Más de 3,400 expandilleros que decidieron abandonar los grupos delincuenciales a los que pertenecían y otros ciudadanos, han borrado los tatuajes que portaban en sus cuerpos mediante el programa 'Borrón y vida nueva'.
Del total de beneficiados, el 80 por ciento son expandilleros y exmareros, explicó Enoc Padilla, del Programa Nacional de Prevención.
No obstante, 'no se le quita el tatuaje a todo el que quiera quitarse, sino a las personas que han recibido una rehabilitación y (son) respaldados por una institución que garantice que han dejado una vida de violencia', indicó.
Además de los antiguos integrantes de maras y pandillas, el programa también atiende a personas que por deseo o voluntad propia se han realizado un tatuaje y desean borrarlo, pues 'todo lo que es tatuaje tiene que ver con discriminación en nuestro país', dijo Padilla.
Eliminar un tatuaje, señaló, 'abre puertas a un empleo' y a la reinserción social.
Además de Tegucigalpa, el programa se ha extendido a otras ciudades de Honduras como La Ceiba y San Pedro Sula. Próximamente se implementará en Choluteca y Comayagua.
Para eliminar los tatuajes se utiliza un láser especial, que tiene mayor efectividad y deja menos cicatrices. Cada máquina usada en el proceso tiene un costo de 1.3 millones de lempiras.
Entre otras iniciativas para reducir la violencia provocada por las pandillas y maras en Honduras, se ha planteado aplicar un pacto similar al registrado entre grupos delincuenciales en El Salvador.