¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas; y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! Isaías 5:20 RV1960
En Honduras a través del tiempo los políticos y funcionarios corruptos de los partidos Liberal, Libre y Nacional convirtieron la corrupción en un poder real, refiriendo que la influencia corrupta siempre fue traída desde las altas esferas del poder hacia abajo, afectando instituciones, políticas y decisiones en todos los niveles. Esta perversa influencia manifestada a través del soborno, el tráfico de influencias, la malversación de fondos, y el abuso de poder ha socavado la transparencia, la rendición de cuentas y el buen funcionamiento del Estado.
Con estos corruptos fundamentos establecieron el abominable paradigma de un conjunto de conceptos, valores y procedimientos compartidos en la comunidad política, social, económica, empresarial, militar, policial, sindicatos, colegios profesionales, poderes del Estado, debilitando la nación y hundiendo en la pobreza al pueblo hondureño.
Los hondureños vivimos momentos caóticos con problemas identificados y en la búsqueda de soluciones políticas, económicas y sociales permanentes.
Lamentablemente, los candidatos y la candidata presidencial surgidos de las fraudulentas elecciones primarias e internas, no son las personas idóneas para gobernar el país, se encuentran muy distantes del ideal del electorado.Honduras urge de un estadista capaz; demócrata genuino; con gran espíritu de servir; de hoja limpia y sin pleitos con la justicia; enemigo de la corrupción; libre de la soberbia, altivez, vanidad y de la ambición desmedida; con mucho control emocional; no debe mentir nunca; con capacidad organizativa y trabajo en equipo; oportuno en las tomas de decisiones; excelente negociador y manejo de conflictos; promotor del fortalecimiento institucional y del Estado de Derecho y sobre todo temeroso de Dios.
Vivimos en Honduras donde la corrupción ha dejado de ser un acto vergonzoso para convertirse en una distinguida capacidad. La ética perversa no sólo se tolera, se idealiza. El corrupto se convierte en figura a quien imitar, en ídolo cultural. En este perverso escenario la deshonestidad es ágil, la justicia ignorante, y la integridad sin vigor, consecuentemente tenemos una sociedad frágil, carente de solidaridad y bienestar.
La corrupción además de estar fuera de la ley, es convertida en una estrategia. Este modelo perverso ha sido promovido desde las cúpulas del poder. El político que roba, pero inaugura obras, es reelecto y considerado un gran estadista. La ética, lejos de ser un principio rector, es una herramienta del doble discurso político proselitista.
Infelizmente, en lugar de cultivar la integridad, se enseña el subterfugio. Así, la corrupción se convierte en sentido común, y las normas morales, éticas y legales pierden su valor. Urge un cambio de políticos en las elecciones generales, quitar los malos y poner los buenos. Queda planteado.