Honduras

El Paraíso, Copán, la tierra de 'los Señores' donde impera colusión de lo ilegal con lo legal

Ni con el silencio comunitario ni con las “inversiones” del gobierno central se puede esconder el origen de la prosperidad que experimenta este rincón del occidente del país desde hace unos 14 años

11.03.2019

EL PARAÍSO, HONDURAS.- Desde el primer momento en que se ponen los pies sobre El Paraíso, Copán, al noroccidente de Honduras, se percibe que su despampanante desarrollo difícilmente cuadraría con los principios de la legalidad.

Su gente lo sabe, pero prefiere evadir el tema cuando se le pregunta de dónde proviene tanta prosperidad en este rincón fronterizo con Guatemala.

El sorprendente progreso que a lo largo de la última década ha experimentado este municipio no puede ocultarse que tiene parte de sus cimientos en una colusión de lo ilegal con lo legal y los mismos pobladores reconocen que gran parte se debe a la preocupación y bondad de “los Señores” de la zona.

La Alcaldía recibe anualmente por transferencia del gobierno central la suma de 16.5 millones de lempiras y posee una recaudación de impuestos por un valor de nueve millones de lempiras al año, así que los recursos oficiales no es que abunden.

Aunque las personas -por temor o agradecimiento- obvien hablar de ello, aquí una colusión de narcotráfico y poder político es perceptible por donde se camine, sin embargo, casi nadie se atreve a objetar el actuar de una oligarquía de cuestionada reputación y a los servidores públicos asociados con lo ilícito.

Lea: Una fortificada economía mueve el diario vivir de El Paraíso, Copán

Deslumbrantes mansiones en el casco urbano llevan a la gente a preguntarse de quién será esa casa.

Deslumbrantes mansiones en el casco urbano llevan a la gente a preguntarse de quién será esa casa.

Estos hombres de oscuro prestigio, además de ser respetados también son admirados por su desbordante generosidad, por el esfuerzo que hacen para mejorar las condiciones de vida de la comunidad y porque imponen el orden social.

Ellos han trabajado en silencio y de manera muy fina, ganándose el cariño de una gente que hasta el 2006 había permanecido en el olvido estatal, pero que a partir de entonces, de repente, ese territorio despertó el interés de ciertos administradores del gobierno central.

Si la naturaleza le dio a este municipio una gran belleza escénica y una gran riqueza agrícola y ganadera, el matrimonio narco-político se encargó, en los últimos 14 años, de imponerle un toque de elegancia que ahora asombra a los visitantes.

Desde que se ingresa a El Paraíso resulta difícil ignorar las obras de infraestructura, las viviendas con elegantes portales, ventanales franceses y techos con diversos quiebres, así como la ganadería de raza, que se imponen a lo largo de una carretera de primer nivel, por donde los buses van y vienen como parte de una floreciente economía.

Lo primero que los ojos del visitante miran al tener enfrente el casco urbano son las impresionantes fachadas de la municipalidad y de una iglesia católica en construcción.

El frontispicio del palacio municipal atrae por su corte clásico, pero su interior no tiene nada de espectacular y es como cualquier otra alcaldía del país.

A pocos metros de la entrada, una placa rememora quiénes impulsaron su construcción, comenzando por el entonces alcalde Alexander Ardón (2006-2010 y 2010-2014) y los regidores Héctor Hugo Pinto Aguilar, Job Eliover Salguero y Quedi América Figueroa, entre otros.

El exalcalde Ardón es señalado por Estados Unidos de pertenecer a un cartel del narcotráfico y es pedido en extradición.

Actualmente, frente al palacio municipal y la iglesia católica, se construye un parque donde sobresale el levantamiento de una pirámide que vendrá a evocar la grandeza del imperio maya.

El valle de El Paraíso está ubicado en la ruta que los mayas de Copán usaron para conectarse con Tikal, Guatemala.

Vea: Un vistazo profundo a El Paraíso, Copán, el rincón hondureño golpeado por el narcotráfico y el poder político

De película
El recorrido desde la carretera hacia las Ruinas no es aburrido gracias a las atractivas construcciones y praderas con ganado vacuno que van desfilando, mostrando el cómodo estilo de vida de los pobladores, al menos de los que están al margen de la vía pública.

Unos ocho kilómetros antes de llegar a la cabecera municipal, un rótulo con el letrero “Puente el Infiernito” advierte de lo caliente que puede ser al otro lado.

Al divisar el casco urbano, el equipo de EL HERALDO optó por bajarse frente a la primera pulpería para sondear el ambiente en el pueblo, sin pensar que viviría un cuadro propio de las películas de los capos. ¿Recuérdeme cómo se llama el alcalde? Se le pidió al joven que atendía el negocio, mientras entregaba tres refrescos. “Alexander”, respondió.

No habían pasado ni cuatro minutos cuando dos sujetos en motocicleta aparecieron por una curva. Como si su misión fuera fomentar la mala fama del lugar, se bajaron escuchando en su móvil un narcocorrido y comenzaron a husmear el vehículo de este medio.

Luego uno se ocultó el arma y pidió dos cervezas, mientras el otro intentaba grabarse en la mente el número de placa e identificar quiénes estaban en el interior del carro.

Ante el asedio, el motorista salió a comprar un par de churros para que ellos vieran que se trataba de personas que no amenazaban la integridad de alguno de los apreciados “Señores” del municipio.

Después, un lugareño reveló: “es que aquí todos oyen, todos ven”, confirmando que “desde los túmulos (en la entrada) este carro ya era vigilado”.

Foto: El Heraldo

Seguridad y temor
“Este es un pueblo calmado y sano, yo dejo mi taller abierto y me voy a dar vueltas y cuanto vengo todo sigue en orden. Aquí no se permite que los mareros vengan a hacernos daño”, explicó un soldador.

¿Por el buen trabajo de la Policía, de Fusina?, se le preguntó y su respuesta fue: “No, no es por ellos. Aquí los policías y militares están pintados. Esas autoridades aquí no sirven”.

A pesar de la aparente tranquilidad, la persecución de los narcotraficantes del lugar, así como el aseguramiento de sus bienes, ha golpeado el sentimiento de los paraiseños, dejando indignación y una desconfianza manifiesta hasta dentro de la Alcaldía.

“Es que lo que está pasando afecta la imagen del municipio. El Paraíso está triste, preocupado, pero como Alcaldía todo va a continuar igual”, dijo uno de sus empleados.

A pesar de los señalamientos, el funcionario municipal mostró optimismo para seguir manteniendo la pomposidad de la comunidad, la cual no solo se refleja en una infraestructura, sino también en los nombres de sus aldeas: El Tesoro, Agua Buena, Río Lindo, Las Flores, Las Orquídeas, Libertad Nueva, El Infiernillo, entre otros.

Pero entre los lujos del municipio, que igual puede verse en muchas viviendas del área rural, también hay comunidades como Brisas de la Frontalera, El Pinalito, San Isidro y La Colonia donde la gran pobreza no puede esconderse.

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