Siempre

Jorge Ávila, un pintor autodidacta, orgullo de Danlí

Aprendió a pintar desde que era un niño y por más de 40 años ha plasmado el realismo de sus fotos en sus obras de arte

FOTOGALERÍA
28.04.2018

El Paraíso, Honduras
Comenzó siendo fotógrafo, pero las imágenes a través del lente lo fueron cautivando cada vez más, tanto que quiso retartarlas con el pincel. Hoy Jorge Arturo Ávila Morales, un danlidense de corazón, convicción y vocación, es un gran pintor autodidacta en este arte.

Lo impresionante de su talento forjado desde el nursery es que cada obra es una copia casi perfecta de la fotografía, cada rasgo en sus personajes y objetos que sirven de musa se ven tan reales como si se apreciaran directamente del lente fotográfico.

Jorge resume que la fotografía ha sido parte de su vida, pero la pintura, una pasión de toda ella. “Aprendí a dibujar y a pintar en el transcurso de mis días. Desde que estaba niño, en primer grado, ya plasmaba mis dibujos. Lamentablemente los pocos recursos económicos de mis padres no me ayudaron para estudiar arte. Todo lo que sé lo he aprendido en el camino”, nos cuenta.

Por la limitante solo completó la secundaria en el Instituto Departamental de Oriente (IDO) donde obtuvo el título de Perito Mercantil y Contador Público.

Sin embargo, este entusiasta artista recuerda que al principio hubo errores, dibujos que no le gustaban ni a los gatos de la casa, pero con perseverancia y empeño fueron mejorando y perfeccionando su técnica.
La fotografía fue su escuela pues a través de ella aprendió a fijarse en cada color, luz o sombra y hasta en el detalle más minúsculo que le de realismo a sus cuadros familiares, de rostros y paisajistas.

Es justamente el realismo el estilo que más atrapa a Jorge. Los rostros de su esposa y sus hijos han sido la inspiración para muchas de sus obras.

Ya varias de sus pinturas han cruzado la frontera. “He tenido mucha gente que le ha gustado mis retratos y me los han comprado. Más de alguno anda en el extranjero, ja, ja, ja”, afirmó.

Aunque reconoce que la pintura no es una práctica barata, el deseo de Jorge es seguir evolucionando y perfeccionar su técnica y mantenerse vigente hasta que Dios le preste vida.

En el pequeño e improvisado estudio que habilitó en su casa, Jorge se dedica horas y horas al pincel. “Todos mis tiempos libres los dedico a pintar, es mi pasión”, contó.

Aún a sus 50 años, tiene la esperanza de estudiar el arte de la pintura, pero con la ayuda de alguna institución pública o privada porque el sueldo que devenga solo alcanza para el sustento de su hogar.