Honduras

Honduras: La miseria se ensaña con pescadores del Golfo de Fonseca

Es abrumadora la calamidad que abate a cerca de 16 mil pescadores de seis municipios ubicados en la línea costera. Sus condiciones de vida son paupérrimas. + Ver video

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07.04.2014

El colapso del Golfo de Fonseca es una de las peores desgracias que actualmente golpean con toda su crueldad a los pescadores artesanales que viven a lo largo de la línea costera del pacífico, desde la frontera con El Salvador hasta la de Nicaragua.

Como si la miseria fuera privilegio de estos marinos, cada día sus familias se sumergen en las condiciones más paupérrimas y deplorables.

Sus casas levantadas con madera del mangle, con paredes hechas de pedazos de cartón, plásticos, de latas viejas y techadas con las palmas de los cocos, son verdaderos refugios del hambre, de la desesperación, de la angustia.

“Si bien los pescadores siempre han vivido en la pobreza, lo que nos está pasando hoy en día es una desgracia. Sin la pesca estamos arruinados. Nuestras familias actualmente sufren”, dijo el pescador Margen Luis Cárcamo.

Explicó que en el Golfo no solo se están agotando los peces, sino también todos aquellos productos que la gente saca de los manglares, como
los curiles, los cangrejos, incluso los huevos de tortuga. Se estima que unos 16,000 pescadores explotan los recursos marinos del Golfo de Fonseca.

“Vaya y mire la cocina de la casa de un pescador y verá que no tiene nada que comer”, manifestó Cárcamo.

Si las viviendas de los pescadores desde lejos denotan la miseria, en su interior la situación es más dramática, escalofriante.

La mayoría de estos hogares carecen de alimentos, otros no tienen ni agua potable y hay quienes carecen de todo. La calamidad es abrumadora, chocante.

En este mundo de penurias los que más sufren el impacto son los niños, muchos no solo aguantan hambre, tampoco van a la escuela, los más desafortunados están enfermos sin posibilidades de ser llevados a un hospital y los que empiezan a desarrollar su fuerza, se van con sus padres a faenar.

La pobreza que azota los hogares de los pescadores está generando que muchos menores también abandonen sus estudios y se dediquen a pescar, lo poco que aún queda en el Golfo.

Nelson Javier Hernández, un niño de 15 años, es un ejemplo de ello. Con su voz todavía infantil cuenta que solo concluyó la primaria, pero como no tenía la posibilidad de ir al colegio, entonces se dedicó a la pesca.

Ahora, como un experto marino, cuenta con alegría y detalles todas las carreras que le ha sacado la naval nicaragüense. Igual que a Hernández, EL HERALDO encontró en pleno mar a otros niños que abandonaron la escuela.

Algo muy común en estas comunidades costeras es la alta tasa de natalidad y el precario nivel educativo de los pescadores artesanales.

Es que los padres no tienen la capacidad para poner a estudiar a sus hijos, porque su situación económica es muy crítica, justifica Enma Leticia Zambrano, esposa del pescador Luis Antonio Fuentes.

Ella es madre de cinco hijos, de ellos los tres menores no estudian “porque no ajustamos”.

“Imagínese, mi esposo se fue anoche a pescar y no trajo nada. Se fue feo con 300 pesos de gasolina”, relató.

Recordó que cuando su compañero de hogar no pesca nada aguantan hambre, pero si logra sacar el dinero de la gasolina se alegran porque hay esperanzas de ir al mar al siguiente día y traer algo.

En este sector, los viejos pescadores, con una gran descendencia dedicada al mismo oficio, añoran la pesca de hace dos décadas, con la cual no se hicieron ricos, pero en sus hogares siempre tenían alimentos.

“Ahora sin pesca nosotros estamos en cero. Sin ella ya no podemos vivir. Vea nuestras casas”, dijo el pescador retirado José Daniel Argeñal.

“Ese viejito (el mar) ya no puede darle de comer a tanta gente. Es como un padre de familia, de mucha edad, que tiene diez u once hijos”, reflexionó.

Olvido

De acuerdo con el pescador Moisés Osorto, presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales del Golfo de Fonseca (Apagolf), la miseria en que viven los pescadores es generalizada a nivel de toda la costa del pacífico.

“Aquí el pescador no vive en extrema pobreza, sino en extrema calamidad. Hay días que en sus casas no encienden los fogones para darle de comer a sus hijos porque no tienen alimentos, ni el recurso económico para adquirirlo”.

Ante el olvido de los gobiernos, las únicas ayudas que desinteresadamente reciben los marinos provienen de la Iglesia Católica y de la cooperación internacional, a través de Organizaciones no Gubernamentales (ONG) sostuvo.

La ONG Se Pudo y la organización española Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL) han construido varias viviendas en la denominada colonia la Coquera, favoreciendo a un centenar de pescadores.

De igual manera, la Iglesia Católica a través de Cáritas ha ejecutado otros proyectos de viviendas en varias comunidades, uno de ellos está en la comunidad de La Boca del Río Viejo.

La ayuda es grande, pero en relación a las necesidades que tiene la gente de una vivienda digna, se queda corta.

En esta zona sur el 90 por ciento de los pescadores artesanales tienen casas construidas de palos de mangle, con paredes cubiertas con cartón y nailon y sus pisos de tierra, reafirma Osorto.

Apagolf, explicó Osorto, es una organización que desde su fundación viene luchado para que los gobernantes escuchen las voz de los pescadores y les ayuden a resolver una gran cantidad de problemas que enfrentan.

Para Enrique Vigil, otro pescador retirado, en la comunidad de Guapinol, la miseria en que actualmente viven sus colegas no solo es producto de la decadencia de los recursos en el mar, sino de la actitud sumisa que estos hombres han adquirido con el tiempo.

“Aunque su pobreza cada día se acentúa, ellos parece que están conformes como viven, no levantan cabeza”, criticó Vigil.