Tegucigalpa, Honduras.- Con ropa y zapatos viejos, zacate y cohetes, los capitalinos ya elaboran los tradicionales monigotes de Año Viejo, una expresión popular cargada de creatividad y crítica social que cada 31 de diciembre arde en distintos puntos de Tegucigalpa y municipios cercanos.
A través de figuras que retratan el acontecer nacional, los capitalinos encuentran una forma particular de manifestar su descontento hacia personajes políticos y figuras públicas del país.
Los tradicionales muñecos de “Año Viejo”, que serán quemados en 19 días, comienzan a ganar notoriedad en distintos sectores de la capital y en municipios cercanos como Valle de Ángeles.
Es de destacar que las figuras políticas predominan entre la inspiración de los creadores. La pareja presidencial, Xiomara Castro y su esposo José Manuel Zelaya Rosales y el presidente del Congreso Nacional Luis Redondo, se encuentran entre los personajes más representados.
Redondo, y otras figuras como el entrenador de la selección nacional, Reinaldo Rueda, también han sido motivo de sátira y crítica en los pichingos que recorren las colonias.
“Estos mogotes son bien buscados, tenemos clientes que con tiempo los encargan para quemarlos en la hoguera. El cliente este año ha pedido personajes como Luis Redondo, Manuel Zelaya Rosales y Xiomara Castro”, indicó Jacqueline Girón, artesana de muñecos de Año Viejo.
Los precios de los monigotes varían según su tamaño y el material con que se elaboran. “Cuestan 2,500 lempiras con pólvora y 2,200 sin pólvora”, ejemplificó Girón, quien resaltó que la demanda aumenta a medida que se acerca el Fin de Año.
La entrevistada consideró que esta tradición es una manera de que el pueblo exprese su crítica y su inconformidad hacia las autoridades que gobiernan el país, al mismo tiempo que mantiene viva una costumbre cultural que data de varias décadas.
Mientras algunos compran las figuras listas, otros optan por ser los autores de sus propios pichingos, utilizando ropa vieja, zapatos, cartón, papel e incluso zacate seco para darle forma a sus muñecos.
Las figuras son colocadas en sillas o aceras de las calles días antes del Fin de Año, momento en que niños y jóvenes aprovechan para pedir dinero y llenar los monigotes de pólvora. “Un lempirita para el año viejo, no hemos hecho nada”, dicen mientras recogen monedas y billetes que servirán para los cohetes que acompañarán la quema.
Para muchos hondureños, quemar los muñecos es más que una tradición; es una forma de dejar atrás lo malo, mostrar su descontento con los políticos que no cumplen sus promesas y comenzar el nuevo año con esperanzas renovadas y energías renovadas.