Siempre

Un premio que salvaguarde la literatura hondureña

El Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa no debe ser un evento misceláneo, sino un proyecto de Estado para dignificar la literatura
28.12.2022

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Hace unos días escribí un artículo sobre mi percepción de las críticas por el otorgamiento del Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa, el mayor galardón en materia literaria que otorga el Estado de Honduras, al poeta Rolando Kattan, y sobre la importancia de este premio en la vida cultural de Honduras, aunque actualmente esté deslegitimado, venido a menos o desprestigiado porque se le ha otorgado a muchas personas sin méritos y es liderado por otras personas que no conocen nuestra literatura y mucho menos son capaces de organizar la institucionalidad cultural y administrativa que exige esta responsabilidad.

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En ese artículo yo planteaba una pregunta ¿Rolando Kattan merece el Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa? porque tengo la creencia que en este momento existen voces consolidadas de nuestra poesía que también merecían este premio, y que tienen altura literaria e histórica como la obra de Leonel Alvarado, por ejemplo.

Rolando Kattan es uno de nuestros mayores poetas. Pocos autores hondureños han forjado una obra como él y este reconocimiento debe prevalecer.

Esta lección la he aprendido con el tiempo, pero se actualizó estos días que mi editora y yo intercambiamos argumentos sobre ese artículo mío acerca de Rolando Kattan y el Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa, deteniéndonos en la postura ética y en la reflexión de lo que realmente es importante en este caso: la obra premiada y el premio.

De esta conversación y ejercicio profesional, surgieron varias preguntas que han enriquecido mi percepción y por las que tengo gratitud con mi editora: ¿Por qué condenar a Rolando Kattan cuando el premio lo ha recibido mucha gente sin méritos literarios? ¿Por qué creer que un premio tan devaluado le suma a un poeta que tiene uno de los premios más importantes de América Latina como lo es el Casa de América de Poesía Americana? ¿Por qué creer que un premio de un gobierno de izquierda salvará a un poeta con una de las biografías más robustas de los últimos tiempos? ¿Cuál es la responsabilidad del Estado para generar una política cultural del premio que dignifique a la literatura y a sus escritores? ¿Qué debe recibir un escritor que gane el premio? ¿Cómo hacer trascender el premio más allá del evento de entrega para que sea referencia en los programas de estudio en todos los niveles del sistema educativo?

Aunque yo opinaba que era el momento de reconocer a un poeta de la generación anterior, es vital definir que Rolando Kattan sí tiene suficientes méritos para que se le otorgara el Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa, y que viendo el escenario de premiaciones anteriores más bien la obra de Rolando Kattan le da un buen perfil al premio y es un buen punto de referencia para futuras candidaturas al galardón.

En nuestro diálogo mi editora me comentaba “¿Necesita Rolando Kattan un Premio Nacional de Literatura venido a menos desde hace años, para tener un reconocimiento más allá de Honduras? Yo creo que no, y creo que Rolando también lo sabe, y lo saben todos los de este ambiente literario que cada vez se muestra más egoísta” y eso es verdad.

Es un aprendizaje que reta a volvernos escritores profesionales y a trascender por sobre las capillas literarias que no le importan a la historia, a los grandes círculos de la vida cultural y peor, a la poesía.

Rolando Kattan nació en Tegucigalpa, Honduras en 1979. Es poeta y gestor cultural, miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua y miembro de número de la Academia Hondureña de la Lengua.

Ha publicado los libros de poesía: “Exploración al hormiguero” (Editorial Sexta Vocal, Tegucigalpa 2004); “Poemas de un relojero”, (Costa Rica, 2013); “Animal no identificado” (Ed. Gattomerlino, Italia, 2013); “Acto textual” (El Ángel Editor, Ecuador, 2016); “El árbol de la piña” (Ed. Cisne Negro, Honduras, 2016), “Luciérnaga de otoño” (Ed. Cisne Negro, Honduras, 2018), “Un país en la fronda” (Raffaelli Editore, Italia, 2018), “Epístolas en aguamarina” (Ed. Cisne Negro, Honduras, 2020), “Gabinete de curiosidades” (Ed. La Garúa, España, 2020) y “Los cisnes negros” (Visor Libros, España, 2021).

Su poesía ha sido publicada en revistas, libros o antologías de veintiocho países, traducida a catorce idiomas y ha sido invitado a leer su obra en festivales y lecturas de treinta países.

Entre los premios a su obra destacan el Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa 2022, el XX Premio Casa de América de Poesía Americana, Mención de Honor en el concurso centroamericano Bienal de Poesía Rubén Darío.

Es fundador de los sellos editoriales Mano Nostra, Cisne Negro y Leer es Fiesta. Fundó el taller de poesía Alicanto, el encuentro internacional de poesía Semana Alicanto y es miembro fundador del colectivo Paíspoesible.

El Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa fue creado mediante Decreto Legislativo n. 100 con fecha 11 de octubre de 1967 y lo lidera la Secretaría de Educación de Honduras.

El jurado del Premio se integra por un miembro de la Academia Hondureña de la Lengua, un miembro de la Asociación de Prensa Hondureña y un miembro de la Secretaría de Educación de Honduras, que invita a entidades públicas y privadas, desde universidades, instituciones educativas y colegios gremiales a proponer personas para que acepten ser candidatas.

El Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa no debe ser un evento misceláneo, sino un proyecto de Estado para dignificar la literatura.

Debe ser la mayor referencia del debate literario donde se discurse, se investigue y se discierna por qué hablamos de obras esenciales y vivas en nuestra cultura.

Es recomendable cambiar las reglas. No se trata de que cualquier persona pueda autoproponerse o ser jurado.

Esa idea democrática y políticamente correcta no funciona con la literatura, pues como tal un escritor posee una obra, una trayectoria y un reconocimiento crítico.

No se trata si la obra es aceptada, o tiene popularidad o “créditos políticos” o es “digna” a secas. Se trata de entender que las obras literarias son complejas, algunas incluso incomprendidas, herméticas, tanto que requieren de hondos estudios, de miradas expertas porque representan la cultura humana.

El Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa debe tener un jurado y una junta lectora de expertos en literatura. La junta lectora debe actuar como prejurado que revisa propuestas y presenta, por méritos literarios, quiénes son los escritores finalistas para que el jurado del premio haga su trabajo: escoger entre lo mejor aquello que es trascendental.

Lo otro es que el Estado debe otorgar una cuantiosa cantidad de dinero por el premio porque reconoce una vida al servicio de las letras, realizar la edición de la obra completa del galardonado, distribuirla en todos los centros educativos del país y brindar una pensión vitalicia al escritor para que pueda disfrutar de su madurez, desarrollando aún más su talento, ofreciéndole oportunidades para que su obra trascienda y crezca nuestra literatura.

Se puede salvaguardar el Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa y recuperar nuestra memoria literaria, darlo póstumo a quienes se les negó por estigmatización política, por misoginia o por pobreza.

Reconocer a aquellas mentes brillantes que no tuvieron quién les hiciera el lobby o no se enlistaron en los escuadrones literarios del compadrazgo.

Dárselo a Amanda Castro, a Edilberto Cardona Bulnes, a Luis Díaz Chávez, por ejemplo, o a quienes han dejado obras que pasaron la prueba del tiempo y conservan su plenitud como los padres y madres fundadoras de nuestra literatura.