Honduras

Massay Crisanto, del ciberactivismo a la lucha en calle: 'No nos tiemblan las manos...'

Modelo, estudiante de derecho y autora del blog 'Life as a Criolla', Massay pasó del activismo en Internet a defender derechos en calle y salir a ayudar damnificados ante los golpes que este año han sufrido las comunidades garífunas

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13.12.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El sonido de los tambores era recurrente en cada rincón de la aldea Bajamar, la alegría era notoria entre los pobladores, quienes comenzaban el día llenos de entusiasmo y con la esperanza de recolectar las suficientes ganancias del día, pero una madrugada todo cambió, la sonrisa pasó a un segundo plano y aquella comunidad garífuna fue golpeada por dos fuerte huracanes que terminaron por destruir lo poco que tenían.

Los estragos de los huracanes Eta y Iota han sido tan grandes que desaparecieron casi por completo la única carretera va hacía la aldea. Los garífunas estaban de nuevo en el olvido, no los mencionaban y parecía no importar por lo que pasaban.

Pero siempre hay una luz de esperanza y varios voluntarios se unieron y recolectaron donaciones para la comunidad afectada, entre ellos Massay Crisanto, una joven alegre, de carácter fuerte, con una gran simpatía y elegancia que ha desarrollado en su faceta de modelaje.

Aunque la belleza juega de su parte, sus aspiraciones van más allá de ella. Desde siempre se ha preocupado por crear nuevas oportunidades y espacios para la comunidad afrodescendiente y la carrera de derecho se convirtió en su herramienta clave para poder lograrlo. El inicio de su lucha parte de su blog titulado “Life as a Criolla”.

Desde siempre se ha preocupado por crear nuevas oportunidades y espacios para la comunidad afrodescendiente.

Desde siempre se ha preocupado por crear nuevas oportunidades y espacios para la comunidad afrodescendiente.

Massay: más que modelo, una activista

“Yo siempre he hecho activismo desde el blog que creamos con mi mejor amiga Milca Meza, hacíamos un activismo más pasivo. Hablábamos sobre cómo esta sociedad nos etiqueta y es discriminativa con las mujeres y las personas negras por el hecho de llevar un afro o por ser mujeres”, relató Massay.

Como ironía, este año, cuando debía estar más encerrada que nunca, su activismo saltó del ecosistema de las redes sociales a la calle.

En marzo, Honduras comenzaba un confinamiento para frenar los casos de covid-19. Massay no pensó que iba a dejar de lado la cuarentena para salir a las calles a protestar en julio por los derechos de los garífunas.

Su teléfono sonó, era Naama Ávila comentándole lo que había sucedido en el Triunfo de la Cruz: habían secuestrado a cuatro miembros de esta comunidad garífuna en Tela, Atlántida, y como hipótesis no podía descartarse la disputa por sus tierras ancestrales.

Vea además: El secuestro de cuatro garífunas en Tela mantiene en vilo a una comunidad: 'No saber si están vivos desespera'

Ella sin pensarlo decidió acuerpar la manifestación y convocó a las personas por medio de redes sociales para acompañarla.

“El apoyo en redes siempre es grande pero en las calles es cuando no ves a nadie ese es el problema, todos queremos cambios pero no estamos dispuestos a ser parte de un proceso difícil”, detalló Massay.

Aunque el apoyo no fue lo que esperaban, eso no la detuvo. Sabía que tenía que hacer más, es por eso que comienza el viaje al Triunfo de la Cruz como voluntaria por parte de la Organización Fraternal Negra Hondureña (Ofraneh).

El ambiente era denso y se sentía la tristeza y preocupación, comenzaron a hablar con parte de la comunidad para tener una visión más clara de lo que sucedía.

En la entrevista, Massay recuerda con descontento y enojo los relatos que escuchó por parte de ellos. Eran discursos sollozos que revivían lo fatídico del día del secuestro, el miedo se apoderó de los pobladores y el temor de cerrar los ojos y pensar que en cualquier momento pueden irrumpir sus casas para llevárselos estaba presente cada noche.

“Las personas están preocupadas. Queremos respuestas y queremos seguridad para nuestra gente, que se respete el patrimonio cultural y las tierras ancestrales y lo más importante que respeten el ambiente. Esto va a repercutir de una forma horrible a nuestro país en muy poco tiempo”, expresó con voz firme.

Al regresar a Tegucigalpa, su empeño por visibilizar lo mal de la situación debía seguir, aunque volvió con impotencia y enojo, no demostró esos sentimientos hacía su familia. Ella siempre ha sido la persona alegre que les sacaba risas y no se permitió reflejar vulnerable frente a ellos.

“En el activismo soy más vulnerable a las situaciones, no me gusta verme débil frente a mi familia porque quiero ser su parte fuerte y que los apoye”, expresó.

De interés: La herencia garífuna de El Triunfo de la Cruz

Como ironía, este año, cuando debía estar más encerrada que nunca, su activismo saltó del ecosistema de las redes sociales a la calle.

Desde siempre, Massay se ha preocupado por crear nuevas oportunidades y espacios para la comunidad afrodescendiente.

Eta e Iota golpean las comunidades garifunas

Pasaban los días y otra tragedia se hizo presente, era Bajamar, otra comunidad garífuna en Puerto Cortés.

La aldea estaba incomunicada por los huracanes Eta e Iota, nadie sabía cómo estaban y en esta ocasión, el viaje era hacía Puerto Cortés. En esas cuatro horas de trayecto, en su pensamiento solo imaginaba las calamidades en las que se encontraban los pobladores de la aldea.

Pero al llegar la situación era diferente, la calle que conduce a las aldeas de la Travesía y Bajamar ya no existía y la única forma en la que se podían mover era en lancha. Un aproximado de 30 minutos se tardaron en llegar de Puerto Cortés a Bajamar.

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Nunca imaginaron lo que iban a ver: las pequeñas champas construidas de madera y con techos de palma estaban completamente destruidas, los pobladores llevaban días sin comer, las madres peleaban entre sí por un jugo para sus hijos.

“Organizaciones que me escribían me decían que no podían llegar porque (la comunidad) estaba muy lejos y solo se iban a enfocar en las zonas céntricas de Puerto Cortés. Es difícil porque no podés andar por la vida con una bandera de que quiero ayudar a las personas si no estás dispuesto a llegar más allá y salir de tu zona de confort y de tu privilegio”, mencionó.

Recuerda la angustia de esos días. Se sintió como un balde de agua fría, tener una negativa después de ver a todo el personal del voluntariado llorando porque se sentían impotentes al no llevar las suficientes donaciones y mientras pensaba esto, recordaba la forma en que un niño le tomó la pierna insistente, con una voz dulce y una mirada inocente le dijo: “no tiene un juguito que me regale porque tengo hambre”…

“Yo no sé cómo no me puse a llorar ahí, yo salí en shock, pero lo único que te inyecta eso son las ganas de seguir recaudando más, intentar y hacer lo que se puede con los medios que tenemos”, enfatizó.

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Aunque ha tenido altibajos en sus encrucijadas, la idea de crear un mejor país lleno de oportunidades y preservando la cultura que tanto la distingue, ella sigue luchando para que se respete tanto los derechos como la cultura garífuna.

“Espero que llegue el día en el cual todos podamos salir a las calles, llevemos una misma voz y podamos conseguir los cambios que queremos”, recalcó Massay.

Massay recalcó la importancia de la mujer garífuna. Es la activista comprometida y es quien ha mantenido la cultura por años sin temor y con valentía, siendo ella el principal reflejo de toda una lucha.

“No nos tiemblan las manos porque nuestro fin no es para nosotras sino para que nuestras generaciones, puedan crecer en un mejor mundo. Así somos las mujeres, nos damos cuenta de una injusticia, la exponemos y luchamos por ello”, sentenció.

No es una frase impulsiva. En sus manos hay firmeza. Es cierto, no se agitan. Ni para escribir para exigir respeto a la cultura garífuna, menos para salir a la calle a defender a sus hermanos.

Aunque ha tenido altibajos en sus encrucijadas, la idea de crear un mejor país lleno de oportunidades y preservando la cultura que tanto la distingue, ella sigue luchando para que se respete tanto los derechos como la cultura garífuna.

Aunque ha tenido altibajos en sus encrucijadas, ella sigue luchando para que se respete tanto los derechos como la cultura garífuna.

Massay recalcó la importancia de la mujer garífuna. Es la activista comprometida y es quien ha mantenido la cultura por años sin temor y con valentía.

Massay recalcó la importancia de la mujer garífuna. Es la activista comprometida y es quien ha mantenido la cultura por años sin temor y con valentía.