Mientras los empresarios del transporte reciben anualmente 180 millones de lempiras por concepto de subsidio al servicio que prestan, los usuarios han pasado de pagar 3 lempiras a 11.
El duro golpe a los bolsillos de los más pobres es aún mayor cuando el ciudadano se enfrenta a los vicios de siempre: mismos conductores y cobradores maleducados, irrespeto a las leyes de tránsito e inseguridad, entre otros.
Según Marvin Galo, presidente del Sindicato del Transporte Urbano (STU), el subsidio es una regulación que ejerce el gobierno sobre el servicio a fin de que el usuario no pague el costo real de la tarifa.
“El costo real que debería pagar el usuario está entre 8.70 a 9.20 lempiras, por esto la población debe estar consciente de que el costo del pasaje no es en realidad de 3 lempiras”, argumentó.
De acuerdo con las declaraciones de Galo, un empresario del transporte recibe de parte del gobierno siete lempiras por cada pasaje cobrado, cuando este tiene un costo de tres lempiras.
Se estima que cada dueño de unidades de la ruta urbana recibe 500 lempiras diarios de parte del gobierno para prestar el servicio.
El presidente del STU asegura que la regulación del estado está lejos de ser un beneficio.
Negocio redondo
Pero ¿qué pasa con los rapiditos que sustituyeron a los buses grandes y que cobran 11 lempiras, ellos también reciben subsidio?
La respuesta del titular de la Dirección General de Transporte (DGT), Blas Ramos, es que “este bono solo lo reciben las unidades grandes, el servicio ejecutivo no está bajo este régimen”. Según Ramos, en la capital operan 1,250 unidades, las cuales reciben la bonificación del gobierno.
Sin embargo, hasta el momento no se conoce una depuración por parte de las autoridades de gobierno a fin de dejar de financiar a los empresarios del rubro por las 250 unidades de tres lempiras que fueron sacadas de circulación y sustituidas por rapiditos.
El funcionario afirmó que el compromiso de la DGT es proteger el servicio de tres lempiras, pero todos los cambios que se pretenden implementar para “mejorar el servicio” están pasando solo por el sistema de 11 lempiras.
El titular de la DGT anuncia con bombos y platillos la puesta en marcha de un “plan operativo de transporte” con el cual se pretende instalar cámaras de seguridad en los autobuses y cambiar el cobro en efectivo por tarjetas recargables.
El programa, según Ramos, iniciará con una prueba en los microbuses porque las unidades son nuevas y están más aptas para hacer modificaciones. Lo que desde ya muchos usuarios catalogan como el zarpazo final para lapidar el sistema de tres lempiras.