Tegucigalpa, Honduras.-Jorge Alejandro Aldana Bardales, hoy alcalde del Distrito Central y aspirante a la reelección, llegó a la política desde un territorio que conoce bien: la exposición pública.
Nació el 16 de mayo de 1975 en Tegucigalpa y creció escuchando discusiones familiares donde se mezclaban ideales, desencuentros y sueños de país.
Su padre y su madre militaron en partidos distintos, y esa convivencia de contrastes moldeó desde temprano su manera de entender el diálogo, la diferencia y las alianzas.
Antes de ser alcalde, Aldana fue comunicador, un oficio que aprendió a pulso. Estudió periodismo en la Universidad José Cecilio del Valle y comenzó a abrirse espacio en medios.
Dirigió espacios informativos en Une Tv y se acostumbró a la presión del tiempo, a la inmediatez y a la obligación de estar presente donde pasa la noticia. Ese ritmo, a veces frenético, lo formó para algo más: le enseñó a leer el pulso de la gente.
Su salto definitivo a la política llegó en 2021, cuando decidió que su voz no solo debía narrar problemas, sino intentar resolverlos. Fue candidato del Partido Libertad y Refundación (Libre) y logró una victoria el 29 de noviembre de ese año.
Aquel día rompió con más de una década de hegemonía nacionalista en la capital y se convirtió en alcalde del Distrito Central para el periodo 2022-2026.
Ya en el cargo, Aldana buscó llevar su estilo mediático a la gestión. Nació así la marca “Ciudad de Buen Corazón”, un sello que resume lo que pretende transmitir: una alcaldía cercana, que camina los barrios y se deja ver.
En las colonias se le ha visto recorrer calles, preguntar por luminarias o supervisar bacheos. Para algunos vecinos, su presencia es un gesto que devuelve esperanza; para otros, una promesa que debe traducirse en soluciones más profundas.
La capital, sin embargo, es una ciudad que exige más que buenas intenciones.
Los problemas de drenaje, tráfico y seguridad no dan tregua. Sus críticos insisten en que su presencia comunicativa debe ir acompañada de resultados estructurales. En esa tensión —entre lo visible y lo pendiente— se juega buena parte de su futuro político.
En lo personal, Aldana ha cultivado una imagen de padre de familia y figura cercana, un recurso político que ha utilizado para humanizar la labor municipal.
Esa cercanía también implica riesgo: en barrios donde la expectativa de respuesta inmediata es alta, la demora en una obra o servicio puede convertirse en un punto de crítica.
Su trayectoria política tampoco ha sido lineal. Tras el golpe de 2009, se alineó con la creación de Libre, un cambio que forma parte del relato que hoy utiliza para explicar su perseverancia en intentos previos por la alcaldía antes de alcanzar la victoria.
En campaña Aldana apuesta por mostrar avances y por prometer consolidación; sus adversarios, por recordar pendientes. El electorado decidirá si prefiere continuidad o cambio.