Siempre

A dónde van los niños cuando mueren

Médicos mexicanos reúnen una serie de relatos que narran las experiencias dolorosísimas con niños que sucumbieron ante la adversidad de una enfermedad incurable

19.04.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- oy a referirme a un pequeño opúsculo dirigido por el Dr. Armando Garduño Espinosa, del Departamento de Soporte para la Calidad de Vida, del Instituto Nacional Pediátrico de México. El Dr. Garduño reunió una serie de relatos que fueron escritos por él y otros por sus colaboradores, que relatan las experiencias dolorosísimas con niños que sucumbieron ante la adversidad de una enfermedad incurable. El libro lleva el nombre de esta reseña: “A dónde van los niños cuando mueren”.

Estos profesionales han observado el estoicismo de los niños que saben que van a morir irremediablemente: “luchan como guerreros”.

La muerte siempre ha sido un asunto esencial para los mexicanos y para todos los humanos. Los antiguos habitantes de México consideraban a la muerte como un paso a otra vida. Los niños iban al Chichihuacuauhco, ahí los árboles manaban leche para alimentarlos.

Me tocó atender, en su casa, a un chico de unos 12 años con leucemia terminal. Ya no le recibían en el hospital, pero tampoco el sistema de salud le brindaba la atención que merecía en su casa. Yo fui a canalizarle una vena para aplicarle un suero. Fue una experiencia traumatizadora: el chico parecía una regadera, sangraba por todos y cada uno de los sitios en donde le habían introducido una aguja. Él no se quejaba y esperaba el momento, inminente, con un estoicismo.

Las historias que contiene el libro son conmovedoras. Nos llegan hasta el fondo de nuestros sentimientos, yo diría que nos hace derramar lágrimas; pero también son alentadoras porque reflejan la sagrada vocación de servicio de médicos, enfermeras y otro personal de la salud y, sobre todo, porque nos alienta el conocer que los chicos, en el trance de saber que van a morir, lo asumen con una valentía como no la tenemos muchos de los adultos.

Me referiré a una, que la estimo suficiente para que el lector se forme una idea de lo hermoso del libro. Se llama “Una oportunidad”. Es la historia de Josué, un niño de ocho años de edad, con leucemia en estado terminal –han fallado los tratamientos y no queda más que hacer, solo esperar el desenlace-. La madre no aceptaba la situación, estaba completamente golpeada y sufría de manera indescriptible. Esto lo miraba Josué. Los médicos le informaron a la madre que la muerte de su hijo era inminente y le permitieron a la señora estar con él.

Ella no paró de llorar durante tres días al pie de la cama y Josué sufría más por la angustia de su madre que por su enfermedad. Josué estaba en el borde de la muerte y le contó a su mamá que cuando estaba muy grave y dormía profundamente “se encontró en un camino lleno de luz y un señor le decía es hora de que te quedes aquí, pero yo estaba muy preocupado por ti, porque no parabas de llorar, nada te consolaba; entonces le dije a este señor, que quería otra oportunidad para estar unos días más contigo, llorabas mucho, y quería regresar contigo unos días más”.

Todas las historias están escritas con un lenguaje muy sencillo, lleno de emoción y de verdadero sentimiento solidario. Está, en cada renglón, puesto el corazón de los autores, una especie de grito de desconsuelo y de esperanza, pero también la plena satisfacción del deber cumplido, tanto con el moribundo como consigo mismos y con los parientes, sobre todo con los padres. De esta suerte, el libro se lee sin parar, porque las historias atrapan al lector y no le permiten cerrarlo hasta que se llega al final.

Entonces también nos damos cuenta de que tras la última palabra han quedado nuestros sentimientos en vilo, con una angustia existencial que nos llena de incógnitas: ¿Por qué mueren los niños? ¿Habrá realmente un Chichihuacuauhco, en dónde los árboles manan leche para alimentarlos?

Estos soliloquios me han venido a mi conciencia con motivo de la relectura del libro y debido a la situación angustiante que enfrenta la humanidad con motivo de la pandemia del coronavirus que ya ha cobrado la vida de algunos niños. Es el momento de cuidarlos y permitirles que cumplan con sus sueños

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