FILOSOFÍA. En su libro de filosofía humanista titulado “De tenebris ad lucem”, o sea “De las tinieblas a la luz”, Emec Cherenfant escribe: “¿Qué es lo que es? La naturaleza humana va más allá de lo que se espera de ella y nos lleva del yo a la circunstancia por el camino de nuestras propias decisiones. En nosotros están el bien y el mal. Decidimos el camino a seguir y nos alegran o nos aterran las consecuencias. Cuando elegimos por influencias externas, muchas veces, la razón queda a un lado y dominan las emociones. En este punto, se hace camino al andar, y su final es solamente nuestra responsabilidad. El despecho, por ejemplo, es una de las emociones más dolorosas y más crueles. Nace del amor traicionado y se convierte en fuente de grandes males. Y aquí podemos aplicar aquella sentencia que estará entre nosotros por la eternidad: ‘El que esté libre de pecado, tire la primera piedra’. Si es verdad que ‘yo soy yo y mi circunstancia’, también es verdad que la circunstancia es un producto nuestro, sencillamente, porque lo que sembramos es lo que vamos a cosechar; y bien sabemos que en el hombre está el poder de crear y destruir, la mayoría de las veces, a sí mismo. Veritas veritatis, est omnia veritas!”.
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Este caso está lleno de esas verdades que ha escrito en su libro el doctor Cherenfant. “El ser humano es autor de su propio destino” -ha dicho-. Y, Marta, lo comprendió demasiado tarde.
Fue en los últimos segundos de su vida que se dio cuenta que los efectos de nuestras decisiones han de seguirnos hasta el final.
Cuando encontraron su cuerpo helado, rígido y con una máscara de terror en su rostro, el detective de homicidios H-3 entendió que Martha no había muerto por una “banalidad”.
“A esta mujer la asesinaron por algo grave que hizo en su pasado -dijo el H-3, viendo detalladamente y sin prisa, la escena del crimen-. No es un homicidio, es un crimen planificado y esperado con paciencia, pero más con odio... Y, ¿por qué?”.
Hemos dicho siempre que el H-3, Adán del Cid, es y será el mejor investigador criminal de Honduras. Su cerebro es una máquina de pensar y nada se escapa a su análisis, a su lógica, a su poder de deducción.
La escena del crimen es como un libro abierto -dice-; lee en ella el que sabe leer y ama esta profesión”.
Pero, había algo más. Otro cuerpo justo frente al de Martha. Se llamaba Nina y tenía tres años de estar privada de su libertad por tráfico de drogas.“Esta mujer no debía morir -dijo el H-3, acercándose a Nina y viéndola de cerca-; creo que vio algo y tuvieron que callarla”.
MARTA
Tenía cuatro años de estar presa. La condenaron a nueve años por extorsión. Tenía treinta y cuatro años de edad cuando murió. Las autoridades dijeron que era una privada de libertad “tranquila”, que no buscaba problemas nunca, que colaboraba con el centro y era muy estimada por sus compañeras del hogar. Además, se había convertido a Cristo y predicaba con verdadera convicción a quien quisiera escucharla. Cuando el H-3 supo que no tenía enemigos ni adentro ni afuera dudó mucho. Además, Nina era una muchacha de apenas veintitrés años. Un día, quiso llevar marihuana a su novio, que estaba detenido en la Penitenciaría de Varones, y durante el registro, cuando le dijeron que hiciera sentadillas, después de que se quitó su ropa íntima, salió de su vagina un paquete... Se declaró culpable y la condenaron... Pero, ahora estaba muerta. Tenía una herida grotesca en la garganta y en la herida estaba todavía el cuchillo; un largo, grueso y puntiagudo cuchillo de cocina que le había salido a un lado de las vértebras cervicales. El H-3, que la veía una y otra vez, notó que en sus labios había “algo enrojecido”, como si hubieran hecho presión en la boca para callarla, mientras le daban la herida mortal.
“Alguien no quería testigos -dijo el H-3-. Además, vemos que en la sábana de Nina hay manchas de sangre, gotas de sangre que, seguramente, son de Marta... Y si vemos bien hay una pequeña mancha de sangre en el suelo, en el pasillo que separa las dos camas... Creo que la asesina de Marta al darse cuenta que había sido vista actuó con rapidez, cayó sobre Nina, le puso una mano en la boca, la obligó a callar, porque, tal vez, dejó escapar algún grito, y la mató... Ahora, tenemos que saber ¿por qué mataron a Marta? ¿Quién le quitó la vida?”.
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CAPTURA
La capturó la Policía Antiextorsión después de salir de un mercadito donde acababan de pagarle una gran cantidad de dinero. Se comprobó que no pertenecía a ninguna organización criminal y que actuaba dirigida por su marido. En sus cuentas de banco encontraron entradas y salidas de dinero y Marta no trabajaba. Tenía seis años de vivir maritalmente con Godofredo, y no tenían hijos. Godofredo tenía su propio taxi. ¿Qué había pasado con Marta?
Estaba muerta, el terror se pintaba en su rostro y la herida que tenía en la garganta y que la cruzaba de lado a lado le había quitado la vida después de una corta, aunque terrible agonía. Se desangró y sus manos estaban rojas en sangre porque quiso cerrar la herida con ellas. La almohada, su pecho y los lados superiores de la cama estaban manchados de sangre. El H-3 dijo:“Nadie vino de afuera a matar a esta mujer; la asesina está aquí con ella. Y, digo asesina, porque no veo hombres en este hogar y el portón fue abierto hasta las cinco de la mañana, cuando las compañeras de las víctimas dieron la alarma... Tenemos dos muertes y una criminal... Y la vamos a encontrar”.
Calló por un momento el detective y luego dijo:“Hay que saber quién era Marta, no solo que se dedicó a la extorsión, sino, algo más; algo que le provocó la muerte”.
Reflexionaba en voz alta.“¿Dónde vivía Marta antes de ser remitida a la cárcel? ¿Qué hizo, además de la extorsión? ¿Hay algo en su pasado que le causó una enemistad tan grande? Y pregunto esto porque sabemos que aquí no tenía enemigas, que se llevaba bien con sus compañeras y que era servicial y estimada... Entonces, ¿por qué matarla? ¿Quién es la asesina? ¿Qué motivos tenía para quitarle la vida?”.
H-3
El detective iba despacio de un lado a otro del pasillo. Veía cada centímetro cuadrado del suelo, se agachaba, miraba, olía, pero solamente una mancha de sangre había en el piso, la que estaba entre las camas de las víctimas.
También las manchas de sangre en la sábana de Nina.“La atacaron desde la izquierda -dijo el detective-, y la hirieron con la derecha. A Nina la atacaron desde la derecha, con la mano izquierda le sellaron los labios, y la asesina, que ya sabía lo que iba a hacer con el cuchillo, lo dejó en el cuello de Nina y no en el de Marta, como era su intención al principio, antes de ser descubierta mientras atacaba a la primera mujer”.
El H-3 hizo otra pausa.“¿Quiénes se bañaron ya?” -preguntó.La coordinadora del hogar, le respondió:“Siete mujeres nos bañamos ya”.“¿A qué hora se bañan, por lo general?”.“A las cuatro, cuatro y media de la mañana”.“¿A qué hora descubrieron los cuerpos?”.“A las cinco, cuando ya había luz natural... Aquí, nadie enciende luz, para no molestar a las internas... hay una hora para eso”.“¿Tenía alguna enemiga esta mujer?”.“Marta, no, al menos que yo sepa”.“Y se supone que usted lo sabe todo aquí”.“Casi todo”.“Si alguien tiene algo en contra de una interna, ¿lo sabría usted?”.“Sí, claro... Y de inmediato las separamos... Enviamos a una a otro hogar, y se aplica un castigo a la que queda”.“¿Castigaron alguna vez a Marta?”.“Nunca”.“Castigaron alguna vez a alguien por causa de Marta?”.“Nunca... Jamás tuvo problemas con nadie”.“¿Marta conocía a alguien cuando ingresó a la cárcel?”.“No, de eso estoy segura”.“Alguien que ingresó después de Marta, ¿la conocía?”.“No, que yo sepa... Si hubiera sido así, yo me hubiera dado cuenta. Cuando ingresa alguien conocida, o es alegría, o es temor... Entonces se actúa como se debe actuar. Pero, nada de eso pasó con Marta... Ella no conocía a nadie cuando ingresó y tampoco la conocía nadie que ingresó después de ella”.“Tenía relaciones amorosas Marta con alguna interna”.“No” “¿Sabe si alguna de sus compañeras pretendía amorosamente a Marta?”.“No... Y si alguien la hubiera molestado, yo lo habría sabido... Aunque aquí está prohibido ese tipo de relaciones, siempre se dan, pero a nadie le interesa andar divulgando nada... Cada quien lleva su vida lo mejor que puede”.“¿Sabe si Marta estaba enamorada, o interesada románticamente en alguna compañera, aquí, o en otro hogar?”.“No”.“¿Es posible?”.“Por lo general, las internas se llevan mejor entre las compañeras de hogar... Aquí, ya se sabe quiénes son pareja y nadie se mete con ellas... Y nadie acosa a nadie... Si alguna acepta, es asunto de ella... Y si hay amistad entre compañeras de otros hogares, nosotras sabemos”.“¿Sabe quién visitaba a Marta?”.“Al principio, el marido... Después de un año, se perdió... Venía a la visita conyugal... Pero no volvió... Venían una hermana y la mamá... Pero la última vez que vinieron fue hace un mes”.“¿Sabe usted de dónde es ese cuchillo?”.“Pues nunca lo había visto... En la cocina tenemos cuchillos, pero no como ese, que parece nuevo”.El detective suspiró.“Bueno -dijo-, creo que ya hay poco que ver aquí... Y no hay necesidad de buscar huellas digitales en el cuchillo. Está limpio... La asesina las mató desnuda... Pero cometió un error”
CONTINUARÁ LA PRÓXIMA SEMANA...