Sucesos

'No van a poder escapar': Máxima seguridad en cárcel hondureña El Pozo

Para los reos de mayor peligrosidad, las visitas se recibirán en seis locutorios con un vidrio blindado de por medio

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22.09.2016

Santa Bárbara, Honduras
“Si los mandan al Pozo, les aseguro que no se van a poder escapar de ahí”. El oficial de alto rango a cargo de la seguridad retira sus lentes de sol, se escurre una que otra gota de sudor que comienza a rodar por los surcos de su frente y enfatiza: “esto es máxima seguridad, de aquí no se van”.

Se acomoda un chaleco anaranjado con franjas reflectivas y señala hacia los cuatro puntos cardinales: “vea bien, aquí tenemos cuatro torreones, a 100 metros uno del otro, desde ahí tenemos una visión del 100 por ciento, vigilancia las 24 horas; llegar hasta esta zona ya sería un suicidio”.

Estamos en el centro de penal de máxima seguridad de Santa Bárbara. Ahí, entre las 23 manzanas de terreno habilitadas, está la más temible de las celdas construidas hasta ahora en Honduras: El Pozo.

Una segunda nota del departamento de Comunicaciones de Casa Presidencial describe las fuertes restricciones y el riguroso sistema de seguridad implementado en el presidio.

Por órdenes del presidente Juan Orlando Hernández, en ese lugar ya han sido aislados los primeros 37 cabecillas de maras y pandillas que desde otras prisiones seguían ordenando masacres, extorsiones, atentados y otros actos de terror.

A 72 horas de su reclusión en El Pozo, muchos han comenzado a desear no haber nacido y no haber derramado sangre inocente del pueblo hondureño.

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La advertencia del Gobierno había sido clara en el sentido de que solo hay dos caminos: El bueno, que es vivir en paz y trabajar honestamente, y el malo, que es delinquir, ser capturados y encarcelados.

Los reportes de los órganos de seguridad del Estado establecen que más del 80 por ciento de los crímenes atroces y atentados criminales fueron ordenados desde las cárceles por los cabecillas de maras, usando para ello mensajes codificados a través de las visitas de amigos, parientes y parejas sentimentales.

En El Pozo, los 37 reos permanecen en celdas de dos por dos metros, sin luz solar y artificial, con overoles anaranjados, pelo rapado, sin joyas ni libros, sin derecho a visitas y recibiendo únicamente sus tres tiempos de comida y una hora de luz solar al día.

El nuevo centro ha sido construido con todos los parámetros internacionales para cárceles de máxima seguridad. Se ubica en Santa Bárbara, a la margen del río Ulúa, en el noroccidente de Honduras.

El nuevo centro ha sido construido con todos los parámetros internacionales para cárceles de máxima seguridad. Se ubica en Santa Bárbara, a la margen del río Ulúa.

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“Esto es un infierno, sáquennos de aquí”, decían los reos tan solo 24 horas después de su aislamiento.

Cada celda solo tiene una cama de cemento y hierro, un retrete, un bebedero y un espejo de aluminio. Ahí, dentro, el reo pierde hasta la noción del tiempo.

Para acceder a los dos módulos de máxima seguridad, que tienen capacidad para 80 reos, se deben cruzar al menos cuatro puertas blindadas.

Cada movimiento en El Pozo es seguido y vigilado por agentes penitenciarios que se auxilian de más de una veintena de cámaras de última generación.

Para salir de una celda, los reos deben sacar sus manos por una ventanilla rectangular donde les colocan los aros de presión, posteriormente se desactivan los cuatro cerrojos, se abre el candado y, una vez fuera, se colocan grilletes en los pies.

De esta forma es conducido hasta las duchas que también se encuentran dentro de celdas con puertas color rojo.

Para tomar la luz solar, el reo camina unos 10 metros por el segundo nivel hasta llegar a las celdas de cuatro por cuatro metros. Ahí, de pie, porque no hay ni bancas de cemento, observa hacia el cielo con láminas traslúcidas. Lejana se mira la libertad. Una hora y se acabó. Es hora de regresar a la celda que es testigo muda de su desgracia.

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Máxima seguridad
Este centro penal se encuentra ubicado a un margen del río Ulúa. Entrar al recinto no es nada fácil.

Una visita o un abogado defensor debe primero cruzar tres aduanas o “check point”. Cada uno de estos puntos de control tiene estrictas medidas de seguridad y protocolos.

La tecnología de última generación es fundamental. Decenas de cámaras vigilan cada puesto. Detectores de metal, escáner, rayos X y sistemas infrarrojos de vigilancia nocturna son parte del sistema.

Una vez cruzados los “check point”, los visitantes son conducidos hasta el pabellón especial para visitas. Estos lugares son conocidos como “centros de capacitación”. En las paredes se observan pizarras verdes con depósitos para borrador y tiza.

En el pabellón, se ubicarán las mesas y bancas para que los reos comunes dialoguen con sus parientes y amigos.

Agentes penitenciarios vigilan cada movimiento desde zonas especiales de monitoreo ubicadas en el segundo nivel y en los alrededores del pabellón.

Para los reos de alta peligrosidad, el protocolo será diferente. Los reos serán conducidos a través de un pasillo de unos 15 metros que conectan El Pozo con seis cabinas o locutorios. Del lado derecho estarán los abogados defensores o las visitas (cuando tengan derecho a ella) y del otro lado estará el recluso de máxima peligrosidad.

En todo el perímetro hay cuatro torreones con 100 por ciento de visibilidad. Cada centímetro es protegido por una zona roja con malla ciclón de cuatro metros y doble serpentina

En todo el perímetro hay cuatro torreones con 100 por ciento de visibilidad. Cada centímetro es protegido por una zona roja con malla ciclón de cuatro metros y doble serpentina.
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Un vidrio blindado incrustado en una placa de acero separa a los unos de los otros. El agente penitenciario estará a un metro, a espaldas del recluso, escuchando la interlocución con sus visitas.

En los dos módulos de máxima seguridad hay 40 celdas con capacidad para albergar hasta 80 reclusos, pero, de momento, la orden del Presidente es que solo haya un reo por celda.

Reos comunes
En el pabellón para los reos comunes hay ocho módulos, cada uno de ellos con 20 celdas. En cada celda hay capacidad para albergar nueve privados de libertad, es decir, una población de 1,440 personas.

Aunque son reos de mínima o media seguridad, estos permanecerán dentro de las celdas y solo saldrán al patio en horarios controlados por las autoridades.

En el centro del patio hay varias mesas y bancas de cemento. A un extremo, un sistema de diez duchas sin paredes ni vidrios ni barrotes.

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En estos ocho módulos los privados de libertad recibirán también una colchoneta y solo podrían tener consigo un kit de accesorios de higiene personal (pasta de dientes, cepillo, papel higiénico y un jabón).

Dentro de cada celda hay un retrete o servicio, un bebedero y un espejo de aluminio pulido y reforzado.

La zona de seguridad
Salir de los ocho módulos no será posible a menos que el privado de libertad sea conducido de forma controlada hacia los talleres, enfermería o la capilla.

El sistema de máxima seguridad prevé 150 agentes penitenciarios para los dos módulos de máxima seguridad y 300 agentes para los ocho módulos de reos comunes o de mínima y media seguridad.

Todo el perímetro está protegido con una zona roja. En el extremo caso de que un recluso logre llegar hasta ahí, los agentes están autorizados al uso de armas de reglamento para impedir la fuga, todo conforme a los manuales de procedimientos aprobados por la Organización de las Naciones Unidas para la reclusión de personas en prisiones de máxima seguridad.

La zona roja tiene en sus puntos cuatro cardinales los cuatro torreones. Una malla ciclón de cuatro metros, con doble serpentina terrestre y aérea, marca todo el perímetro.

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Si un recluso logra saltar esta primera barrera, se encuentra cinco metros después con otra barrera de malla ciclón con doble serpentina. Dentro de esa zona, los agentes penitenciarios pueden hacer uso de sus armas de reglamento para neutralizar y sin provocar la muerte al privado de libertad.

El Pozo fue construido con todos los estándares internacionales, garantizando la seguridad de la población en general, de los privados de libertad y de los agentes penitenciarios.