Por Alexis Soloski | The New York Times
“Babygirl”, estelarizada por Nicole Kidman, comienza con un orgasmo. Y termina con uno. Otros están repartidos en toda la cinta. Kidman interpreta a Romy, la serena y distinguida directora ejecutiva de una floreciente empresa de robótica. Romy está casada con Jacob (Antonio Banderas), un exitoso director de teatro. Tienen dos hijos adolescentes y Romy a veces cambia sus blusas con volantes por un delantal para preparar comidas familiares saludables.
Pero Romy está en el negocio de la automatización y su vida, personal y profesional, también se siente automatizada. Sesiones de terapia de desensibilización del movimiento ocular y una referencia pasajera a haber crecido en un culto insinúan problemas debajo de las superficies relucientes de Romy. ¿Ese primer orgasmo? Es falso. Entonces Romy conoce a Samuel (Harris Dickinson), un practicante veinteañero en su empresa. Tentativamente, comienzan una amorío, con elementos de intercambio de poder. Pronto Romy está boca abajo, en el suelo de una sucia habitación de hotel, gruñendo como un animal y experimentando verdadero placer.
Un thriller erótico y un cuento de hadas, “Babygirl” se mueve como una tragedia moral, en la que una mujer es castigada por su libertad personal. Pero se atreve a tener un final feliz, lo cual es inusual. También es una película que trata la vida sexual de una mujer de mediana edad (Kidman tiene 57 años) con seriedad —lo cual no es tan inusual como solía ser.
Tan sólo el año pasado hubo una gran cantidad de romances con diferencia de edad centrados en mujeres de mediana edad, con Anne Hathaway en lencería en una habitación de hotel en “La Idea de Ti”; Léa Drucker retozando en la hierba en “Last Summer”; Kidman nuevamente, como una escritora gozando de la estrella de acción de Zac Efron en “Un Asunto Familiar”. Vuelva la página del calendario al 2023 y encontrará a Julianne Moore horneando pasteles extrañamente sugestivos en “Secretos de un Escándalo”.
Históricamente, las historias con énfasis en el sexo heterosexual y el romance se han centrado en mujeres en los años de máxima fertilidad, los años en los que los hombres presumiblemente podrían embarazarlas. Los romances son variaciones de la trama matrimonial. ¿La presunta secuela de esa trama? Bebés.
“Vivimos en un patriarcado”, dijo Halina Reijn, directora de “Babygirl”, explicando la ausencia en el pasado de historias sobre mujeres mayores de 40 años. “Aunque pensamos que estamos emancipadas, todavía estamos atorados en la idea de que las mujeres son redundantes después de la menopausia”.
Pero en los últimos años, ha comenzado a cambiar el concepto de lo deseable. Extender las historias de amor y sexo más allá del punto de la fertilidad femenina parece liberador y más inclusivo. Sugiere que las mujeres de mediana edad son deseables y dignas de un enfoque narrativo que Hollywood típicamente ha negado.
Muy de vez en cuando aparece un cuerpo imperfecto en la pantalla —la fugaz escena de desnudo de Diane Keaton en la comedia romántica del 2003 “Alguien Tiene que Ceder”, la bata abierta de Emma Thompson en “Buena Suerte, Leo Grande” del 2022— pero típicamente el atractivo equivale a un rostro sin arrugas.
En “Babygirl”, la relación sexual de Romy con Samuel es una puerta de entrada al autoconocimiento y la autoaceptación, un medio orgásmico para un fin más que el fin en sí.
Sugiere que hay muchas historias que contar sobre las mujeres de mediana edad, historias que no equiparan su valor con lo deseables que son.
El final feliz de “Babygirl” no involucra a ese hombre más joven. Realmente no involucra a ningún hombre. Exige que Romy reconozca y vaya tras lo que desea. Esa es la promesa de estas obras, que las mujeres de mediana edad aún pueden dar pequeños pasos, a veces muy entaconadas, hacia la autenticidad y el autodescubrimiento.
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