“Este año los elaboramos más catrines”, manifestó Marco Tulio Donaire, al referirse a los muñecos que confecciona para las fiestas de fin de año.
El artesano y su esposa Consuelo Martínez decidieron que el producto que entregarían a sus clientes en la actualidad tendría mayor acabado y vestirían ropa, sombreros y zapatos nuevos.
Y es que los atuendos con que vestían los años viejos en épocas pasadas siempre eran ropa y zapatos usados.
Es así como los esposos Donaire Martínez meses atrás se dieron a la tarea de visitar tiendas de la ciudad de Comayagua para encontrar el mejor vestuario para sus creaciones.
De forma posterior inició la compra de los materiales y sacar el listado de los nuevos pedidos.
La familia desde 1965 se dedica a la confección de los muñecos con características de ancianos que son quemados durante la medianoche del 31 de diciembre.
Las ventas han mejorado este año en comparación con los años anteriores, según Donaire, debido a que han logrado cumplir con más de ocho pedidos de clientes de Tegucigalpa y Comayagua.
En la lista de entregas por cumplir mantienen ocho muñecos, los que mantienen en la sala de su vivienda, para los clientes que quieran apreciarlos antes de adquirirlos.
Los precios de los monigotes han aumentado, los que permanecen en pie cuestan 700 lempiras y los que se armaron sentados en una silla de madera 1,000 lempiras”, explicó Donaire.
Labor
La faena para armar los muñecos inicia desde tempranas horas en el taller que construyó Donaire en la parte trasera de su casa, ubicada en el barrio La Sabana.
La principal característica de los muñecos que fabrica la familia es que son figuras con el aspecto propio de un anciano. Lo primero que se forma es el rostro de un hombre de la tercera edad, armado con un molde de barro que se pone al sol durante dos días para que se seque.
La figura del rostro de lodo seco de forma posterior se forra con papel periódico y esponja hasta que se logra una estructura similar a la cabeza.
El tercer paso es forrar la circunferencia alcanzada con barro, papel y esponja, con papel estraza para formar las arrugas.
El último paso para completar la cabeza es agregarle el cabello, barba, bigotes y cejas, las cuales se logran con algodón o nailon. La estructura del cuerpo se arma con madera, hilo y esponja.
El trabajo concluye con el vestuario de los muñecos, antes de ser entregados a los clientes.
Temas políticos
Uno de los nuevos cambios que se les agregaron a los muñecos este año es que se les colocó a la altura del pecho un rótulo con mensajes sarcásticos que se dieron durante las pasadas elecciones generales.
“Les recomiendo la tarjeta cachureca para que pasen a mejor vida… los dejo”, “Ya me voy”, reza en uno de los muñecos.
“Político que habla mucho y fuma puro, ladrón seguro” y “Ese pajarito pechito rojo quedo como el mío… ya no canta”, son otros de los mensajes que portan los años viejos.
Entre los mensajes también se incluyó uno para el partido de izquierda: “Los cachurecos jugaron Libre con la Resistencia”.
El presidente Porfirio Lobo Sosa, que está por terminar su mandato, no se escapó de la ocurrencia de Marco Tulio al escribir en uno de los muñecos: “Mi último deseo era, como PEPE LOBO, para pasar soñando”.
En la ciudad de Comayagua Donaire es la única persona que fabrica este tipo monigotes, situación por la que cada año recibe decenas de visitas mientras confecciona las figuras.
Los clientes asiduos son sacerdotes, políticos, empresarios y particulares, quienes desde abril le solicitan los muñecos para luego quemarlos en diferentes comunidades del país.
La labor se aprecia al final del año en El Progreso, La Ceiba, Olancho, Tegucigalpa y municipios de Comayagua, lugares desde donde le son solicitados los años viejos.
De acuerdo con el artesano, su tradicional labor perdurará hasta que Dios le dé vida, debido a que con su trabajo genera ingresos económicos para su hogar, en especial durante las fiestas de fin de año.
