El despertar

Nunca habíamos experimentado una pesadilla tan atemorizante como la que sufrimos actualmente”

  • 07 de junio de 2025 a las 00:00

La segunda mitad del siglo XX marco un hito en la historia del país, atrás, soñó el pueblo, deberían haber quedado los años tenebrosos de las revueltas, fratricidios, reyertas, golpes de Estado, levantamientos, dictaduras y como consecuencia de ellas, el atraso crónico que había convertido a un país rico en recursos naturales, en posición geográfica estratégica y con un pueblo noble y laborioso, en una sociedad crónicamente atrasada. La segunda mitad no fue modelo de desarrollo, los pálidos intentos de modificar estructuras, pero sobre todo actitudes de los sectores gobernantes o influyentes en general tropezaron con la tradicional miopía, oportunismo, corrupción y hasta perversidad de lo que ahora se le llama (sin entender que quiere decir) oligarquías. Se desperdiciaron 50 años de esa otra mitad del siglo pasado y ya van 25 de este, que vamos dando pininos en lugar de saltos de canguro en pos de alcanzar una posición digna en el concierto de las naciones desarrolladas del mundo.En la actualidad estamos enfrascados en culminar otro proceso más para escoger a nuestras autoridades gubernamentales para el período 2026-2030; cierto, se han hecho adelantos significativos para mejorar la mecánica de las elecciones, pero no hemos avanzado ni una pulgada en modificar las actitudes de nuestro sector político de gobernantes y oposición desorganizada. Nunca habíamos experimentado una pesadilla tan atemorizante como la que sufrimos actualmente, el ambiente de zozobra se respira cotidianamente, la percepción de lo que surgirá mañana en forma negativa es muy fuerte y las autoridades navegan en una atmósfera de negación, creyendo que han alcanzado las nubes blancas del progreso, del desarrollo humano, la transparencia, la anticorrupción y la felicidad de todo un pueblo, mientras la oposición a su vez, respirando todavía, los nauseabundos olores del egoísmo, la miopía, la ignorancia de la ciencia estratégica política, pero sobre todo la egolatría y el creerse dueños absolutos de un triunfo ilusorio.A ninguno de los dos se les ha ocurrido dedicar un segundo a escuchar la queja popular, el clamor en las calles, la desesperación que provoca el desempleo y la falta de alimentos en la mesa, pero sobre todo, el sentirse inermes y desprotegidos frente a los abusos que se cometen diariamente a vista y paciencia de los funcionarios cuya responsabilidad constitucional y moral, es precisamente combatir esos flagelos para seguridad de ese pueblo a quien con transparente hipocresía pretenden defender.Si los incapaces de la política incrustados en las entrañas del gobierno y de la oposición entendieran que todo en la vida es pasajero, y que más temprano que tarde responderán por sus malas intenciones, procederían a modificar una cantidad de actitudes estériles que tienden a empeorar la atmósfera y a empañar cualquier luz en el camino de la paz, la armonía y el desarrollo. Sin embargo, de toda pesadilla hay un despertar, cuando abramos los ojos, que el todopoderoso ilumine nuestra Honduras.

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