En los años 50 y 60, cuando la música grabada tuvo un auge mundial, los grandes discos negros de vinilo se convirtieron en un artículo común en cualquier casa de vecino. Cuando ese disco sufría accidentalmente un rayón, al ponerlo en el tocadiscos se producía la interpretación repetitiva de las notas musicales donde estaba precisamente el rayón o de una o dos de las palabras del cantante, de tal manera que, en el lenguaje coloquial, cuando una persona acostumbraba a repetir una frase que usualmente escondía una mentira, se le decía que se le había rayado el disco.
En la Segunda Guerra Mundial, en la Alemania nazi de Adolfo Hitler, surgió uno de los personajes más odiados de la historia, Joseph Goebbels, individuo perverso que, a la postre, muchos le adjudicaron el título de “gran maestro” de la propaganda falsa de todos los tiempos, cuyo objetivo era desvanecer los actos criminales del régimen nazi. Su principal frase fue “miente, miente, que algo quedará; cuanto más grande sea una mentira y más la repitas, más gente podrá llegar a creerla”.
En política, el calificativo de mentiroso suele atribuírsele de manera indiscriminada, algunas veces injusta, a todo aquel que pretenda dedicarse, de manera honesta o deshonesta, al ejercicio del arte de procurar alcanzar el gobierno de los pueblos con el ánimo de mejorar sus niveles de bienestar humano o bien, con la intención de satisfacer mezquindades, ambiciones y otras debilidades personales que suelen traer consecuencias intolerables para esos pueblos cuyo bienestar se pretende reivindicar.
En Honduras, la práctica de falsear las realidades mediante engaños, embustes o patrañas ha alcanzado medalla de oro en este régimen de la refundición. Entre muchísimas otras falsedades destacan la patraña de las 10 familias, escondiendo la aviesa presencia del familión y sus clanes satélites, campeones en el arte del nepotismo, la corrupción, el abuso y la mentira; grupos estos que nunca han generado un empleo, han sembrado un árbol o han exportado un solo producto que genere riqueza, contrario a aquellas familias que por generaciones han sostenido gran parte de la economía nacional.
MENTIRA aquella que garantizaban que el régimen iba a ser modelo de probidad, de concordia, de paz entre los hondureños, de progreso, de justicia y de desarrollo humano, cuando la realidad es que se han batido palmas haciendo todo lo contrario; FALSO cuando se prometió que se enterraría el clientelismo político, el nepotismo y los salarios ofensivos de funcionarios y activistas ineptos; EMBUSTES cuando se garantizó el respeto y la defensa de la Constitución y las leyes, la aplicación correcta de la Justicia, el afianzamiento de la seguridad ciudadana y la protección incondicional del Estado de derecho.
¡Qué lástima! Muy corto el espacio para seguir enumerando todos los engaños, pero el pueblo no es tonto, en noviembre pasará la factura. Cuidémonos de los Goebbels del patio, palabra de Dios.
