Honduras

Manos artesanas del oro blanco

Los habitantes de esta comunidad perteneciente al municipio de Talanga, Francisco Morazán, en 1947 empezaron a producir la cal.

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07.04.2014

Sus destellos no son dorados, son blanquecinos.

Su precio no se cotiza en las bolsas de valores del mercado internacional, pero para ellos, su valor es el más preciado.

Lo llaman “oro blanco”.

Se trata de un grupo de familias que sobreviven gracias a la producción de cal y que por décadas ha sido una fuente de vida para estos pobladores de Las Quebradas, una aldea del municipio de Talanga, Francisco Morazán, que está sobre la carretera vieja de Olancho.

Algunos habitantes la consideran como algo “sagrado”, porque es su principal medio para obtener recursos económicos.

Es el derivado de una piedra especial que requiere de un largo proceso para convertirla en el polvo blanco.

La cal es un material que se usa, principalmente, en construcción y en otras actividades humanas. Como producto comercial, contiene óxido de magnesio, óxido de silicio y pequeñas cantidades de óxidos de aluminio y hierro.

Desde 1947 la producción de cal se convirtió en el patrimonio del 100 por ciento de las familias que habitan en la comunidad de Las Quebradas. Los primeros en experimentar ese trabajo fueron los señores Salustrio Flores, Santos Servellón, Paulino Cáceres y Francisco Zúniga. Actualmente es la principal fuerte de empleo de las nuevas generaciones.

También genera ingresos a pequeños comerciantes que se dedican a la compra y venta, principalmente, en El Estero, una aldea cercana a Las Quebradas, así como en otras comunidades del departamento.

En el centro de la aldea funcionan entre 10 y 12 hornos que permanecen en producción casi todo el año.

La mayor parte están situados en el sector de El Chupadero, al norte de la aldea, en donde existen más de 24 hornos de quemar la piedra hasta convertirla en cal viva.

El producto es distribuido en diferentes puntos del país, siendo los principales clientes las granjas camaroneras.

Los productores de Las Quebradas están a la espera de un pedido de varias toneladas de cal de los Estados Unidos, lo que les exigirá más trabajo para poder cumplir con la demanda.

Su producción

Para producir la cal se sigue un largo proceso que dura un mes, tanto en el cargado de los hornos como en el tiempo que este permanece encendido, según explicó el señor Ángel Rubigno Zúniga, quien tiene 60 años de dedicarse a la actividad.

Lo primero que se hace es recolectar la piedra en elevados cerros.

Igual que los metales preciosos, existen lo que los aldeanos denominan vetas, lugares de donde extraen grandes cantidades de piedra.

El traslado de la piedra hasta los hornos lo realizan con bueyes que con gran esfuerzo arrastran carretas sin ruedas por estrechos senderos que no dejan de representar un peligro, porque los animales pueden sufrir accidentes fatales.

Cuando ya la piedra está en el lugar, expertos en la materia proceden a colocarla en los hornos hasta formar una especie de campana, después siguen hasta llegar al copete del horno.

Las piedras quedan tan bien colocadas que, difícilmente, se pueden caer aunque un camión pase por encima del horno, explicó uno de los productores de cal. Los aldeanos señalan a Zúniga como uno de los expertos para formar las campanas en los hornos que viven en la zona.

Finalmente, se procede a prenderle fuego al horno, para lo cual utilizan leña de pino.

Los hornos permanecen encendios las 24 horas por un promedio de ocho días hasta que la piedra se convierte en cal viva lista para la venta.

Para convertir la piedra quemada en polvo, es necesario rociarla con agua.

Los productores han detectado dos tipos de piedra caliza; la más fina que produce cal blanca y la de capa, de la que resulta la amarillenta.

Los moradores de Las Quebradas aseguran que es un trabajo duro, pero es su principal fuente de ingreso de dinero.

En el lugar hay hornos pequeños que producen 200 cargas y grandes de 500, explicó la productora de cal Vilma Leticia Mayén.

Informó que la carga de cal tiene un precio de 120 lempiras y que muchas veces tienen que darla al crédito a “los bolseros” que se dedican al menudeo, porque también este negocio ha sido afectado por la crisis económica.

“La cal es sagrada para nosotros, ahorita puedo salir con un carrito lleno y en la tarde regreso con dinero”, expresó Santos Tomás Zúniga Arévalo, propietario de dos hornos en la zona.

Utilidades de la cal

Además del uso doméstico que se le ha dado por muchos años para cocinar el nixtamal y hacer las tortillas, la cal es un elemento importante en proyectos de construcción.

En aldeas y caseríos es usada para pintar las casas de bahareque.

Actualmente es utilizada en las granjas camaroneras para depositarla en las presas para que el camarón no agarre polilla, explicó otro productor.

Así mismo, en los cafetales sirve para matar plagas, como los zompopos, entre otros.

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