Dictan los teólogos que pecado es “transgresión a la ley divina”, supuestamente manifiesta en la Biblia judaica (que fuera escrita por hombres, no por dioses) siendo sus gradaciones algo divertidas. Son pecados capitales lujuria (bella dama), gula, avaricia, pereza, ira, envidia, soberbia, mientras que los veniales (que debilitan, pero no rompen la relación con dios) son más bien adicciones y vicios (comer y beber mucho) o fallas de urbanidad (jugar al azar, fumar, insultar, excederse en lo sexual) o sea niveles modélicos elementales que para nada merecen calificación de pecado. Aparte de que si es venial es solo medio pecado, ¿sí?, que es como estar “medio embarazada”. ¿Cuándo el ser humano no fue así...? Es su naturaleza (redundancia) natural.
Añadido a que en 1984 Juan Pablo II proclamó otro pecado grave, el social, que se comete “contra derechos de la persona, comenzando por el derecho a la vida o contra su integridad física”, falta habitual en sistemas represivos y de dictadores, así como en modos autoritarios de derecha o izquierda, llámense Trujillo o Stalin. O más moderno, Von der Leyen y Trump.
Pero el de soberbia luce como que aglutina más que un defecto, pues da causa a varias otras perversiones. El soberbio desprecia a los demás, quienes sean (típica actitud imperial), entendiéndose por tal, en sus sinónimos no siempre perfectos, altivez, orgullo, inmodestia, presunción, altanería, arrogancia, vanidad, envanecimiento, engreimiento, jactancia, suficiencia, fatuidad, pedantería... perfecto para calificar a aquellos pueblos de occidente alguna vez imperiales (digamos Europa y EUA) y que por su arrogancia se tornan racistas.
¿Por qué maltrataban ingleses, españoles, portugueses, belgas, holandeses, hasta la tortura, y luego austriacos, rusos, alemanes, a los nativos de pueblos pequeños, indígenas en América, negros en África y amarillos en Asia y judíos? Por racismo, que es la más grosera expresión de la soberbia inhumana.
Similar bulle a esta hora con Rusia, a la que desprecia el sistema “aristocrático” europeo hasta procurar hacerla desaparecer. O por qué Israel comete genocidio con el pueblo palestino si no por considerarlo humanamente inferior y por ende desechable, conquistable, descartable. Excepto que esa no es soberbia personal o individual, sino colectiva y social. Es toda una “cultura” entronizada en lo profundo mental de algunas sociedades que les obliga, incluso involuntariamente, a calificar y tratar automáticamente cual subespecie a otros. Y por ende, como se comporta con animales, perros y gatos, se impone sobre ellas, las domina o vicia, las seduce y explota arrancándoles sus pertenencias vitales, y las hunde a lo hondo de su altanería y desdén históricos.
No menos sucedió con Latinoamérica por 300 años: subyugada, humillada, esclavizada y borrada su identidad, y con la que no pueden contender ahora por su voluntad de resistencia y reconstrucción, que la ha tornado vigorosa fuerza espiritual en el orbe.
Pues así como los imperialistas antiguos y soberbios de todas partes no pudieron con nuestra América, tampoco van a poder ahora con la raza humana, destinada por siempre, tras siglos que sufra, a la autonomía y la libertad.