La pasión por la medicina comenzó a corta edad para Nicolás Nazar Herrera, un laborioso galeno que creció en el barrio Belén de Comayagüela.
Cuando obtuvo su preciado título de médico en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) en 1977, y posteriormente sus especialidades en Neurología y Neurocirugía de adultos y niños, tomó como un lema su juramento de servir a la patria.
Hoy en día, en la alborada de sus 36 años de servicio, ha recorrido los principales centros asistenciales del país, ha atendido centenares de pacientes de los barrios y colonias de la capital y en muchos casos sin recibir un centavo de salario.
Para él cada atención es un tesoro y por eso contabiliza cada una de ellas y en su registro mental atesora 8,885 delicadas cirugías de cráneo y nervios que tienen un índice de mortalidad del 2.15 por ciento.
Por su consultorio han pasado unos 215 mil pacientes.
Pasión
El eterno amante de los bisturíes y las inyecciones contó que su mayor satisfacción es servir a centenares de personas de escasos recursos y ayudarles a recuperar el don más preciado: la salud.
Incluso si las enfermedades de sus pacientes rebasan sus medios gestiona viajes para llevarlos a hospitales especializados en diferentes partes del mundo.
“Han salido graves y retornado sanos, siempre vienen muy agradecidos a contarnos su proceso de recuperación”, afirmó.
Entre las experiencias que más han llenado de orgullo su haber profesional está la atención personalizada que brinda en el proyecto Ciudad Blanca.
Un centro que beneficia a ancianos y personas que son rescatadas de la calle y rehabilitadas para devolverlos a la sociedad.
En su extenso valladar, su talento y conocimientos se han desplazado por los diferentes departamentos del país en zonas donde el acceso y la atención médica son limitadas.
“Hemos tenido que caminar distancias para llevar medicina en aldeas donde las condiciones económicas son extra limitadas y lo hacemos con mucho cariño y dedicación”, confesó.
El galeno agregó que cuando le toca atender a un niño lo único que pasa por su cabeza es la imagen de un ciudadano formado que está listo para servir a su patria.
Asimismo, dijo que cuando mira que alguien sufre por falta de atención médica se siente frustrado.
“En Honduras los ciudadanos están perdiendo el derecho a tener acceso a la salud, por eso no le puedo negar jamás atención médica a una persona”, reflexionó.
En su trayectoria, el afanado galeno ha recibido decenas de premios por su labor.
Países como Argentina en el 2006 y Uruguay en el 2012 han conferido las máximas preseas a los que puede aspirar un profesional de la medicina.
En 2006 recibió un reconocimiento en Buenos Aires, Argentina, por su contribución al ejercicio y desarrollo de la Neurocirugía, otorgado por la Federación Latinoamericana de Neurocirujanos.
Unos años más tarde, en noviembre de 2012, al ilustre galeno se le otorgó en Punta del Este, Uruguay, un reconocimiento por la contribución y el tratamiento de la Neurocirugía Infantil en América e Iberoamérica.
No obstante, su mayor premio aseguró que es un “trozo de madera pintado” que le obsequió un niño hace 15 años en agradecimiento por sus atenciones.