¿Por quién repican las campanas?

El camino a un futuro mejor debe despejarse y las nuevas directrices, políticas y programas de desarrollo social deben diseñarse”

  • Actualizado: 27 de diciembre de 2025 a las 00:00

Sin lugar a equivocación alguna, en todos los hogares de las familias hondureñas, dentro y fuera del territorio nacional, se respira una nueva atmósfera que presagia el advenimiento de mejores tiempos; los hondureños amantes de la libertad y de los demás valores democráticos han esperado con ansiedad este diciembre, en nuestras grandes ciudades, municipios, aldeas y caseríos, de norte a sur y de este a oeste, las campanas repican alborozadas y los hondureños recobran sus esperanzas de empezar el camino hacia la nueva Honduras que hemos anhelado. Atrás deben quedar enterrados 20 años de zozobra, de incertidumbre y casi de desesperanza que fueron la característica de un período de inestabilidad política y de deterioro de nuestras economía.

Los errores garrafales cometidos por funcionarios, no solo de este, sino también de gobiernos pasados, deben quedar enterrados para que no se repitan, sin perjuicio de que, en aquellos casos impregnados de dolo, de imperdonable negligencia o de corrupción, la autoridad competente aplique todo el peso de la ley y se hagan cumplir las sanciones correspondientes. El camino a un futuro mejor debe despejarse y las nuevas directrices, políticas y programas de desarrollo social deben diseñarse y ponerse en práctica a la mayor brevedad posible, porque Honduras no puede esperar más. Es urgente abandonar los niveles de pobreza, de inseguridad, de insalubridad, de una educación lejanamente formativa de ese nuevo hondureño, capaz y emprendedor, que la patria requiere.

El extraordinario ejercicio democrático, llevado a cabo el pasado 30 de noviembre, nos debe conducir a profundas reflexiones; los escasos líderes genuinos, los abundantes seudo dirigentes, los improvisados consultores de campañas políticas, los aportantes financieros (triunfadores o derrotados); pero sobre todo, el pueblo elector que acude a las urnas lleno de esperanzas, pocos conscientes del acto cívico que van a realizar así como, los muchos otros ciudadanos ingenuos, sin malicia y crédulos de campañas mentirosas, que también acuden a las urnas con alegría a respaldar, a candidatos que nunca les responderán sus necesidades.

A un mes del día en que doña Xiomara entregará el poder a un nuevo gobernante, debemos con nobleza agradecerle los esfuerzos que pudo haber realizado por enderezar la nave del Estado y conducirla a niveles superiores de desarrollo humano; sin embargo, debemos recordarle que lastimosamente los éxitos de los gobiernos no se miden por los esfuerzos ni por las buenas intenciones, sino por los resultados positivos alcanzados.

Sin tan solo todos los integrantes de este gobierno hubiesen hecho suyas las palabras de la presidenta: “No olvidemos que somos resistencia” -y ellos se hubiesen “resistido” a las tentaciones que presenta el poder-, hubiesen contribuido a que el gobierno de la primera hondureña, hubiese sido un éxito completo pero sucumbieron a la corrupción, al abuso, a la soberbia, a la negligencia inexcusable, al engaño, al embuste, a la imposición política y a todos los demás pecados capitales que los pueblos no perdonan.

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