarían siendo financiados

A precios de “gallo muerto” distribuyen los invasores del centro sus productos.

Cinco libras de papa se compran por el precio de una libra, es decir a 10 lempiras la bolsa.

Las sandalias de dama que en una tienda se cotizan a 250 lempiras, los buhoneros las distribuyen a 100 y con estas “ofertas” seducen a sus clientes.

De acuerdo a las autoridades municipales, estos precios bajos no son más que el resultado de un financiamiento externo.

“Hay informes de fuentes fidedignas que estas ventas sí están siendo financiadas por grupos políticos interesados en promover el desorden”, aseguró un funcionario municipal.

Hasta el mismo alcalde Ricardo Álvarez ha denunciado esta hipótesis de la invasión, pero hasta el momento no se revela el nombre de los actores intelectuales del desorden.

Las autoridades edilicias aseguran que no se ha señalado abiertamente a los culpables para no entorpecer la investigación.

Sin embargo, ya tienen en su poder nombres y apellidos de los responsables.

Estos grupos agitadores de los comerciantes no solo les compran la mercadería y les alquilan las carretillas, también pagan un bono de entre 500 y 1,000 lempiras a cada buhonero que se sume a la invasión.

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