Los hondureños, en términos generales, solemos estar enfermos por distintos tipos de padecimientos, como el cáncer, la hipertensión, la diabetes, la insuficiencia renal, la insuficiencia venosa, úlceras, cardiopatías, neuropatías, hernias, Parkinson, migrañas, infecciones en las vías respiratorias, fibromialgia, artritis, artrosis, asma, tinitus, etc.
Y los hospitales, especialmente los del sector público, verbigracia los de esta ciudad capital, a veces no dan abasto con la demanda de estos pacientes, por lo que conseguir una cita médica se vuelve toda una odisea.
Otras veces las máquinas para practicar exámenes de ultrasonidos, tomografías, bomba de cobalto o las de diálisis presentan desperfectos, y tardan su tiempo para ser reparadas. Y lo peor, la carestía casi permanente de medicamentos. Pero, como si todas estas desgracias fueran poco, ahora vienen los seudodirigentes y demás miembros de los partidos políticos de estas honduras, a meter fuego, cizaña, odio y desconfianza entre la población, manteniendo para ello un perverso y sectario enfrentamiento mediático que solo crea ansiedad, depresión y estrés en el conglomerado nacional, perturbando seriamente la salud mental.
O sea, estamos fregados por todas partes. Tanto por enfermedades físicas como también por perturbaciones psíquicas por obra y gracia de una manga de vividores políticos que solo piensan en sí mismos y en la camarilla de achichincles que de ordinario acompañan a un superior y siguen sus órdenes, como borregos al matadero.
La afronta entre unos contra otros no es nueva, pero ahora desborda los límites de toda imaginación, como esa amenaza temeraria de la refundación de incitar a sus fuerzas hostiles para salir a las calles y defender con las armas lo que consideran su “democracia”.
Esto se llama sedición, y si tuviéramos un Ministerio Público serio, independiente y no sectario, ya se hubiese incoado una investigación. Y no menos enfermizo es ver programas de televisión donde estos oponentes políticos suelen comportarse como lo que son: energúmenos.