Honduras

Juventud y experiencia reinan en el Cuerpo de Bomberos de Honduras

Nazareth Romero, de 10 años, y Obilson Matute, de 35 años; dos edades, dos generaciones de bomberos con una misma entrega y compromiso: salvar vidas

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09.02.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-La edad divide generaciones, el altruismo las une. La experiencia y el aprendizaje se fusionan en el Benemérito Cuerpo de Bomberos con un solo objetivo: ponerse al servicio de los demás para salvar vidas y preservar bienes.

Nazareth Romero, de 10 años, y Obilson Matute, de 35, dos integrantes de este cuerpo de socorro, son un ejemplo de la disciplina y voluntad para ayudar al prójimo que pregona la institución de socorro.

Ella es una perspicaz niña integrante de la Segunda Compañía de Bomberos Infantiles.

Con ayuda de su tío, logró ingresar –desde los cinco años– a la honorable institución, su sueño es llegar hasta las filas de Bomberos Voluntarios y después convertirse en enfermera.

“Mi papá José Romero y mi mamá Iris Berríos me apoyan en todo, explicó mientras expresaba que “es bonito ayudar a los demás”.

“Mi meta es ser enfermera para salvar vidas, aquí hay un minihospital”, avizoró.

La pequeña rescatista vive en la colonia 3 de Mayo, cursa su primaria en la Escuela Simón Bolívar.

Gracias a la instrucción que recibe en las fuerzas infantiles, la pequeña está lista para realizar actividades preventivas.

Los primeros auxilios, identificar una fractura externa o interna, hemorragias, golpe de calor, quemaduras de primero, segundo y tercer grado son parte de la capacitación que la infante tiene.

Con un enfoque de prevención, Romero es capaz de alertar sobre cualquier emergencia y garantizar la llegada de ambulancias para salvar vidas o brindar un reporte detallado de cómo y donde inició un incendio.

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El sueño de todos los pequeños es poder tripular una unidad antiincendios.

El sueño de todos los pequeños es poder tripular una unidad antiincendios.

Especialista

Del otro lado de la moneda, el de la experiencia, está Obilson Matute. Con más de una década siendo apagafuegos, jamás pensó que dedicaría su existencia al rescate de vidas.

El bombero suma más de 1,500 misiones cumplidas, durante su trayectoria, durante las cuales ha vivido todo tipo de aventuras y contratiempos.

Su maleta llena de sueños la desempacó en la capital al llegar de su tierra natal Olancho a los 22 años.

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La necesidad de un empleo lo llevó a integrar la Brigada de Combate contra Incendios Forestales en el 2009.

La disciplina y esfuerzo que se requieren en un principio lo hicieron dudar, pero con el paso del tiempo y las muestras de agradecimiento que recibía, lo animaron a entregarse más a la institución.

Cada casco es testigo de la riesgosa trayectoria que ha vivido un bombero.

Cada casco es testigo de la riesgosa trayectoria que ha vivido un bombero.

“Los bomberos no trabajamos por un sueldo, la mejor recompensa la recibimos cuando vamos por la calle. Personas desconocidas se nos acercan y nos dan las gracias, eso no tiene precio”, detalló.

Durante su trayectoria, varios incidentes atendidos jamás serán olvidados, uno de ellos es el siniestro que devastó en el 2017 al Museo del Hombre Hondureño.

“Fue muy dramático, una mujer de la tercera edad y otra más joven quedaron atrapadas en el tercer piso de un hotel (La Capital) contiguo, fue un riesgo, gracias a Dios se realizó el rescate”, rememoró.

El veterano destacó la loable labor que realiza la teniente Sunilda Valle, al dirigir desde hace cinco años a la unidad infantil. Asimismo, aconsejó tomar conciencia y evitar los incendios forestales y de zacateras para preservar el agua.