La paz que tenía en el hogar de ancianos que lo ha alojado durante cinco años ha desaparecido.
Todos los días la angustia de un posible desalojo hace que don Justo Valladares, de 83 años, arregle sus pertenencias en dos cajas de cartón para estar preparado.
“Estoy muy triste, pues nos quieren quitar nuestro hogar, todos los días le pido a Dios que si nos van a desalojar que mejor me dé visa al cielo para no regresar a la calle”, aseguró con la voz entrecortada.
La desesperación de don Justo la comparten los 22 ancianos que habitan en asilo Salvador Aguirre, ubicado en la colonia Villa Olímpica.
Y es que desde marzo, la junta directiva del asilo libra una batalla legal con tres supuestos herederos de los terrenos donde se ubica el hogar.
Alexi del Carmen Zavala, representante legal del asilo, informó que hasta el momento con el recurso de amparo que interpusieron en los Juzgados de lo Civil, solo han logrado detener el remate de las instalaciones, programado para este mes de abril.
“Nuestra lucha es para que se respete la última voluntad de la señora Raquel Urbina, viuda de Aguirre, que al morir heredó todos sus bienes a Sor Magdalena, fundadora del centro”, afirmó Zavala.
Empero, pese a las buenas intenciones de los ocho abogados que trabajan ad honórem en la defensa del asilo, el proceso no será nada fácil.
La contienda de los supuestos herederos se basa en que según un testamento que presentaron ante los tribunales, ellos eran los beneficiarios de todos los bienes de la benefactora del centro. Su demanda se sustenta en 386 mil lempiras que dejó la señora Urbina en un certificado de depósito a favor de sor Magdalena.
Al fallecer y con el testamento que le dejó la señora Urbina, sor Magdalena retiro el dinero y ahora, tras la muerte de la religiosa, los otros herederos solicitan la devolución del dinero más los intereses que pudo acumular esa cantidad a la fecha.
En este momento la cuenta alcanzaría 12.5 millones de lempiras y como la directiva del asilo no tiene ese dinero, exigen la venta del inmueble.
El hogar Salvador Aguirrre, junto al asilo privado Perpetuo Socorro, que era propiedad de sor Magdalena, están valorados en 50 millones, por lo que los supuestos herederos solicitan que se vendan ambos inmuebles.
