Como memoria cuántica

Si me ofrecieran un retrato de la historia nuestra en los pasados setenta años lo agradecería en el alma. Lo logró bien, aunque sumario, Longino Becerra en “Evolución histórica de Honduras” (1983), al que recurro si ocupo datos de espacios, fechas y personajes. Excepto que hoy, más bien hace dos años, Efraín Díaz Arrivillaga conquistó lo que escasos investigadores han conseguido, que es el relato científico, preciso y a la vez desde un ángulo biográfico, de nuestra andanza contemporánea, habiendo amonedado en 330 páginas la entera vibración de una nacionalidad ansiosa por paz y progreso, ilusionada con voces de sirena partidista pero a la vez decepcionada por las repetidas circunstancias en que ante las rutas de un plan de desarrollo o un proyecto de progreso se prefirió recorrer los mapas del engaño y la corrupción. Elegante y prudente, Díaz Arrivillaga iza sus banderas críticas si le toca desnudar voluntades de deshonestidad, cohecho y compra de conciencias durante el medio siglo en que transitó los “ténèbres” pasillos del poder internacional, privado y oficial. “Autobiografía: ideales y vacilaciones de un caminante” (2023) es registro de la experiencia del autor y su vida en comunidad, desde los orígenes de su alumbre familiar en 1944 hasta los movimientos culturales y sociales de Honduras en décadas recientes. Seguidor de los principios de la Democracia Cristiana mantuvo empero aperturas democráticas, o a lo menos de consenso, con instancias progresistas, centrándose siempre, obsesivo, sobre la necesidad de imponer al ser humano (varón y mujer) en el cenit de la búsqueda de perfección colectiva. “Hay que escribir las memorias antes que perdamos la memoria”, sugería Víctor Meza, en tanto que Díaz Arrivillaga sostiene, como sentenciara Seguy: “La revolución será moral o no será”. Y de allí que sus amplios énfasis puedan concentrarse en ciertos rubros básicos de la existencia: desarrollo rural y futuro de la agricultura; contextos económico, social político y ambiental, y decencia de gobierno, otros.Recibí copia del libro en 2023 para presentarlo en el Instituto Humboldt de SPS, excepto que el ejemplar arribó pocos días antes y debí verlo con lo que antes llamábamos “lectura rápida” y que enseñábamos en UNAH sin que el estudiante supiera siquiera leer. Lo devoré admirado pero hoy a calma plácida lo estudio casi con ansiedad por lo que refiere y relata, que es la vida misma de la patria, su dolorosa y resistente biografía, el tráfago de sus dirigentes honestos y deshonestos, la incultura política del ciudadano, la ausencia de principios, criterios y en su buen sentido ideologías, más lo crudamente grave: el desperdicio continuo de oportunidades de desarrollo y progreso extendidas por el tiempo o concretamente por organizaciones del orbe interesadas en extraernos del primitivismo, el coloniaje y la exclusión.Es imposible reseñar a satisfacción el vasto contenido testimonial de esta obra, pero sí factible recomendarla, particularmente a las facultades de economía, ciencias políticas y diplomacia, no sólo por el espejo que -como maleta cuántica, íntegra con luz- coloca ante nuestro rostro de país sino por su indudable ejemplo de ciencia, ética y razón.