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Rommel Martínez, director de la DPI, un estudioso de la investigación criminal

‘Vean al policía como un ser humano, más allá de un uniforme’

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01.02.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Hijo de un santabarbarense y de una olanchana, pero nacido en las ciudad de los zorzales, San Pedro Sula. Creció en la popular colonia Fesitranh, donde aún conserva muchos de sus amigos de las potras infantiles, en las polvorientas calles de ese barrio sampedrano.

Su pasión por la carrera de las armas comenzó desde que era un niño; tal vez en aquel momento no imaginó lo largo que llegaría.

Él es Rommel Armando Martínez Torrez, actual director nacional de la Dirección Policial de Investigaciones (DPI). Entre sus múltiples ocupaciones hizo un espacio para dialogar con nosotros.

¿Cómo inicia esa pasión por la carrera de las armas?
Mi secundaria la hice en el Liceo Militar del Norte, en aquel entonces era parte de la orgánica de las Fuerzas Armadas y por la formación que tuve en el colegio conocí lo que significaba la carrera de las armas en sus diversas especialidades, fue por ello que tuve la inclinación hacia los esquemas de seguridad.

¿Tuvo el apoyo de sus padres al momento que quiso ser oficial de Policía?
Sí. Mis padres siempre fueron partícipes de respaldar nuestra preferencia en materia de educación. Si bien es cierto que yo estudié en el Liceo Militar del Norte en la década de los ochenta, cuando existían características propias en el país, siempre hubo en mi familia
ese soporte.

¿Fue difícil emigrar del norte, dejar a su familia y venir a la capital a la Academia Nacional de Policía?
Sí, soy originario de San Pedro Sula y a raíz de eso me trasladé al internado de la Anapo, en la aldea El Ocotal, donde actualmente funciona la Secretaría de Seguridad, en la capital.

Su tiempo libre lo dedica a la lectura, en especial libros de investigación criminal y novelas policíacas. Foto: Emilio Flores/EL HERALDO

Su tiempo libre lo dedica a la lectura, en especial libros de investigación criminal.

¿Cómo fueron esos primeros días en la Academia?
Bueno. Yo venía un poco familiarizado con el régimen porque venía de un colegio militar, por supuesto de que al principio uno resiente la separación prolongada de su familia; yo ingresé a la Academia a los 16 años, era un niño todavía.

¿Cuál fue su primera asignación como oficial de la Policía Nacional?
Me gradué en diciembre de 1993, en ese momento fui asignado al Comando Regional No. 2 (Core 2), para esa fecha todavía pertenecíamos a las Fuerzas Armadas; llegué como subteniente a San Pedro Sula y me desempeñé como oficial patrullero.

¿Su preparación académica en investigación criminal la realizó en el país o en el extranjero?
He tenido la dicha, a Dios gracias y a esta institución, de estudiar en el extranjero. Tuve estudios de posgrados en la Escuela de Carabineros de Chile, en donde obtuve las especialidades en Criminalística y en Investigación Criminal, además, en México, en la Universidad de Guadalajara, cursé mi maestría en Criminología.

¿Desde que salió de la Anapo siempre se dedicó a la investigación criminal dentro de la Policía?
Mi orientación siempre fue la investigación criminal, siempre mi formación y especialización fue dirigida a investigación criminal e inteligencia, toda mi vida ha orbitado sobre ello.

¿Cuál es su fuerte en la investigación criminal?
El hecho de injertar esquemas novedosos en el abordaje de los casos constituye una de mis principales fortalezas, el hecho de haber promovido estos laboratorios de policía científica podría marcar la diferencia.

¿Ha enfrentado situaciones en las que haya puesto en riesgo su vida?
Desde perder la vida hasta equivocarse por un mal procedimiento y terminar en la cárcel. A lo largo de mi carrera he tenido tres enfrentamientos. En uno de ellos, el 24 de diciembre del 2008, yo iba al mando de un operativo en la aldea Las Delicias, de La Ceiba, y el saldo fue dos policías y un secuestrador muertos. Una de las vivencias más traumáticas fue entregarles a sus familias el cuerpo sin vida de los compañeros, en pleno 24 de diciembre.

¿Qué tipo de presiones tiene Rommel Martínez al estar al frente de la DPI?
De todo tipo. La primera es la que surge de mi propio ser, procuro siempre tener una respuesta satisfactoria en cumplimiento del deber, presión de las familias de las víctimas, de medios de comunicación, del alto mando de la Policía Nacional y de las autoridades políticas que están a cargo de la Secretaría de Seguridad.

¿Cómo controlar esas situaciones complejas, propias del trabajo?
Debo de tener la capacidad de resistir estas presiones para no precipitar mis acciones y equivocarme, pero también debo tener el cuidado de no retardar mis acciones de manera que esa dilatación propicie que los casos queden en impunidad.

¿Cómo logró combinar el servicio a la Policía y el tiempo a la familia?
Todos los que abrazamos esta noble carrera tenemos cierta desagregación del núcleo familiar. En los primeros años difícilmente uno tiene la oportunidad de compartir todos los momentos que pretende con su hijos; en mi caso, mis hijos ya son adultos y en su infancia me tuvieron muy poco.

Su tiempo en familia es corto, pero lo sabe aprovechar. En la imagen con su nieto Sebastián. Foto: Emilio Flores/EL HERALDO

Su tiempo en familia es corto, pero lo sabe aprovechar. En la imagen con su nieto Sebastián.

Parte de su familia vive en el extranjero. ¿Están fuera para no exponerlos a potenciales peligros debido a su trabajo?
El riesgo de este trabajo ha sido a lo largo de toda mi vida y la de ellos, sin embargo, la oportunidad de la salida de mis hijos se da por razones de estudio, ellos recibieron media beca para sus estudios, pero ellos el día de mañana piensan regresar a Honduras.

¿Cuáles son sus pasatiempos cuando está fuera de sus labores diarias?
Soy un amante de la lectura, prefiero leer libros que tienen que ver con investigación criminal y novelas policiacas. También soy amante de los animales, principalmente de los perros. Soy muy aficionado a la serie The Simpsons, por esa razón llamé Homero a mi perro y juego fútbol.

¿Cómo recuerda esos años en la Fesitranh?
Viví en la Fesitranh desde que tenía cinco años. Recuerdo que todos los 31 de diciembre siempre se jugaba un partido de fútbol entre jóvenes y adultos, y tengo ese recuerdo desde que era un niño. Esa es una tradición que se mantiene hasta el día de hoy.

¿Visita siempre la colonia Fesitranh, aunque ya no viva allí?
Claro, siempre que puedo visito la Fesitranh. Tengo muy buenos amigos allí.

Tenía unas horas de haber tomado el mando de la estación policial de La Granja cuando se dio el asesinato del hijo de la rectora Julieta Castellanos y su amigo. ¿Qué pasó en ese momento?
Recuerdo que llegué un viernes 21 de octubre (de 2011) y el hecho se dio el sábado 22, tenía menos de 24 horas de haber llegado. Creo que cooperamos desde un inicio para que al final el caso no quedara en la impunidad. En el primer momento siempre hay una nebulosa en donde puede ser objeto de una investigación -y yo lo fui- y así debió ser.

Ese hecho dio paso a la depuración de la Policía Nacional. ¿Es algo inolvidable para usted?
Me tocó estar en ese momento preciso. Eso en principio marcó un parteaguas porque a partir de allí se promovió por parte de la veeduría social lo que al final ha generado una institución policial diferente, que poco a poco irradia más confianza, con mayores controles, incluso de nosotros mismos como altos funcionarios.

¿Aspira a convertirse en el director general de la Policía Nacional?
Creo que en su debido momento y respetando la trazabilidad jerárquica, todos los oficiales de Policía debemos aspirar a ser directores generales de la Policía Nacional, porque eso mantiene viva la competencia en el buen sentido de la palabra, el deseo de seguir haciendo las cosas bien y la expectativa de generar bienestar en el país.