En medio de tantas crisis que aparecen diariamente en el país, un libro que relata la versión del expresidente Zelaya sobre el golpe de Estado de 2009 fue lanzado como lectura inducida en centros educativos.
A través del decreto ejecutivo 14-2025, publicado en el Diario Oficial La Gaceta el 24 de marzo, el Gobierno de Honduras ordenó la incorporación del libro “El Golpe 28J” como parte del contenido de la Cátedra Morazánica en los niveles básico y medio del sistema educativo nacional.
Ante el revuelo generado por la determinación, la Secretaría de Educación aclaró que el libro no es de “lectura obligatoria”. Sin embargo, el decreto establece que el texto formará parte de los materiales de estudio en la Cátedra Morazánica, que según el PCM 09-2022, es obligatoria para obtener el título de educación media, tanto en instituciones públicas como privadas.
Allí está la trampa y la ley de este gobierno, como otros en la historia -de izquierda y derecha- que han secuestrado la educación pública para imponer su dogma político, transformando escuelas en fábricas de propaganda y a los estudiantes en rehenes ideológicos. He aquí algunos “ejemplos” irrebatibles:
Bajo Stalin, las escuelas soviéticas fueron convertidas en centros de adoctrinamiento masivo. Los textos de Marx, Lenin y el propio Stalin eran impuestos como catecismo laico, los profesores no enseñaban a pensar, enseñaban a repetir. En la Alemania Nazi, el Tercer Reich convirtió “Mi lucha” en lectura obligatoria en las escuelas. Los estudiantes alemanes eran adoctrinados con textos racistas, antisemitas y ultranacionalistas. La educación no buscaba formar mentes críticas, sino soldados políticos leales al Führer.
El régimen cubano -que causa tanta admiración- ha usado durante décadas el sistema educativo para inculcar su ideología. Las cartillas de alfabetización de la “Revolución”, los discursos de Fidel Castro como material de estudio y la exaltación del “Diario del Che en Bolivia” como texto escolar.
En Chile, Pinochet impuso textos que exaltaban el “orden nacional”. En Argentina, la junta militar implementó textos de propaganda patriótica. No era educación: era militarización de las ideas. Kim Il-sung y sus sucesores han convertido las escuelas en templos de culto al régimen, leyendo biografías glorificadas de los Kim.Un gobierno que implementa lecturas ideológicas afines a ellos no está educando, está colonizando mentes. Ya sea el Manifiesto Comunista en Venezuela, los discursos de Franco en la España nacionalista o el Libro Verde de Gadafi en Libia, el mecanismo es el mismo: el miedo a la libertad intelectual.La verdadera educación enseña a cuestionar, no a obedecer. Cualquier régimen -fascista, comunista o socialismo de arrabales como este- que decreta convertir los programas educativos en meros apéndices de su propaganda, obligando a estudiantes a consumir un relato personal de un hecho histórico, no lo hace por su valor estético o pedagógico, sino para su alineamiento político. Esto no es educación, es un adoctrinamiento que nos costará millones de lempiras a los hondureños.
Este abuso deprava el verdadero propósito de la educación. En lugar de formar lectores críticos, capaces de apreciar la pluralidad de pensamiento, se fabrican adeptos. En lugar de enseñar a analizar textos, se entrena a repetir consignas.
¡La educación pública debe ser plural o no ser nada! Cuando los ideólogos de esta administración deciden que debe leerse, no está protegiendo la cultura: está matando el pensamiento. La historia ya ha juzgado a estos regímenes. Y pronto juzgará a quienes repiten sus métodos.