Minutos después de entregar a sus padres el último abrazo de año nuevo, la vida de Walter Jonathan Maradiaga Santos, de 10 años, sucumbía ante el estallido de un mortero.
Eran las 12:15 de la noche cuando la fuerza de la pólvora hacía estallar el brazo derecho y el costado del pequeño que había parado el juego tan solo atraído por el explosivo cilíndrico que cayó cerca del lugar donde se encontraba.
Y es que Walter había salido a jugar a un callejón frente a su casa, ubicada en la colonia Lazos de Amistad, para celebrar con otros niños la llegada de 2014.
En ese momento se escuchaban los estallidos de potentes morteros unas cuadras arriba de su hogar, pero sus padres no consideraron que eso representaría peligro y le permitieron al menor salir a jugar.
La alegría de los menores paró justo al momento en que vieron rodar uno de los morteros desde la parte alta donde se encontraban, de lejos se veía apagado.
Los menores al observar el cohete corrieron para atraparlo, pues pensaron que la pólvora se había quemado sin que hiciera reventar el papel que la envolvía.
Walter esta vez fue el más veloz y llegó primero hasta donde se detuvo el mortero, lo tomó y sin imaginar lo que representaría se lo colocó a la altura de la axila para sostenerlo y tratar de seguir con el juego.
Unos segundos después de haber atrapado el explosivo, Walter lanzaba un grito desgarrador, pues el pequeño con su brazo cercenado caía desplomado, al compas de miles de diminutos retazos de papel que cubrían la pólvora.
Ledis Avilés, familiar, recordó que fueron los vecinos del niño quienes lograron ver su trágico deceso, pues les estaban observando justo cuando el mortero explotó en el cuerpo del niño.
“Los vecinos empezaron a pedir auxilio y le avisaron a sus padres María Altagracia Santos y Agüero Maradiaga”, dijo Avilés.
Los progenitores salieron en veloz carrera de la casa y trataron de auxiliar a Walter, pero este ya había fallecido a causa de las múltiples heridas que le provocó la explosión de la pólvora.
El cuerpo inerte del pequeño quedó tendido en la calle, lugar donde durante sus 10 años de vida jugó con sus vecinos y parientes a la pelota y las carreras. La escena era desgarradora, el llanto de su madre y padre tocaron los corazones de hasta los más pequeños de la cuadra, y el luto que embargó de inmediato a la familia Maradiaga Santos se convirtió en colectiva.
De acuerdo con los relatos de vecinos, hombres y mujeres lloraron ante el trágico momento, pues uno de los niños del barrio perdía la vida.
Los padres del pequeño junto con los vecinos decidieron recoger el cuerpo sin vida y trasladarlo hacia el interior de casa para colocarlo en un ataúd donde fue velado desde la madrugada.
Familiares piden investigar el caso
Los familiares pidieron a las autoridades policiales investigar quiénes eran las personas que manipulaban los morteros en la parte alta del lugar donde se encontraban los menores, para que sean castigadas.
“Estos casos no pueden quedar impunes, tiene que haber responsables”, manifestó Avilés. El niño cursaría el cuarto grado en la escuela Leonso Valle del sector de Mata de Caña.
Los amigos y primos que compartieron con él menor fallecido manifestaron que Walter siempre fue obediente, muy conversador y cariñoso. En la escuela también había mostrado buen desempeño.
Según habitantes de la zona, esta es la primera ocasión que sucede un hecho de esta magnitud en el municipio, aunque sí se han reportado menores quemados en diferentes partes del cuerpo.
Autoridades
En Comayagua fue permitida la venta de pólvora, pero de bajo alcance explosivo, aunque los pobladores no cumplieron con las restricciones, pues siempre se comercializaron morteros de alto poder destructivo.
Según Felipe Arias, juez municipal, pese a los operativos que se montaron, en la comunidad no se logró detener este tipo de ventas, al grado que en horas de la madrugada lo que más predominó fue el estallido de morteros, uno de los cuales le arrebato la vida a Walter.
Heridos
En Tegucigalpa, en el hospital Materno Infantil, fue ingresado el niño Justin Antonio Martínez (13), residente en la colonia La Trinidad en Comayagüela.
Los médicos informaron que el menor sufrió quemaduras en su mano derecha al explotarle un mortero.
También fue ingresado Robin Emanuel Gutiérrez (10), residente en el municipio de La Libertad, Comayagua, quien fue trasladado al hospital capitalino.
Los médicos informaron que las lesiones que sufrió el pequeño son de gravedad y corre el peligro de perder su ojo derecho.
Ambos menores son atendidos en la Sala de Niños Quemados del Materno Infantil.
En la capital de Honduras se contabilizan
más de diez menores ingresados por quemaduras
provocadas por la manipulación de productos fabricados con pólvora.