El avance de Izquierda Unida, alianza de comunistas y ecologistas, en las legislativas españolas muestra la influencia del movimiento de protesta conocido como los 'indignados' y lanza una advertencia a los grandes partidos cuya credibilidad se ve en entredicho frente a la crisis.
'No nos vamos a institucionalizar. Vamos a seguir en la calle. No somos clase política', afirmó el coordinador general de esa coalición, Cayo Lara.
'No podéis ni imaginaros lo que se agradece de vez en cuando una alegría en la casa de los pobres', añadió.
Con 186 diputados de los 350 de los que consta el Congreso de los Diputados, el conservador Partido Popular (PP) obtuvo una victoria sin precedentes.
Pero sólo ganó 550.000 votos respecto a las legislativas de 2008 y se benefició sobre todo del descalabro de los socialistas y de la dispersión de sus votantes hacia partidos más pequeños, con lo que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) sufrió la peor derrota de su historia, con 110 diputados.
IU, que hasta ahora tenía dos escaños, logró así abrirse un camino que le llevó a lograr once diputados en el Congreso, la poderosa cámara baja del Parlamento, donde contará con grupo parlamentario propio.
Y ello a pesar de un sistema electoral complejo, resultante de la gran descentralización del Estado español, que privilegia a los partidos nacionalistas frente a las pequeñas formaciones nacionales.
Por número de votos, IU es la tercera fuerza política española, por detrás de los socialistas.
Su progresión muestra el recelo hacia los dos grandes partidos expresado por el entorno de los 'indignados', apoyado por una opinión pública sin ilusión sobre la capacidad tanto del PP como del PSOE para acabar con la crisis.
Además, las nuevas medidas de austeridad que se perfilan podrían llevar a una mayor movilización social, en un momento en que el desempleo sigue en un nivel récord (21,52%).
'El eje central de su discurso (de IU es) una oposición frontal a las políticas del gobierno y a los recortes que iba a venir', subraya el politólogo Antón Losada.
'Se abre un tiempo donde los sindicatos y los partidos políticos de izquierda van a jugar un papel muy activo', añade.
'Después del 20 de noviembre, la lucha continua en la calle', anunciaba, como un eco, una gran pancarta colgada el domingo por la noche en la Puerta del Sol, la céntrica plaza madrileña donde nacieron los 'indignados' en primavera.
A unos metros de allí, unos manifestantes quemaban en una hoguera la imagen de Mariano Rajoy, el próximo jefe del gobierno conservador español, y paseaban la de su adversario, Alfredo Pérez Rubalcaba, ahorcado.
'Sí, estoy convencido que se puede esperar un gran movimiento social', afirma Manolo Nolla, de 64 años, una de las cabezas visibles de la comisión económica de los 'indignados' madrileños.
Falta por saber qué forma tomará este movimiento.
'Creo que ahora existirá una vuelta a modelos más tradicionales de movilización', consideró Antón Losada.
Antonio Alaminos, profesor de Sociología en la Universidad de Alicante también predice un invierno caliente.
'La previsión en la situación actual y con las actuaciones futuras del PP es de un incremento de las protestas, sean de origen 'indignado', sindicales o corporativas', afirmó.
Criticado por su tímida reacción frente a las medidas de austeridad, impuestas por el gobierno socialista desde mayo de 2010, no han sido hasta muy bienvenidos en el seno del movimiento de los 'indignados'.
Pero, los recortes iniciados en estos últimos meses en los presupuestos de sanidad y de educación por los gobiernos regionales, especialmente en Cataluña y Madrid, parecen haber finalmente acercado a 'indignados', sindicatos y pequeños partidos.
'Los sindicatos han estado en primera fila en la lucha contra los recortes en la enseñanza, por ejemplo, o en la sanidad', reconoce Manolo Nolla, deseando una 'confluencia' de 'indignados', sindicatos y todo el movimiento asociativo.