FRANCISCO MORAZÁN, HONDURAS.- Un lamentable hecho ocurrió este lunes afuera de un centro escolar de Guaimaca, en el departamento de Francisco Morazán.
Un menor de edad, de 10 años, fue asesinado cuando salía de sus clases de la Escuela República de México, en horas del mediodía.
El pequeño fue identificado como Jeremy Janiel Zúniga, quien fue atacado a machetazos por un individuo, con presuntos problemas mentales.
Según versiones preliminares de algunos testigos, el hombre habría asesinado al menor por haberse negado a compartirle un jugo que él llevaba.
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Se cree que el menor caminó herido durante varios metros, pero finalmente se desvaneció y su cuerpo quedó tendido en la calle, cubierto de sangre.
Sus parientes, que comenzaron a llegar tras ser avisados de la tragedia, corrían a abrazarlo y alzarlo en sus brazos, mientras lloraban desconsolados.
“¡Ay, Señor, me duele verlo así... Me duele, Jeremy!”, “¡Papi, levantate, bebé!”, gritaban sus familiares ante la mirada impotente de sus vecinos de la aldea El Ocote.
En la escena del crimen incluso quedó el jugo en bolsa que presuntamente habría detonado la repudiable agresión en contra de Jeremy.
En su desesperación, el padre del menor, quien únicamente fue identificado como Luis, cargó el cuerpo de su vástago y caminó con él varios metros, como si intentara llevarlo por sí mismo a un centro médico para salvarle la vida o con rumbo a su vivienda para que no siguiera expuesto en la calle.
Al llegar a un sector más alejado, el padre se desplomó en el suelo, siempre sosteniendo a su hijo en brazos y lloró amargamente mientras se aferraba a él.
Captura
Minutos más tarde, la Policía Nacional del sector fue notificada sobre la ubicación del presunto asesino.
Una patrulla policial se trasladó hasta la residencia del supuesto hechor, hasta donde había llegado para refugiarse.
Según versiones, fue la misma familia del individuo quien lo denunció, con el objetivo de evitar que la comunidad, enardecida, tomara la justicia por sus manos.
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La población de ese sector se mostró consternada ante lo sucedido y declaró que el menor, quien cursaba el cuarto grado, era un niño muy tranquilo y dinámico.
Sus docentes lloraban desconsolados al ver su cadáver tirado en la calle e intentaban que los demás menores no vieran la cruel escena.
